Fragata

México, 3 de octubre.- Dos semanas después de la tragedia del terremoto en la Ciudad de México y en otros seis estados del país, la bruma del descontrol y de las acusaciones mutuas permite ver los errores cometidos en torno al affaire Frida Sofía.

Lo ocurrido con la niña atrapada que nunca existió y que puso en jaque la imagen naval, deterioró aún más la imagen del emporio del hijo del Tigre Azcárraga y profundizó el empoderamiento social ante la impericia naval y los excesos informativos.

Fue muy poco lo que se necesitó para catapultar el enojo de una sociedad previamente golpeada por la inseguridad, los crímenes, la impunidad y la oleada de corrupción oficial y descarada en todos los niveles de gobierno.

¿Qué sucedió en la Marina?

¿Qué ocurrió en Televisa?

¿Qué le pasó al gobierno federal?

Por el lado de la Marina, el tema pasó por la ausencia total de una política, de una estrategia de comunicación social estructurada y oportuna, que respondiera bien, a tiempo y con asertividad al reto que en cuestión de horas implicó la tragedia del segundo sismo que sacudió a la capital del país.

Es claro que en las dinámicas de manejo de crisis y respuesta a emergencias y escenarios de alerta hubo tremendas fallas si no es que graves omisiones y ausencia de preparación y conducción mediática desde adentro de la institución que encabeza el almirante Vidal Soberón.

La Marina nunca echó mano de una figura central, clave en este tipo de escenarios: la del vocero oficial de la institución que centralizara los datos verificables, discerniera entre la información dura, la información de contexto, la información directa, la información de terceros y a información final ya corroborada a plenitud para dar la cara a los medios nacionales y extranjeros y hablar únicamente de aquello de lo que se tuviera plena certeza, no de posibilidades, esperanzas y mucho menos versiones imposibles de certificar.}

La Marina, teniendo un vocero oficial -el Vicealmirante Benjamín Mar Berman, experimentado difusor de ideas, datos, documentos, programas y hechos en su paso por la institución- no lo tuvo. No estuvo, no figuró, no operó ante los medios para evitar el sucio torpedeo de Televisa y sus secuaces, instalados en la cómoda frontera de darle credibilidad a las versiones oficiales…de terceros.

En esos días de incredulidad, de esperanza y de manipulación irresponsable, ¿alguien vio o escuchó al almirante Berman poner orden en medio de la marejada? No, nadie. No estuvo. O no lo dejaron estar. Y todo el golpeo y descrédito que pudo haberse evitado. Por fortuna apareció y creció como la espuma salada la figura de la labrador Frida -esta sí de carne, huesos y mucho pelo-, que no solo marcó los sitios (no rescató a nadie) en donde había gente atrapada viva entre los escombros o indicó en donde habría cadáveres por recuperar.

Y muy pronto, paradojas a la mexicana, Frida, la canina, sepultó el amargó oso naval protagonizado por el emergente subsecretario de Marina, el almirante Ángel Sarmiento, quien decidió aparecer alternativamente con el Oficial Mayor de la Armada, el también almirante José Luis Vergara Ibarra (con enorme experiencia en la dirección de Comunicación Social y luego en delicadas labores de inteligencia y combate al narco) para dar partes informativos de los avances en las operaciones de búsqueda y rescate en el Colegio Rébsamen.

Los mandos acabaron por estorbarse, anulando de antemano al vocero de la Marina y dejando en manos de Televisa y sus creativos de realidades consumibles toda la carga emocional de una historia falsa, basada en versiones nunca confirmadas ni discriminadas por la mandos -empezando por el propio secretario Soberón, carente de asesores inmediatos con alguna experiencia o criterio válido en materia de información masiva…o de realitys.

 

No. Es el error de origen; si se hubiera nombrado o presentado de inmediato al vocero de Marina de hubiera evitado protagonismo, desinformación, improvisación, desorden y, al final, el ridículo.

¿Por qué en Sedena no ocurrió lo mismo? Teniendo un vocero -el general Marco Antonio Álvarez, director de Comunicación Social-, decidieron plegarse y dejar esa tarea a la Secretaría de Gobernación (Segob) de Miguel Osorio Chong, y al Coordinador Nacional de Protección Civil (CNPC), Luis Felipe Puente, quien hasta en medio de la tragedia libró la guillotina de la administración por ocupar un cargo para el que no tiene las credenciales mínimas requeridas (es técnico en turismo, no licenciado y menos en áreas como la que dirige en todo el país).

 

Por el lado de Televisa, el oportunismo, la espectacularidad y la manipulación rebasaron su “profesionalismo”; estaban obligados a investigar a fondo, con sus recursos, con sus capacidades, y no a escudarse en en el argumento fácil e irresponsable de “eso nos dijeron en Marina”.

Cualquier verdadero ticher en periodismo sabe o debería saber que tampoco las versiones oficiales son confiables (Ayotzinapa, Tlatlaya, Tanhuato, Casa Blanca, y una larga y dolorosa lista) y nunca hay que tragarse o reproducir la versión oficial porque es oficial aunque, claro, la excepción suele ser conveniente para efectos de raiting y hasta de premio nacional de periodismo.

Las fuentes son solo eso; fuentes, y hay que verificar todo una y otra vez. Lo demás fue show, rabieta de Televisa, torpeza de Marina y un ejemplo de lo que no se debe hacer. Lo bueno de todo es que nunca existió Frida Sofía, que nunca hubo una muerte infantil más o una víctima sedienta, herida, que lamentar en el Colegio Rebsamen.

El almirante Sarmiento fue el gran regañado en el affaire de la niña fantasma. El secretario Soberón lo llamó a su despacho y le recordó que su pase a retiro está cercano.

El almirante Vergara quedó exhibido, pero no por inventar a una víctima atrapada en la imaginación del canal de las estrellas, sino por no haber podido controlar de manera directa y oficial todo el flujo de información que un vocero estaba obligado a manejar.

El vicealmirante Berman, jefe de la Unidad de Comunicación Social de la Marina, está en la banca.

El secretario Soberón no alcanzó a detener el golpe, pero sí pudo maniobrar y evitó que la nave escorara más allá de lo debido.

Con la labrador Frida alejada de los escombros y dedicada a posar con medio mundo en cuanta redacción la solicitaron o la colocaron, se disipó más le bruma de la colisión y fue posible tomar el timón.

El diario Reforma publicó el 25 de septiembre una mini encuesta telefónica hecha a 502 adultos, preguntándoles como evaluaban el desempeño de determinadas autoridades e instituciones tras el terremoto.

La ganadora fue la sociedad civil, con un 94 % de aprobación, mientras la Marina quedaba en segundo lugar de aprobación con un saludable 86 %, superando por dos puntos al Ejército.

Nada mal.

 

Jorge Medellín

@JorgeMedellin95

Estadomayor.mx

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