Mariguana, aprobada

México, 8 de noviembre (La Razón).- En dos estados de la Unión Americana habrá tiendas dedicadas a la venta de mariguana y ésta podrá ser adquirida por cualquier persona mayor de 21 años.

Se trata de un paso importante, aunque no sabemos si es en la dirección correcta.

Adiós al pretexto de los fines “medicinales” para el consumo de cannabis en los estados de Colorado y Washington. El propósito es la diversión o el simple antojo de quien quiera fumarla.

La decisión adoptada en referéndum el martes tiene pros y tiene contras. Es un paso hacia la libertad, pues cada quien podrá decidir si se hace daño o no con el consumo de ese producto que, dicen, no es más dañino que el alcohol o que el tabaco.

Sin embargo el que pagará por esa libertad será el contribuyente de esos estados, con la instalación de más centros de salud para combatir las adicciones generada por las nuevas oleadas de consumidores. Así lo han decidido ellos y están en su derecho a hacerlo. Eso no está a discusión, pero habrá que observar la evolución de esa arista del problema.

La duda surge ante el hecho de que si el tabaco y el alcohol, productos igualmente adictivos, son lo suficientemente perniciosos como para distraer la atención y el presupuesto del Estado, ¿qué necesidad hay de introducir una nueva droga al terreno de la legalidad?

Y si el acuerdo para legalizar la mariguana es porque cada quien tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que quiere, entonces lo congruente sería abrir las puertas de la legalidad a la heroína, cocaína y otras drogas sintéticas.

La mariguana no es una droga tan nociva como se cree vulgarmente, se ha esgrimido y tal vez sea verdad. Por ello, afirman, no puede recibir un trato similar al de otras drogas consideradas duras.

El argumento anterior es convincente. Y lo es en el terreno de las libertades, en el derecho de cada quien a consumir o no.

De acuerdo, pero una decisión para consumir mariguana sin restricciones legales no altera necesariamente el fenómeno de la violencia asociada a las drogas.

La violencia se halla ligada al tráfico de drogas duras, a la disputa por mercados y por rutas. Permitir el consumo y la compra de mariguana no altera este hecho ni cambiará el circuito de violencia que se desarrolla alrededor de las drogas.

El argumento anterior es válido, sobre todo en apoyo de la decisión de los votantes de Colorado y Washington. Si la violencia no está en la mariguana, ¿por qué criminalizarla?

Hay razones válidas que invitan a observar cuál será el impacto de la medida adoptada el martes, no precipitarse a aplaudir ni a condenar.

El único riesgo grave es su carácter irreversible. Difícilmente se podrá dar marcha atrás, aun cuando sea una medida equivocada.

Pablo Hiriart

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