México, 27 de enero.- Las autodefensas y policías comunitarias en Michoacán se podrían convertir en uno de esos remedios que salen peor que la enfermedad. La manera en que las autoridades las han respaldado ha dado lugar a un fenómeno que se le ha salido de las manos al gobierno federal, suponiendo que estuvo en sus manos alguna vez.
Una confusión semántica de Colombia para México
¿Qué Fuente Ovejuna tomó las armas primero? Este sería el comienzo para entender el fenómeno del paramilitarismo en América Latina. Después, habría que preguntarse si autodefensas de un país a otro, tomaron las armas con el mismo propósito y si comparten una base ideológica similar; o más aún, si cuando menos la tienen.
En Michoacán ya no se sabe quién es quién: si los paramilitares son autodefensas, Caballeros Templarios o grupos de choque apoyados por algún sector del gobierno. El caos de la acción es antecedido por una confusión de significado y de historia no revisada en su complejidad.
Pero entre fuego cruzado, la terminología es la que no permite una aproximación a la realidad del fenómeno social, porque hoy se habla de “paramilitares” como si se tratara igual de “guerrilla” que de “grupos de autodefensa” en México, lo que no ocurre en países como Colombia. Pero en México, a diferencia de Colombia, “policías comunitarias” y “grupos de autodefensa”, han sido confundidos ha voluntad desde el lenguaje mismo.
Primero hay que entender que en Colombia el paramilitarismo tiene su origen en el rechazo al colonialismo que a la fecha prevalece en dicha nación; sus manifiestos y acciones están dirigidos en contra de grupos que ostentan un poder territorial y económico que lleva siglos de historia, no es el caso michoacano en el paramilitarismo de los grupos de inicial de las autodefensas.
En Colombia, el narcotráfico ha llegado a auspiciar acciones paramilitares contra el orden gubernamental; en México, y particularmente en Michoacán son muchos los fenómenos que cohabitan: narcotráfico, autodefensas, policías comunitarias, comunidades aisladas. Las posibles semejanzas entre ambos países, parten del supuesto de que se trate de grupos de choque o escuadrones de la muerte, como los que utilizó Francia en la guerra contra Argelia.
El paramilitarismo en América Latina, llegó primero a través de los Estados Unidos en su búsqueda por contrarrestar a las guerrillas, es por eso que las autodefensas en Michoacán no corresponden al modelo de origen paramilitar.
“El rasgo común de los escuadrones de la muerte o paramilitares, fue el haber sido creados por parte de las fuerzas regulares de cada país, con la asesoría de la CIA” [1].
El paramilitarismo en Colombia, según el investigador Daniel García-Peña Jaramillo: “se encuentra en la vieja práctica de las elites colombianas de utilizar la violencia para obtener y mantener sus propiedades y sus privilegios en connivencia con el Estado” [2].
En México, la circunstancia colonial no es determinante en la actualidad, como sí lo es en Colombia; pero las semejanzas radican en la lucha contra la guerrilla, algo que sí se observa en el movimiento zapatista de los años 90, pero que no se presenta en el caso de las autodefensas michoacanas.
Las policías comunitarias y el paramilitarismo antes de Michoacán
¿Entonces, si no hay más precedente, a qué se parece este fenómeno en México, dentro de un marco de referencia paramilitar?
Tal vez podríamos tratar de explicarnos lo que ocurre con los grupos de autodefensa en Michoacán desde la perspectiva de los municipios autónomos en Chiapas. La búsqueda pudiera ser la misma, aunque los medios muy distintos.
Otro antecedente a las autodefensas michoacanas, se podría ubicar en Chihuahua con la comunidad mormona de los Le Barón, que en 2009, tras el asesinato de uno de sus líderes Benjamín Le Barón y de su cuñado Luis Carlos Widmar, el gobierno del estado capacitó y autorizó la formación de una policía comunitaria.
