El New York Times en tiempos de Wikipedia…

México, 11 de febrero.-El periodismo de investigación es una de las ramas más apasionantes de dicha profesión, el ir atando cabos, descubriendo datos “ocultos” con cada entrevista y con cada documento revisado suele generar en el periodista y/o comunicólogo una satisfacción difícil de describir.

Pero a su vez, el periodismo de investigación conlleva una gran responsabilidad, no solo el redactor debe ser capaz de contarle al usuario en unas cuantas cuartillas un trabajo de meses e inclusive de años sino que además cada palabra, cada dato, cada declaración debe estar respaldado, la credibilidad y el impacto del texto depende de ello.

Medios de comunicación como The New York Times, The Washington Post, Times, BBC, The Economist, Proceso e Impacto han construído su reputación a base del cuidado puesto por parte de sus respectivas redacciones en que los trabajos publicados cuenten con fuentes fidedignas y cuya probable refutación resulte prácticamente imposible.

Al parecer, The New York Times pensó que su reputación era suficiente al publicar un reportaje en el cual asegura que el gobierno Norteamericano intervino en la designación del Secretario de la Defensa Nacional de México mediante el veto de uno de los candidatos, el hoy Comandante de la XI Región Militar, el General de División Augusto Moisés García Ochoa, por presuntos nexos con el crimen organizado, basándose en las declaraciones de dos “funcionarios” mexicanos que decidieron permanecer en el anonimato.

Como era de esperase en estos tiempos modernos en los cuales la información se difunde y se procesa casi en tiempo real, la nota publicada en el portal del medio estadounidense era replicada en menos de una hora por medios mexicanos, la red social Twitter se llenaba de mensajes comentando la nota y las dudas sobre la soberanía del gobierno mexicano en su capacidad y libertad de elección de funcionarios empezaron a surgir.

Lo peligroso de la mentada nota es la fortaleza que se le dan a las oídas, al chisme, al trascendido y a la información sin fuente, ya que a lo largo de todo el documento, The New York Times no presenta un solo documento que compruebe la veracidad de la supuesta investigación iniciada por la DEA hacia el General García Ochoa y la redacción de la nota da la impresión de que ni siquiera se buscó a los involucrados para desmentir la información vertida por estas famosas fuentes anónimas.

¿Por qué el editor del New York Times publicaría una nota con tan poco sustento?, es difícil saberlo y la verdad se encuentra contenida en los muros de su oficina y al ver los resultados, en realidad no importa, el daño está hecho, muy a pesar de los desmentidos hechos por los gobiernos de ambos países y por el propio Secretario de la Defensa Nacional mexicano…la celeridad con la que se distribuyó la información, aunado a la penetración social de Twitter y la reputación “veraz” del medio lograron que más de uno levantara la ceja en señal de suspicacia.

¿Podrán los involucrados salir de este escándalo mediático?, todo dependerá de lo corto de la memoria colectiva…si acaso esta historia tiene moraleja, es que los periodistas debemos ser muy cuidadosos con nuestro trabajo, se pueden destruir vidas por un mero chisme.

Cualquier similitud con la credibilidad de la cual gozan los testigos protegidos en México es mera coincidencia…

Angel Silva Juárez

Estado Mayor

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