México, 21 de septiembre (Redacción).- La historia parece más bien “historieta”.
Y nos define un tema que trato mucho en mi libro “Mis Generales”: El carácter ingenuo, no preparado para confrontar al crimen organizado, de los jefes militares mexicanos.
Porque resulta que el general, para motivos de retiro, Juan Barragán Espinosa se embarcó en la imposible aventura de sacar provecho de un grupo criminal, presuntamente ligado al “Chapo” Guzmán engañándolos con un pronto “arreglo” con el titular de la Sedena, general Galván Galván, que lo recibiría para pactar no perseguir al narcotraficante.
La falta total de conocimiento de la realidad hace que el tema sea, en verdad, de risa loca.
A no ser porque el general Barragán está en la cárcel desde hace meses.
Y es que los presuntos enviados del “Chapo” Guzmán lo grabaron.
Ya había recibido un pago de adelanto, como dice la nota de Reforma del viernes 21 de septiembre, para cumplir con su encarguito, ya había ofrecido ponerles a modo a otro general que por su trabajo no tenía mayor trascendencia en esto, ni hubiese podido proteger al narcotraficante.
Lo más divertido o indignante, a como se quiera ver, es que el general Barragán para probar que iba a encontrarse con el general Galván les mostró un reloj grabado con el nombre del titular de la Sedena, un modelo especial o muy corriente, otra vez a modo. Porque por el precio, poco más de cien mil pesos, ni siquiera era de oro.
Cuando Barragán habría pedido dos relojes, también de la marca Rolex, pero estos sí de oro par él y para su esposa. Estos son símbolos de poder y abundancia habitualmente codiciados entre los militares.
No se sabe bien a bien si los recibieron.
Aparentemente el trato que le ofrecería al general Galván era de muchos millones de dólares. Esto nunca sucedió porque el Secretario de la Defensa Nacional nunca lo recibió.
Sin embargo, esto no impidió que los presuntos “enviados” del señor Guzmán se sintiesen ofendidos y procedieran a denunciarlo, después de grabar conversaciones. Al detener a Barragán encontraron en su casa el multicitado reloj grabado con el nombre del general Galván.
Inconcebible para quienes no conocen el rostro más íntimo del Ejercito, y de los generales, esta historia podría estar inserta en mis relatos. Así son. Y por eso los matan. Y por eso, también, acaban en la cárcel.
El general Barragán terminó su carrera como coronel, así lo indica su grado, sin pena ni gloria alguna más allá que casarse en su juventud con la hija del que fuese secretario de la Defensa Nacional, general de división Félix Galván. Lo que le permitió una vida burocrática cómoda. Sus cargos fueron totalmente insignificantes, incluido el mando de “Defensas Rurales”.
Habrá sido guapo en su tiempo y el “braguetazo” le valió… o con la edad se convirtió en un manojo de frustraciones… el resultado es infinitamente triste. De despertar lastimita…
¿Cómo podríamos imaginar siquiera que jefes militares con esta mentalidad, ingenua, torpe y corrupta, puedan idear programas de “inteligencia” para investigar a criminales altamente sofisticados? Quienes, además, no están dispuestos a ser estafados.
La anécdota de esto es que corrió con suerte. Barragán está en la cárcel cuando pudo haber terminado cosido a balazos…
Isabel Arvide
Estado Mayor

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