México, 2 de julio.- A 9 años de distancia se antojan proféticas las palabras cuando toma las riendas del país Felipe Calderón y declaraba que el crimen organizado amenaza a México, queriendo inmovilizarlo y aterrorizarlo, “Y ordeno a los Secretarios de Marina y de Defensa a redoblar el esfuerzo para garantizar la seguridad nacional…”, continuaba “.. restablecer la seguridad no será fácil ni rápido, que tomará tiempo, que costará mucho dinero, e incluso y por desgracia, vidas humanas.” (http://calderon.presidencia.gob.mx/2006/12/palabras-al-pueblo-de-mexico-desde-el-auditorio-nacional) . Desde aquel momento, el mayor problema al que se ha enfrentado el Ejército es la falta de un esquema o soporte legal para su actuar.
Con creces se ha justificado la imperatividad de su presencia en las calles bajo el artículo 89 constitucional. El mejor argumento sigue siendo la incapacidad de la fuerza pública como garante de la seguridad. La falta de claridad, incluso de un protocolo de uso de fuerza en “apoyo a las autoridades civiles” cuando se enfrenta, precisamente, contra “civiles” -así sean “civiles” armados con lanzacohetes RPG o grupos paramilitares con equipamiento comparable al de un ejército regular- pone entre la espada y la pared al ejército. Para el General Secretario es un tema que amerita tiempo y espacio de su entrevista con Carlos Benavides: (El Universal http://www.eluniversal.com.mx/nacion-mexico/2015/exige-general-cienfuegos-justicia-en-caso-tlatlaya-1110642.html)
“… el artículo 89, fracción sexta, habla del derecho y la obligación que tiene el Presidente de la República para garantizar la seguridad interior empleando las Fuerzas Armadas. Lo que creo que es que hay un vacío importante, pues del artículo de la Constitución hacia abajo no encontramos ninguna ley reglamentaria, no hay nada que diga cómo deben de actuar las Fuerzas Armadas, hasta dónde, en qué lugar, en qué tiempo; creo que hace falta llenar este vacío y me parece que tendría que pensarse en una ley de seguridad interior y una ley de defensa nacional, que son los dos conceptos que maneja el artículo 89, fracción sexta; creo que con eso estaríamos en condiciones de poder participar de mejor manera en apoyo de las autoridades civiles, que son las encargadas de atender los problemas que tienen que ver con la delincuencia.”
Esta respuesta es una que el General Cienfuegos debe tener tatuada en su mente. Ya le había respondido a Vázquez Raña (http://www.oem.com.mx/elsoldemexico/notas/n3336294.htm) .Tiene que ser la justificación eterna presente en su ser más profundo como soldado por más de cincuenta años. Dar un marco legal, solucionar este impasse es una de las prioridades para la jurisprudencia de nuestro país. En esta casi década del Ejército “apoyando” en las labores de seguridad pública, en la práctica se ha visto que no funcionan de la misma manera (para la Ley) las condiciones sobre los protocolos del uso de fuerza. Y ahí vamos a Derechos Humanos, garantías individuales, uso del ejército y fuerzas armadas en labores policiales, un largo etcétera que como ejemplo tiene a Jalisco donde la estructura militar en búsqueda de “El Mencho” sumó 11,800 elementos (La toma de Autlán http://www.estadomayor.mx/53680 , Fuero Militar. Militares en manos civiles ¿para bien o para mal? http://estadomayor.mx/42088 )
El General Secretario Cienfuegos continúa a pregunta expresa de Benavides sobre el costo para las fuerzas armadas al estar realizando labores de seguridad:
“…no nos sentimos a gusto haciendo funciones de policía. Está ordenado por el comandante supremo, que es el Presidente de la República, pero estamos conscientes que de no hacerlo nosotros en este momento no hay quién lo pueda atender.”
También habla de un punto muy importante que escapa casi a todos los análisis: la corresponsabilidad de la sociedad civil. Y la falta de claridad frente a esta. Y es que se necesita ser ciego o no querer entender, que cuando las fuerzas armadas están en la calle, la cosa no está bien. El actuar cotidiano no es el mismo. Una sociedad no convive con las armas. Los ejércitos se crean para defender la soberanía y al pueblo de un enemigo extranjero. En términos coloquiales, es el cómo que sale cuando la política y la discusión fallan y queda sólo la fuerza. Es el amigo grande que además que se pelea por uno, sabe cómo pelear. Que ha sido entrenado para ello como profesión. En México, llevamos casi esta década de tener al brazo fuerte en la calle…y el brazo fuerte ni está capacitado ni sabe (ni debería saber) cómo estar en la calle.