Pero antes de tener la autorización estatal, los Le Barón tenían un pasado criminal: dos hermanos de dicha familia, quienes fundaron la comunidad, tuvieron diferencias al pelearse el liderazgo religioso y uno dio muerte al otro; después algunos de sus miembros fueron responsables de varios asesinatos dentro de la congregación y fueron a parar a la cárcel, tal como lo cita un artículo publicado en 2009[3].
Mireles, sin mira
Se ve casi impasible, pero con un ligero movimiento en su ojo izquierdo y la mitad de su rostro como paralizado: Mireles Valverde, le otorga una entrevista a Carmen Aristegui, y cuando la periodista de CNN le pregunta si es un protegido del gobierno él dice que éste “tiene obligación de proteger a todos los ciudadanos mexicanos” [4].
El llamado “doctor Mireles”, de bigote, cabello cano y enfundado en una pijama por su estado de salud, aclara que quienes le han ofrecido seguridad no han sido miembros del gobierno, sino narcotraficantes, y que ha rechazado su apoyo: “No ve usted qué estamos combatiendo, que no queremos saber de ningún cartel” [5], dice haberle contestado a un supuesto representante de Ismael El Mayo Zambada.
Y aunque el líder de las autodefensas y policías comunitarias en Tecalcatepec, no es un prócer del zapatismo contemporáneo, entrelíneas deja ver cierto anhelo separatista, muy característico de los grupos que se rebelaron al sur del país.
Lo que refleja el discurso de Mireles es más una declaración autónoma en la defensa de lo que él llama “mi territorio”, después de que según él, la gente buscara la ayuda de grupos criminales para controlar la violencia en la zona y que ahora se ha convertido en una vacilante petición de apoyo del ejército. Pero detrás de estas palabras cobra más sentido la ineficacia de los órganos del gobierno federal para restablecer la ley, además de intenciones poco claras por parte de Mireles Valverde, quien ostenta un liderazgo emergente, surgido de un poder delegado, de un poder al que el gobierno federal ha renunciado para dejarlo en manos de un sector que dice representar al pueblo michoacano.
Mireles coquetea entre deponer las armas y que siempre no; luce confuso en sus miras, parece no tener objetivos claros; se muestra más como una víctima en deplorable estado de salud tras haber sufrido un atentado en aeronave cuando regresaba de una supuesta negociación para solucionar los conflictos michoacanos, de la que volvió sin éxito. Mireles, oculta sus miras, no revela sus cartas y poco se sabe de su origen. Todo en él es ambigüedad.
Con la atención que los medios han puesto en este personaje, se desdibujan los propósitos y la identidad de los grupos de autodefensa, pareciera que más allá de él no hay nada, que se trata de un movimiento autogenerado y es muy ingenuo pensar así.
Analizar la autodefensa como una organización para conocer su funcionamiento social y político tendría que ser primordial, antes de comenzar a definirla bajo la idea de grupo paramilitar, pues los grupos paramilitares se dan al margen de la legalidad y las autodefensas michoacanas han sido legalizadas, aunque una parte de su accionar se ha salido del marco de la ley, tomando la forma de una violencia organizada.
[1] Velásquez, E. Historia del paramilitarismo en Colombia, p. 4. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=221014794012
[2] Velásquez, E. cita a Daniel García-Peña Jaramillo en Historia del paramilitarismo en Colombia, p. 5. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=221014794012
[3] Rodríguez, Y. Los LeBarones, mormones con pasado criminal http://tiraderodelbote.blogspot.mx/2009/07/los-lebarones-mormones-con-pasado.html
y http://www.sdpnoticias.com/sdp/contenido/2009/07/15/446244
[4] Entrevista publicada el martes, 21 de enero de 2014 a las 22:51, en la página web de CNN en Español; http://mexico.cnn.com/nacional/2014/01/22/autodefensas-rechazaron-ayuda-de-carteles-rivales-de-templarios-mireles

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