México, 19 de noviembre.- Manzanillo es uno de los puertos estratégicos del país por el volumen de carga y los diferentes puntos del Pacífico que conectan los barcos que recalan y parten desde aquí. El asesinato de un contralmirante de la Armada en días pasados puso de relieve los golpes que la Marina ha asestado en las últimas semanas en altamar a la delincuencia organizada. No es cualquier cosa que en tan poco tiempo el puerto haya sido escenario de sucesos que marcan un antes y un después en materia de seguridad y combate al crimen a poco más de un mes que comenzó el sexenio.
Pocas veces la Fuerza Naval del Pacífico ha dado golpes tan certeros al crimen organizado en un lapso relativamente corto como sucedió entre agosto y octubre de este año. En la tercera semana de agosto la tripulación del buque ARM “Godínez” atendió un reporte al suroeste de Manzanillo que los llevó a la localización con apoyo de un helicóptero Panther, de tres embarcaciones con motores fuera de borda donde se transportaban 126 bultos con cocaína con un peso de 5.6 toneladas. El hecho representó “la mayor incautación en un solo evento durante la presente administración”, de acuerdo con un comunicado de la secretaría de Marina de aquella fecha. En las embarcaciones se incautaron también mil 100 litros de combustible y se detuvo a 15 individuos que viajaban como tripulación.
La misma Fuerza Naval participó en un segundo evento donde personal naval con apoyo del buque patrulla interceptora ARM “Regulus” (PI-1115), una embarcación tipo Defender y un helicóptero tipo Panther, decomisaron 32 bultos balizados a la deriva que contenían cocaína con un peso de 1.6 toneladas. En la operación se aseguró una embarcación menor con tres motores fuera de borda que se encontraba al suroeste del puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán, que pertenece a la décima región naval al mando del almirante Vicente Andrade Morales con sede en Manzanillo.
El pasado 7 de octubre unidades de la Armada de México en funciones de Guardia Costera pertenecientes a la décima región naval, hicieron dos aseguramientos de cocaína frente a las costas de Manzanillo. En la primera a bordo de una unidad de superficie localizaron bultos balizados flotando en la mar, mismos que en su interior contenían cocaína, con un peso aproximado de 1.8 toneladas. “En una segunda acción, el personal naval aseguró una carga ilícita con un peso aproximado de 1.4 toneladas, asimismo, detuvieron a siete presuntos transgresores de la ley”, reportó en un comunicado la dependencia.
Estos decomisos al final del sexenio pasado y al comenzar la actual administración, fueron vistas como un golpe estratégico a las finanzas de las organizaciones criminales que operan en Colima. La reacción llegó días después cuando un comando atacó a dos marinos en el puerto de Manzanillo perdiendo la vida uno de ellos. El viernes 8 de noviembre el contralmirante Fernando Guerrero Alcántar fue acribillado a tiros en calles de esta ciudad, lo que representó el asesinato de un oficial de la Armada de más alto nivel en los últimos ocho años. Guerrero Alcántar fue titular de la Aduana de Veracruz hasta el año pasado, y de acuerdo a fuentes oficiales, su caso podría estar vinculado a las reacciones de las organizaciones criminales contra la Marina por los decomisos de semanas recientes en altamar.
Aduana de oro
Un documento del Centro Regional de Fusión de Inteligencia (CERFI) Occidente fechado en noviembre de 2022, señalaba que el puerto de Manzanillo ha sido históricamente uno de los puntos marítimos más importante del país en manejo de carga, “situación que han aprovechado los grupos delictivos para la introducción de precursores químicos y cocaína, provenientes de Centro y Sudamérica y del continente Asiático”.
“En el estado de Colima se registra la presencia del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa (CDS), grupos que disputan el control de actividades ilícitas como distribución y venta de droga, tráfico de armas de fuego, lavado de dinero, extorsión y secuestro. Sin embargo, la disputa principal se centra en el control del puerto de Manzanillo, considerado el más importante a nivel nacional por su capacidad para el desembarco de buques de gran dimensión, lo que facilita el movimiento de numerosos contenedores, situación fundamental para él tráfico de droga y precursores químicos”.
Estas organizaciones sostienen desde hace tiempo una disputa por el control de los municipios de Armería, Colima, Tecomán y Manzanillo, donde hasta hace algunos meses la hegemonía del CJNG parecía quedaba firme.
El estado de Colima está considerado el más violento de la región Occidente por su densidad poblacional, lo que lo coloca en los 50 más violentos del país. El sexenio pasado se lanzó el Operativo Titán conformado por autoridades de los tres niveles de gobierno a petición del Ejecutivo colimense, el objetivo se centró en “reducir la violencia, aumentar la seguridad del estado y proteger la economía”. Algo que a decir de los registros oficiales no se logró del todo ya que los grupos delictivos aumentaron su nivel de beligerancia exhibiendo en lugares públicos cuerpos mutilados, protagonizando enfrentamientos a tiros con cuerpos de seguridad y ataques con armas de fuego a locales comerciales e inmuebles sede de negocios de giros negros como mecanismo de presión para extorsiones. El CERFI registró en los primeros años del sexenio pasado que el Cártel del Pacífico (o Sinaloa) estaba detrás de los “levantones” de policías municipales en activo como represalía por la captura de integrantes de su organización.
“La disputa por el Pacífico Mexicano es desde hace al menos cinco años, la zona de mayor conflicto geoestratégico en México, porque hay dos puertos muy importantes: El de Manzanillo y el de Lázaro Cárdenas, donde se recibe la mayor cantidad de precursores químicos provenientes de China, para la producción de opiáceos y opioides, heroína principalmente, para abastecer el mercado de drogas de los Estados Unidos. La disputa entre el CJNG y CDP, es por controlar los diez municipios de la entidad, pero sobre todo el Puerto de Manzanillo, para la introducción ilegal de precursores químicos y cocaína, así como el robo de mercancías en contenedores”.
Al estar considerado Manzanillo punto estratégico para el trasiego de droga, lo que ocurrió hace unas semanas con los decomisos de cocaína de la Armada, no es algo inusual. El sexenio pasado se incrementaron los aseguramientos sobre todo de conexión internacional. Otro documento, éste elaborado en septiembre del 2020 por dirección de Inteligencia de la Guardia Nacional, registró un decomiso que puso de relieve el significado detrás de la aduana en el puerto. “La Administración General de Aduanas (AGA), en coordinación con la Unidad Naval de Protección Portuaria de la Secretaría de Marina–Armada de México (Semar) y la Fiscalía General de la República (FGR) interceptaron un cargamento de 678.4 kilogramos de cocaína, procedente de Colombia y con destino a la ciudad de Yokohama, Japón”.
De forma paralela, el reporte hizo el registro de un informe de la fiscalía del estado de Colima, que reportó por esos días el hallazgo de 31 cuerpos en 15 fosas clandestinas en una brecha cercana a la carretera Tecomán-Cerro de Ortega, en la comunidad de Cofradía de Morelos, municipio de Tecomán.
La beligencia criminal no es nueva en Manzanillo, el puerto representa quizá el mayor reto para las operaciones de la Armada de México que con el asesinato del contralmirante Guerrero Alcántar acutalizó sus alertas para todo el personal respecto al riesgo que implica para la movilidad de oficiales de alto rango en lugares considerados dentro de la “franja roja” por los golpes asestados al crimen organizado.
Juan Velediaz / @velediaz424 / EstadoMayor.mx