Los civiles no entendemos esto. Pensamos que el ejército, así sea con armas largas y lanzacohetes, es otro uniformado más como el desprestigiado policía municipal. Y se le trata con el mismo desprecio. No son lo mismo. Para nada. De ahí todos los incidentes en los retenes, en operaciones de “coadyuvancia”, en no entender que en la práctica, estamos en un estado de excepción (México, ¿un estado de excepción? http://www.estadomayor.mx/47978, “Mencho” lanza un reto al gobierno http://www.estadomayor.mx/53395, Michoacán, el error de no declarar un estado de excepción http://www.estadomayor.mx/38110).
Los orígenes no son tan simples como las visiones de varios documentalistas y activistas sociales quieren hacernos entender. No se trata de un tema de causa-efecto en el cuál la violencia en las calles es culpa directa de la presencia del ejército en las mismas. Es de tantas dimensiones como aristas de complejidad. No es de los últimos diez, veinte, treinta años. Es un reflejo de una serie de situaciones sociales, económicas, políticas, culturales, e incluso, que rebasan nuestras fronteras, causales geopolíticas. Empero la característica que siempre aflora es el problema de la participación de las policías municipales. Cuando el fundamento y la base de la estructura política mexicana, el municipio, opera mal, es una cuestión de tiempo – y vidas- la descomposición del tejido social. Ayotzinapa es el mejor y más reciente ejemplo, microcosmos a la Realidad Nacional. (Guerrero un “modelo” de narco-estado http://www.estadomayor.mx/47973. Guerrero: el gobernador se tambalea http://www.estadomayor.mx/47552, La “narco izquierda” se exhibe en Guerrero http://www.estadomayor.mx/47512)
El titular de la Secretaría de la Defensa Nacional no encuentra ningún hilo negro. Lo visibiliza y pone en la luz pública:
“Necesitamos cuerpos policiacos más capacitados, mejor preparados, mejor armados, y que se les atienda en la parte de seguridad social… A nosotros nos urge que esto se dé para que sean ellos los que asuman la tarea que legalmente les corresponda.”
La gran pregunta que se deriva es ¿cómo se logra esto? Y seguido, ¿en cuánto tiempo?
La respuesta resulta un acercamiento a resolver el problema de la inseguridad en México. Hay que voltear a países que han pasado por la misma situación, países que ahora tienen mejores condiciones de seguridad que México. Colombia es un modelo a seguir. Muy importante en el proceso colombiano ha sido el retorno de la confianza a su población, el cambio de mentalidad y la “re-educación” civil en contra de la corrupción y la presencia de grupos delictivos en la política misma. Aquí un pequeño granito de arena hacia esta conciencia civil: “poliaco” está considerado políticamente incorrecto, despectivo; “policial” es el término adecuado.
Los “apatridas”: las fuerzas ocultas de una guerra sin declaración
El siguiente segmento de la entrevista tampoco se ha analizado con el suficiente interés, es importante tenerlo completo:
CB: Usted el mes pasado solicitó, en uno de sus discursos, unidad contra los apátridas. ¿Quiénes son esos apátridas?
SC: Pues los que no tienen patria.
CB: ¿Específicamente a cuáles se refería en ese momento?
SC: A esos cuyo único interés, su objetivo, es lucrar con el terror, envenenando a los jóvenes, a los niños, haciendo padecer a la sociedad, poniendo en riesgo el patrimonio de ciudadanos honestos que se han dedicado a trabajar toda su vida; poniendo en el tema de la inseguridad a las madres de familia que llevan a sus hijos a la escuela. Esos no tienen patria, y por eso los llamé apátridas. No podemos pensar que son mexicanos de bien quienes se dedican a vivir del crimen, del terror de la sociedad. A esos me refiero. Esos son los apátridas.
CB: ¿En ese mismo costal metería a la clase política que se amafia con el crimen?
