México, 17 de septiembre.- Se le quiso poner bronco y no esperó por el “Estate Quieto” mucho tiempo. El gobernador de Sonora creyó que los tiempos panistas de “no veo, no oigo, no actúo” seguían vigentes y compró el más innecesario de los boletos políticos sexenales.
Porque le mandaron no solamente un “supervisor”, sino que entró la fuerza del Estado con todo para investigar su presunta “presa particular”, a la vez que poner orden en la falta de soluciones al grave problema de contaminación que tienen.
A final de cuentas Guillermo Padrés se puso al brinco con el poder central sin necesidad, sin entender las nuevas reglas del juego sexenal, y quedó expuesto de la peor forma, por una “colota” de agua en su propiedad.
Debió haberse dado cuenta de que con la llegada de Enrique Peña Nieto los gobernadores, de todos los partidos políticos, volvieron a su estatus original, y dejaron de ser “Virreyes”.
Michoacán debió haber sido suficiente aleccionador, porque en los hechos la federación controla toda la entidad. Y Alfredo Castillo se convirtió en la más inamovible posición política que tendrá a su cargo, con mucho, la elección del próximo candidato.
Con el sucesor del Presidente Peña, en el Estado de México, hubo un “manotazo” suficiente para poner a temblar a toda la clase política y el enviado de Osorio Chong sigue a carga de la seguridad, al menos como un dique. Se vean o no resultados, la decisión del cambio en ese ámbito vino de fuera.
Cuando entrevisté al expresidente Felipe Calderón en Boston el año pasado, seguía pensando que había hecho lo correcto en no responder los agravios por parte del entonces gobernador de Coahuila que llego, incluso, a mandar pintar bardas llamándolo “borracho”.
Inolvidable aquel “Y yo por qué” que ejemplifica la nula capacidad de gobernar, de compromiso con los mexicanos, del expresidente Vicente Fox.
Con Enrique Peña Nieto todo es, y seguirá siendo, diferente.
¿Manotazos con guante de seda? Puede haber muchas interpretaciones, pero la definición del primer mandatario está precisamente en su capacidad de “intervenir”, de darse por enterado, de tomar decisiones de poder. Que se traducen como decisiones. Y con esto, dicen en mi pueblo, tengo bastante.
Peña Nieto mete las narices en todo. Ejemplo de esto es su decisión, imposible de imaginar con un mandatario que se preocupaba, que se sentía atrapado entre rivalidades ancestrales como admite haber sido Felipe Calderón, de otorgarle el mando del Desfile Militar del 16 de septiembre a un jefe de la Marina-Armada.
Es decir, de quitarle el control que la Sedena ha tenido desde tiempo inmemorial sobre un evento que para los militares está lleno de significados. Golpe brutal que no han tenido sino que asimilar, y sin poner mala cara además.
Por eso está cargado de significados que la “intervención” federal en Sonora esté encabezada por Alfonso Navarrete Prida, un exprocurador muy cercano al primer mandatario que pidió, porque quiere tener un espacio político que lo conduzca a la gubernatura del Estado de México.
Es decir, manda a un hombre que conoce de leyes pero que va a privilegiar la negociación. Carambola de varias bandas que viene junto con la anunciada decisión del titular de Gobernación de no recibir al gobernador de Sonora.
Padrés tiene que haber entendido que en este sexenio no hay espacio para exabruptos ni broncas con el gobierno federal, que cada acción tiene una respuesta y que ésta no tarda en producirse. Porque lo bueno con Peña Nieto es que es muy fácil saber a qué atenerse.
Miles de economías familiares están afectadas por una contaminación que pertenece a la iniciativa privada, ese es el problema principal. Todo lo que ha surgido alrededor del rancho privado del gobernador de Sonora es extra. Guillermo Padrés tendría que haber sabido que nada puede ocultarse cuando se ocupa un cargo público, y que con la existencia de redes sociales, con una sociedad más informada y que demanda estar enterada, es muy difícil negar la verdad.
De qué manera decidirá responder en los hechos el primer mandatario está en el ámbito de acción de Navarrete Prida. Mientras tanto, todas las dependencias investigan si hay o no delito a perseguir en haberse hecho una presa en su rancho, como aquellos hacendados de antes de la Revolución…
Isabel Arvide
@isabelarvide
Estado Mayor
