México, 22 de junio.- Aunque México no es un blanco para actos terroristas, sirve como “trampolín” para que grupos extremistas lleguen a los Estados Unidos, o bien, para reclutar a hombres y mujeres.

Mucho se hace hincapié en la posibilidad de que grupos terroristas islámicos utilizan o se alían a los cárteles mexicanos de las drogas para realizar acciones violentas en la Unión Americana ya que una de las puertas que da paso a extranjeros sin documentación, es justamente la del sur de la República mexicana.
Después de que Donald Trump tomará posesión como presidente de los Estados Unidos el pasado 20 de enero, y nombrara a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, México tiene otro traspié. Se trata de la entrada de iraníes por la zona de Chiapas, que llegan de forma irregular al continente americano, con la firme intención de acercarse al norte para introducirse al país.
Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), tan solo en el 2020 llegaron 174 mil 961 inmigrantes al estado de Chiapas y, de acuerdo al Comité de Derechos Humanos “Digna Ochoa”, en dicho estado “se ha dado una inédita oleada masiva de cientos de personas provenientes de países muy lejanos, tales como Irán, Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán y Rusia que arriban precisamente a la ciudad fronteriza de Tapachula”.
“La ruta que siguen los extranjeros tras salir de sus países es llegar a Nicaragua, para luego trasladarse a Guatemala y de ahí entrar a México de forma ilegal a través del río Suchiate”, se lee en un documento de dicho comité.
La preocupación es latente para los norteamericanos debido a que el grupo terrorista Hezbollah ha amplificado su existencia en América Latina, principalmente en Venezuela, nación señalada por tener nexos con Irán. Se ha descubierto que este grupo terrorista tiene vínculos con grupos del narcotráfico en México, esto, de acuerdo a lo dicho en 2015, por el subcomandante del Comando Sur estadounidense, Kenneth Tovo.

Terroristas buscan alianzas con narcos
Documentos consultados por EstadoMayor.mx encontraron que previo a la muerte del líder militar iraní Qasem Soleimani, a manos del Ejército estadounidense, éste, había ordenado el intento de asesinato de Adel Al-Jubeir quien fungía como embajador saudí en Estados Unidos, en Washington D.C., en 2011. El ataque fue encomendado a un sujeto identificado como Manssor Arbabsiar, supuesto espía de las Fuerzas Reales, una unidad de operaciones especiales de la Guardia Islámica Revolucionaria iraní. Para poder lograr este encargo se contactó con un presunto operador de Los Zetas, quien en realidad era un agente encubierto de la Agencia Antidrogas (DEA, por sus siglas en inglés).
“Las fuerzas de Irán, reportadas por fuentes abiertas, han estado trabajando con los narcotraficantes mexicanos para tratar de asesinar en la capital al embajador de Arabia Saudita”, declaró en su momento el general Tovo, ante el senado de su país.
El medio electrónico Infobae publicó en su portal que “un vendedor de automóviles iraní-estadounidense que vivía en Texas -identificado como Manssor Arbabsiar- conoció a un hombre que creyó que era miembro del cártel mexicano de Los Zetas, a quien ofreció 1.5 millones de dólares para asesinar al entonces embajador saudita”.
De acuerdo a notas periodísticas, Arbabsiar debía encontrar a un mexicano y que éste fuera experto en explosivos para hacer detonar una bomba frente a la embajada saudí en Washington, o bien, afuera de un restaurante frecuentado por el embajador Al-Jubeir, lo cual no ocurrió.
“El contacto de Arbabsir en Tamaulipas había sido de hecho un narcotraficante que colaboraba con la DEA a cambio de no enfrentar cargos en Estados Unidos. Su nombre clave se dio a conocer como CS-1”, publicó el sitio web Enlace Judío.
Este es uno de los episodios que quedaron marcados y que muestran cómo los grupos terroristas islámicos utilizan a los cárteles mexicanos para llevar a cabo actos violentos en Estados Unidos.
Detectan a miembros del Estado Islámico o Daesh en México y Centroamérica
En 2019, el Departamento de Seguridad Interna estadounidense (HSI, por sus siglas en inglés) alertó a autoridades mexicanas sobre la presencia de tres terroristas tras su andar por Centroamérica. Se trata de los egipcios Hibrahim Mohamed y Mohamed Eissa, junto con el iraquí Ahmed Ghanim Mohamed Al Juburi.
En aquel momento aún operaba la Policía Federal, la cual fue informada por el HSI de que los egipcios habían estado en Paso Canoas, Costa Rica, aunque habían perdido su rastro, pero existía la posibilidad de su internamiento a suelo mexicano; en tanto, Mohamed Al Juburi de Irak, había sido detenido en dicho país centroamericano.
La pista de otros posibles miembros terroristas que se han dado en nuestro país son diversas, una de ellas es la de un iraquí radicado en Guanajuato, cuyo sujeto consideraba que “Al Qaeda era un proyecto perfecto y alineado al Corán durante el liderazgo de Osama Bin Laden”. Reconoció además haber ayudado a entre “30 y 40 extranjeros en su traslado a zonas de conflicto yihadista en Siria y unirse al Daesh”.
Documentos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Defensa), dados a conocer por el grupo de hackers “Guacamaya” señalan que una mujer asentada en el municipio de Cuautitlán Izcalli, Estado de México, había tenido contacto vía Facebook con un tunecino de nombre Boubaker El Hakim, dedicado a reclutar gente para el Daesh.
El periódico Mileno publicó que este sujeto “fue abatido en 2016, cuando era líder del aparato de atentados en Europa del Daesh, donde participó en la coordinación de los ataques de París de noviembre de 2015”.
“En dicha célula también militaba el argelino Salah Eddine Gourmat, coincidente en nacionalidad y nombre (Sala Eddine), con quien la menor mexicana contrajo matrimonio vía internet, lo que dio cuenta de los riesgos asociados al extremismo vía redes sociales”, reportó dicho diario en una publicación de octubre de 2022.
Rodrigo Alarcón / @tiburon_alarcon / EstadoMayor.mx
