Las Fuerzas Armadas y el uso de las redes sociales

México, 11 de diciembre.- El uso de las redes sociales podría dejar de ser un tabú para los miembros de las Fuerzas Armadas en México con la nueva legislación. En contra, existe el obstáculo de los temas de seguridad nacional, y que éstos pudieran ventilarse en los sitios web.

Desde comienzos del milenio, se vislumbró una guerra en redes sociales, más allá de las filtraciones generadas por Wikileaks, lo que propició un plan emergente de seguridad global. Sin embargo, sitios como Facebook y Twitter han posibilitado el amortiguamiento de la inseguridad, al permitir la expresión sin repercusiones serias, de las inconformidades sociales.

En Estados Unidos se ha conformado un ejército casi “paramilitar”, integrado por aficionados, quienes combaten en la llamada “ciberguerra”, encabezada por el teniente general Rhett Hernández. La implicación de aislar del uso de las redes sociales a los elementos del ejército, establece dos campos de batalla a nivel global: el territorial-marítimo, y el virtual, lo que produce una disociación de riesgo, pues combatirlos por separado, no necesariamente facilita un combate coordinado.

El debate legislativo en los hechos

La aparición de un debate legislativo sobre permitir que los miembros de las Fuerzas Armadas en México, tengan perfiles en Facebook y cuentas personales en otros sitios web, se encendió con el fenómeno #Yosoy26, surgido de la defensa a los militares implicados en la masacre de Tlatlaya. El temor al libre uso, e imposible restricción total, recayó en el hecho de que se cuestione una decisión de Estado, la de culpabilizar a soldados, sin que ningún alto mando tuviese aparente responsabilidad.

El miedo se amplifica si se lleva a otros niveles la protesta, incluso a mandos militares, o al propio Presidente de la República. Este es el debate político, sin considerar las implicaciones de información denominada “confidencial”.

Legislar se ha quedado al nivel de propuesta en México, bajo la idea de que esto debilitaría la imagen del Ejército. Hay que considerar otros casos, como el de Israel, donde se había permitido la creación de perfiles militares en las redes sociales, con todo y uniforme, luciendo a todo lo que da su investidura. Esto quizá se justifica por la noción fundacional y la cultura militar de ese país. Sin embargo, el escándalo se desató, cuando en el año 2010, una soldado israelí, Eden Aberyil, presumió en su cuenta de Instagram, fotos con presos palestinos atados y con los ojos vendados, mientras ella sonreía en primer plano.

El caso de Estados Unidos es peculiar, ya que los miembros de las Fuerzas Armadas tienen cuentas en las que publican con total libertad fotos con sus uniformes que los identifican en sus actividades militares. Sin embargo, recientemente, el gobierno americano ha emitido recomendaciones para que sean más discretos en la información que aparece en estos sitios, ante posibles amenazas terroristas.

Pero las redes sociales cumplen una función en guerra, la misma que para los conflictos de orden social, la de ser una “válvula de escape” determinante y favorable para focalizar y contener el efecto de la violencia. En países como México, el uso de Internet como detonador de movimientos sociales ha sido fugaz y de menor influencia, no así en otros países, como el caso de España o el propio Estados Unidos.

Si se piensa que la información considerada como de “seguridad nacional”, podría filtrarse en las redes sociales a partir de los elementos del Ejército y Marina, es porque se supondría una estrecha vigilancia y detección de agentes que ya tienen presencia en las mismas, ya no se diga bajo su cargo, sino como ciudadanos. ¿Pero acaso se sabe y se controla a aquellos que bajo un alias, o incluso como militares ya tienen sus perfiles en las redes?

No es así, indudablemente muchos elementos de las Fuerzas Armadas tienen su perfil en Facebook y su cuenta en Twitter bajo el anonimato civil, pues resulta imposible contener un fenómeno de este tipo, por lo que legislar sería el camino lógico.

¿Propaganda o contrapropaganda?

La evaluación de si es pertinente aprobar el uso de redes sociales de las Fuerzas Armadas tendría que ir en dos sentidos: su uso como propaganda de Estado, o el riesgo a que se convierta en contrapropaganda del mismo.

Lo cierto es que el potencial de uso de las redes sociales en la Armada de México está siendo desaprovechado como herramienta de comunicación, mientras que los grupos criminales sí están sacando provecho de páginas web y perfiles en redes.

Esta es una guerra a la que no se le ha hecho frente en el territorio mexicano.

 La velocidad de la propagación y la reacción

En tiempos en los que la necesidad de reacción es inmediata, las Fuerzas Armadas deben contar con los elementos y estrategias de comunicación que les permitan dar respuesta a las posibles crisis que pudieran surgir desde las redes sociales. Esto cuestiona los procesos jerárquicos y sus tiempos de decisión, que tienden a aparentar procesos burocráticos en el ámbito castrense.

Se requiere de un equipo bien entrenado en materia de respuesta, así como en todos los temas políticos, económicos y sociales. Esto no es tarea fácil para la institución que representa el Ejército y la Marina, ya que aún no cuentan con un equilibrio entre el elemento humano y la infraestructura.

Los miembros de las Fuerzas Armadas tendrán que acortar la brecha con la tecnología, capacitarse y entrar en un proceso de alfabetización digital, pues la tecnología es una herramienta, pero no puede substituir al hombre, mucho menos al elemento castrense en la toma de decisiones.

El problema de la inteligencia estratégica

Para entender el problema de la inteligencia estratégica en lo militar, habrá que considerar su papel y contexto. En materia de redes sociales, no se podría aprobar una ley que posibilite la participación de la Armada en la Internet, sin pensar en las repercusiones globales, en las leyes internacionales, y en la percepción geopolítica.

Normar lo que por otra parte es visto como coherente en el derecho a la libre expresión, hará más difícil incluso una reglamentación sin mayor peso legal. He aquí la paradoja: urge un sistema cada vez menos poroso en lo relacionado con la inteligencia estratégica, pero también es apremiante una mayor apertura por parte del Ejército y la Marina en materia de comunicación social.

La realidad es que las redes sociales y la Internet ya son de uso cotidiano por parte de las Fuerzas Armadas en México. En lo relacionado a inteligencia estratégica mucho más; el uso de drones, así como la investigación ante una alerta o posible amenaza, sería inimaginable de abordar sin cuentas y perfiles internos; ¿será que éstos no pueden ser hackeables?

Yuriria Rodríguez

Estado Mayor

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