Bitácora de Vuelo

México, 11 de diciembre.- Se consolidaron en la cúpula de la Sedena los cambios de final de sexenio, de cara al último tramo del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y de la administración del general Salvador Cienfuegos Zepeda al frente la institución.

Uno de los más importantes y significativos, por la coyuntura en que se da y por sus implicaciones en el mediano plazo es el del nuevo comandante de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM), el general Miguel Enrique Vallín Osuna, quien dejó la comandancia de la Región Aérea Noroeste (RANO) a la que llegó en diciembre de 2013, menos de un mes después de haber sido ascendido a general de División.

El general Vallín Osuna llegó a la RANO para darle una dinámica más efectiva al material que se le iba a asignar: una escuadrilla de turbohélices T6-C Texan II, recién adquiridos y artillados con dos barquillas portando ametralladoras Vulcan Minigun con tres mil cartuchos cada una.

Dos años después de su llegada, el general fue testigo de la inauguración del hangar para los Texan II que encabezó el presidente Peña Nieto. Vallín Osuna se desempeñó correctamente en la RANO. No enfrentó problemas graves en su paso por la comandancia y sobre todo, el material de vuelo que se le encomendó administrar y utilizar de manera óptima no sufrió accidentes.

Eso será importante en los meses que le queden al frente de la FAM, porque el nuevo cargo para el que fue designado atraviesa momentos delicados en los que el general deberá consolidar la primera de tres etapas de modernización operativa y estructural completando la compra de 35 aparatos restantes para alcanzar las 172 unidades anunciadas por el alto mando en 2013, al presentar el Programa Sectorial de Defensa 2013-2018.

No solo se trata de aterrizar la primera fase de la modernización (que se dará en tres etapas, todas sexenales y que culminarán en 2030), sino de ir corrigiendo temas de fondo que hoy aparecen como alertas tempranas en el radar de la FAM.

La cadena de accidentes e incidentes que en los últimos meses han cobrado la vida de al menos 22 vidas en el gobierno de Peña Nieto. Documentos de la Sedena obtenidos vía transparencia revelaron hace un par de meses que 83 militares habían fallecido en accidentes aéreos, perdiendo 125 aparatos entre diciembre de 2000 y el 21 de agosto de 2017.

La estadística de la FAM indica que de las 125 aeronaves accidentadas, 34 se perdieron en el gobierno de Vicente Fox, 38 en el de Felipe Calderón y 53 aparatos en lo que va del actual gobierno de Enrique Peña Nieto.

Pues bien, esta última cifra, por desgracia, ha cambiado. El 12 de septiembre, un Mi-17 con ocho militares (cuatro eran parte de la tripulación) y un civil aterrizó de emergencia en el Ejido Nueva Colombia, al romperse en el aire uno de los cables del rotor de cola. Uno de los tripulantes resultó con fractura de rodilla.

El 6 de octubre una nueva tragedia sacudió a la FAM al incendiarse y morir calcinados siete de los ocho ocupantes de un Bell 407 GXP que realizaba ejercicios de desembarco de Fuerzas Especiales en el CAR de Durango. Extraoficialmente el aparato se habría enredado en los cables de tirolesa de un parque ecológico cercano.

Solo un sargento se salvó porque pudo saltar del aparato cuando éste se enredaba con el cable de acero. El militar fue internado en Mazatlán con reporte de gravedad por las múltiples fracturas sufridas.

Finalmente, el pasado 28 de noviembre el Teniente Piloto Aviador Jorge Vargas Nieto, piloto helicopterista, falleció cuando el Bell 407 GXP -Matrícula 1302- con el que efectuaba labores de fumigación en la zona de Filo de Caballos (región de intensa actividad mariguanera y de siembra de amapola), se enredó con cables de alta tensión y se precipitó a tierra incendiándose.

Tres accidentes más -dos de ellos fatales y con ocho militares fallecidos- elevan la cifra a 22 militares muertos en eventos registrados en este sexenio en el que la FAM ha perdido además 56 aparatos y contabiliza 85 elementos heridos.

El reto del general Vallín Osuna es grande. Si en los sexenios de Fox y Calderón las Cessnas C-182 Skyline eran los aparatos que más caían a tierra en la FAM, ahora son los helicópteros los que llevan la penosa delantera en ese rubro.

En los hangares y pistas de la FAM y en redes sociales se comenta con insistencia que la falta de experiencia y capacitación de los pilotos y la prisa de varios mandos por cumplir con la exigencia de tener en el aire más aeronaves ha sido una de las causas de tantos percances.

Además, está la falta de mantenimiento o el mantenimiento inadecuado en aparatos como el F-5F 4502, que hace unas semanas tuvo una falla en el tren de aterrizaje de nariz y se clavó en la pista de la Base Aérea Militar No- 1 de Santa Lucía.

Entre las ultimas acciones del ex comandante de la FAM, el general Carlos Antonio Rodríguez Munguía destacan precisamente las órdenes para revisar y atender detalles de mantenimiento como ese en aviones como Hércules C-130J, por ejemplo.

El general Vallín comienza con el reto de revisar a fondo no solo las condiciones de cada aeronave, sino, sobre todo, el nivel real de capacitación y de quienes son enviados al aire por sus jefes a cumplir misiones que requieren determinada experiencia.

 

Jorge Medellín

@JorgeMedellin95

Estadomayor.mx

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