
México, 6 de diciembre.- El tono era especialmente cálido. Roberto Borge había escrito un discurso pundoroso, en verdad agradecido, hasta emotivo. El recinto tan pequeño no acusaba las medidas extremas, estilo Obama, de seguridad que habían sido ordenadas. Hasta las mujeres militares que habían portado la bandera del Estado suavizaban el tono.