El armario castrense

Foto colgada en Facebook por el Ejército Israelí. Foto: EspecialMéxico, 14 de junio.- 

La imagen de la mujer en el ejército, ha cambiado hasta en los medios de comunicación, pues cada vez es más visible. ¿Cómo olvidar aquella portada de la revista Proceso (edición 1688) –publicada el 18 de marzo, Día Internacional de la Mujer- en la que una bella integrante de las fuerzas armadas de Ciudad Juárez avanzaba con sus gafas oscuras portando una ametralladora bajo el sol desértico?

Las mujeres de las guerras de siempre, se quedaban a levantar hogares en crisis, mientras el marido se enlistaba en el Ejército rumbo a la condecoración o a la muerte. Ahora, el que las mujeres se enrolen ya no está fuera de su rol, al contrario, es una de las expresiones de su emancipación:

Según informa la Cámara de Diputados, para el año 2013, el número de mujeres en el Ejército se duplicó a 12 mil 345 integrantes.

A penas en 2006 eran ya 6 mil 309 mujeres de entre los 191mil miembros del Ejército; hoy parece que la tendencia se revierte, y podría ser que muy pronto dejen de ocupar el marginal 3.30% del total de ese año.

La Gral. Bgda. C. D. Ret. María Eugenia Gómez López, fue la primera mujer en entrar al Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos en el año 1957; para llegar a General hizo un largo camino como enfermera y odontóloga –graduada tanto de la Escuela Militar, como de la UNAM–, hasta hacer la Maestría en Administración Militar para la Seguridad y Defensa Nacional.

¿Cuántos años llevan las mujeres haciendo sala de espera para aspirar a generalatos o capitanías?

Se piensa que el ejército es como la Iglesia, o más lento que ésta en aceptar los cambios que se dan a nivel global.

En 2014, un 54.9% de las mujeres en la institución, tienen cargos de soldados y cabos, después le sigue el cargo de teniente con 11.3%. Pese a las cifras, se observa aún un ascenso rápido de las mujeres al interior de la institución castrense.

Son preguntas que nadie se hace ni en tiempos de mujeres sobresalientes en el ámbito laboral, ni ahora que los homosexuales tienen derecho al matrimonio

Las mujeres en el Ejército comenzaron cuidando de los soldados en el año 1938; eran las enfermeras del general, las enfermeras del coronel, las enfermeras del soldado. Las últimas en el escalafón.

Fue hasta 2007 que las mujeres pudieron a la escuela militar, incluso para ser piloto aviador.

Este es el lento ascenso de las mujeres en el ejército, el cual pugna por ser motor de igualdad de género; pero ellas no son las únicas que han protagonizado su propia guerra por lograr igualdad en las filas del Ejército; hay otros grupos aún más vulnerables: los homosexuales y los seropositivos.

¿Cuántos homosexuales están en el armario castrense esperando aceptación para salir sin ser estigmatizados?

¿Cuántos militares portadores del VIH-sida son discriminados?

En Letra S, el diario La Jornada llegó a publicar una encuesta realizada entre julio de 2001 y julio del 2002 en la XXI Zona Militar, coordinada por el doctor Ramón Hernández Martínez, de la Secretaría de Salud de Michoacán, la cual reveló que de 660 soldados encuestados, 88 presentaron alguna enfermedad de transmisión sexual, y varios de ellos más de una. Las más frecuentes fueron gonorrea (55), herpes (12) y el virus del papiloma humano (12). Además, se reveló un bajo uso del condón entre los soldados.

En el 2007 la Suprema Corte de Justicia de la Nación retomó el caso –aplazado desde 2005– de militares con sida, que la Sedena pretendía sacar de sus filas, como en una especie de juicio sumario contra todos los elementos que tuvieran enfermedades incurables. En ese entonces, un pequeño grupo de militares decidió salir del armario del cuartel para exigir respuesta del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas, ya que no contaban con ningún respaldo médico.

Existe poca información pública acerca de los casos de portadores de VIH-sida, en el Ejército y Fuerza Área Mexicanos, en 2003, la Sedena, conforme a la Ley de Transparencia y Rendición de cuentas, dio un informe en el que vinculó la homosexualidad con los casos de VIH que se han presentado en esta institución del 2000 al 2003. Según la Secretaría de Defensa Nacional, en el periodo referido solo hubo 39 casos “confirmados”.

 

Lo más inquietante de esta respuesta de la Sedena en aquel año 2003, no está relacionada solo con lo difícil que es convencerse de las cifras, sino en la definición y vínculo que con la enfermedad de transmisión sexual hacen de la homosexualidad. Primero aclaran que según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (IV Edición), sacó en 1994 a la “homosexualidad” de entre su lista de enfermedades mentales. Inmediatamente después, se dice que:

“Existe una condición clínica denominada trastorno de la identidad sexual, que consiste en la identificación acusada y persistente con el otro sexo con deseos repetidos o insistencia de la persona de ser del otro sexo; con malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes, buscando el tratamiento de reasignación (cambio) de sexo”.

Para cerrar, la Secretaría de Defensa Nacional, asegura que no se ha encontrado a algún miembro del Ejército con “trastorno de identidad sexual”:

“Con base en lo señalado, respecto a la existencia de casos de homosexualidad, no existe ningún procedimiento o método para la detección de “homosexualidad” en la práctica médica general ni en la atención clínica psiquiátrica dentro del ejército mexicano.

Hasta el momento no se ha establecido el diagnóstico clínico en ningún miembro del Ejército con trastorno de identidad sexual”.

Lo cierto es que la homosexualidad existe en cualquier ejército, para lo cual no se puede acceder a cifras, pues sería muy complicado entrar a los secretos ya no de habitación, sino de cuartel entre los miembros de la milicia.

En otros países de América Latina, como Uruguay, hasta el presidente de izquierda, José Mujica fue criticado por ratificar que para el ingreso al Ejército no se debe ser portador del Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH-sida).

Hoy, la imagen tanto de la mujer, como de los homosexuales, y de los portadores del VIH-sida, está cambiando poco a poco en las instituciones castrenses, pues la sociedad empuja en búsqueda de una milicia más incluyente.

Yuriria Rodríguez Castro

Estado Mayor

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