México, 14 de julio.- Del pasmo al enojo, a la franca humillación por la consecuencia final del trabajo hecho con una de las más finas campañas de inteligencia naval aplicadas en México para detener al capo del Cártel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera.
“Es una vergüenza nacional”.
Así es como se sienten los mandos navales tras la fuga del Chapo, personaje en cuya captura participaron en el 2014 dos grupos especiales de Infantes de Marina a quienes el alto mando ordenó integrarse a una fuerza diseñada para llevar a buen término la Operación Gárgola.
El plan para capturar a Guzmán Loera en el 2014 fue diseñado por un reducido grupo de jefes navales y afinado por oficiales norteamericanos, destacados en la embajada de su país aquí, enviados para resolver de una vez el tema de la captura más importante del narco.
Fueron poco más de seis meses de trabajo coordinado entre la Marina y asesores de inteligencia de los Estados Unidos, que en el papel revisaban los hallazgos y avances que la inteligencia naval lograba mediante infiltraciones, testimonios, escuchas silenciosas y nuevas tecnologías que les permitieron “escuchar” llamadas e interceptar mensajes emitidos en varias plataformas.
Ese material, un seguimiento de campo y la declaración de varios personajes que revelaron poco a poco detalles desconocidos sobre escondites, horarios, costumbres y la red de amigos de Guzmán Loera, posibilitaron cerrar al máximo el círculo en torno al Chapo.
Al final, el planeo de la Marina redujo la búsqueda a Culiacán y Mazatlán, con dos opciones de escape por vía aérea y vía marítima, pero siempre con la idea de no salir del país, de huir hacia adentro.
Institucional como lo ha sido, la Marina de Soberón no invadió áreas, no buscó protagonismo ni espacios que no le tocaban. Si el Comandante Supremo de las fuerzas armadas mexicanas, Enrique Peña Nieto, le aseguraba a su gabinete que el secretario de Gobernación tendría bajo control a cada momento la seguridad de Guzmán Loera para que este no volviera a fugarse porque ello sería “imperdonable”, no había por qué no creerle.
Por eso, entre otras cosas, la Marina no se pronunció sobre posibles fallas y puntos débiles en la seguridad perimetral, interna y administrativa del penal de alta seguridad de El Altiplano. No había por qué dudar de la palabra presidencial y de la integridad de sus colaboradores civiles más importantes. Error.
¿Queda el trabajo de inteligencia de la Marina en entredicho por la traición de servidores públicos federales y estatales para facilitar el escape de Joaquín Guzmán Loera? No, en lo absoluto, pero lo que sí se ha fracturado más allá de la obediencia institucional, es la confianza y el milimétrico estado de la cooperación entre militares, marinos, policías federales y funcionarios civiles de seguridad.
Ahora, como en el pasado, la pregunta que los mandos navales se hacen es ¿en realidad, con quién estamos tratando?
La Marina retoma la línea y varios puntos de la perspectiva aplicada en la Operación Gárgola, pero con mucha mayor información, con una mirada más amplia y un horizonte alimentado por datos recabados también por sus contrapartes de los Estados Unidos. La tercera captura de Guzmán Loera será una nueva guerra de inteligencia y contrainteligencia basada en premisas de alto riesgo y escenarios explosivos.
¿Cómo quieren los gobiernos de México y los Estados Unidos ahora al Chapo? ¿Vivo? ¿Muerto?
¿Cómo cree el Chapo que lo querrán detener después de la afrenta contra el Estado mexicano?
¿Vivo?
¿Muerto?
¿Cómo esperan sus perseguidores que será ahora su nivel de seguridad y de respuesta en caso de ser encontrado y de que se dé luz verde a las operaciones para capturarlo?
¿Está listo el Estado mexicano para una nueva etapa de violencia de alto nivel que envuelva la captura del Chapo Guzmán?
Aún a riesgo de que el gobierno federal recaiga en sus prácticas de corrupción y deslealtad, la Marina está avocada, de nueva cuenta en la recaptura del Chapo porque es su misión –más personal que nunca– y porque sabe que el objetivo no está muy lejos.
Jorge Medellín
@JorgeMedellin95
Estado Mayor MX
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