SC: Pues si hay personajes de estos que están involucrados con el crimen, pues también son apátridas, también están dañando a la sociedad nacional. Yo pienso que entrarían en la misma bolsa aquellos que estén vendidos a las organizaciones criminales.
El militar de mayor rango en el país, ubica en la misma categoría a terroristas, miembros del crimen organizado y los políticos inmiscuidos en este tenor. Los hechos de Ayotzinapa evidenciaron la actual descomposición de nuestro tejido social: el crimen organizado, más allá de estar involucrado en la política, ha logrado obtener y ser el poder legal en México. Por la vía democrática, ganando elecciones. Esa es arena de otro costal que tampoco ha sido analizado a fondo. Lo que queda claro y evidente, es la responsabilidad ciudadana. Todos esos votos que llevaron al poder a los ahora señalados por el General Secretario Cienfuegos como “apatridas”, fueron depositados por ciudadanos, mexicanos que, quizá, también están a un paso de ser “apatridas”.
Bajo esta lógica, es sumamente delicado defender y decir que México vive un Estado de Derecho pleno y sano. Sorprende que cada vez que menciono cómo el orden establecido y el status quo no pertenece ya a la clase empresarial o política, sino a estos apatridas del crimen organizado. Basta estar en un restaurante, bar o centro de baile en Nuevo León, Coahuila, Durango, Chihuahua para comprender que quiénes mandan y establecen las reglas, son ellos. O vivir en Guerrero. O Michoacán. O Jalisco. O ser empresario restaurantero en el Distrito Federal donde ya también se evidencian los primeros efectos de este poder de facto. (http://www.eluniversal.com.mx/ciudad-metropoli/2015/impreso/antreros-denuncian-extorsion-del-cjng-132890.html)
Continúa el Secretario de la Defensa:
“…nosotros hablamos de más de mil 500 acciones diarias. En la geografía nacional tenemos, sólo para atender el problema de la delincuencia, entre 35 mil y 45 mil soldados, todos los días en las calles..”
La Realidad y las declaraciones comprueban la sensación que hemos tenido la pasada década de vivir sitiados. Hasta ahora, no he visto un Estado firme y sólido que tenga a militares con lanzagranadas vigilando el libre tránsito de las carreteras. Ahí tenemos las imágenes de hace unas semanas en Jalisco (Expediente: Jalisco http://www.estadomayor.mx/53601, Sedena asegura arsenal en zona donde fue derribado el Helicóptero Cougar http://www.estadomayor.mx/53510).
La no declaración de un estado de excepción -que en la práctica es lo que viven millones de mexicanos que no salen de sus domicilios apenas cae el sol- obedece a razones políticas y económicas. Inaudito declarar que la otrora novena economía del mundo, sea un país inmerso en -casi- una guerra civil, un Estado incapaz de velar por las garantías individuales. Más importante, el estado de excepción sería justamente el marco legal para que el Ejército esté en las calles. Otra contradicción para la SEDENA y México: la ausencia del marco legal es el marco legal que necesita tanto el Ejército Mexicano como el Gobierno.
Ahí el meollo del fuero militar. A pregunta expresa si fue un error eliminarlo, el General Secretario declara:
”… pienso que sí porque están poniendo al Ejército en situaciones muy sensibles, vulnerables, delicadas, en las que nuestro personal ahora piensa si lo procesan por desobediencia, por no obedecer al secretario, o lo procesan por violar derechos humanos.”
El problema de la inseguridad y violencia en México no se va a resolver atendiendo a una sola arista. Ni reduciendo su complejidad a una simple visión de “bueno” y “malo”.Como sociedad civil, debemos encarar nuestra responsabilidad. Asumir nuestra participación en el problema. Comprender que el Ejército no despertó un día y decidió que lo mejor era salir a patrullar México. Lo tuvo que hacer. Para salvaguardar la soberanía de nuestro país, de sus habitantes. Por mandato del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. Por una necesidad imperativa ya repetida en los últimos dos sexenios.
El General Secretario enfatiza:
“…soy de la opinión que si vamos a utilizar las Fuerzas Armadas las utilicemos para poner orden, no para ver si pondremos orden.”
Bruno Cárcamo Arvide
@Bruno_m9
Estado Mayor MX
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