Cuarteleras

México, 12 de julio.- En la Sedena se sienten satisfechos por el éxito –limitado, pero al fin éxito– del operativo inventado por Miguel Mancera para apoyar desde la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) al mandatario de Guerrero, Héctor Astudillo, en su desesperada estrategia de combate a la delincuencia que convirtió a Acapulco en una de las ciudades más inseguras y violentas del mundo.

La verdad es que la idea del operativo para inhibir algunas manifestaciones delictivas en las colonias conflictivas de Acapulco, surgió al revisar la agenda del programa de Seguridad Pública creado por a Sedena para apoyar con capacitación militar a los cuerpos policiacos del país con más carencias tácticas para enfrentar a la delincuencia.

La otra parte del apoyo del ejército en cuestiones de seguridad pública tiene que ver la inteligencia, con la estrategia aplicable en cada estado para tratar de frenar y controlar a los grupos criminales identificados.

Aquí es donde los recientes acercamientos entre el doctor Mancera y el general secretario Salvador Cienfuegos dieron sus frutos concretos.

Lo que nos dicen los enterados en Lomas de Sotelo es que la llegada del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México a la presidencia de la Conago fue la ocasión propicia para que tanto a Sedena como el aspirante a una candidatura presidencial para el 2018, se sentaran a platicar sobre posibles esquemas de intervención imitados pero efectivos.

La parte medular de los acercamientos entre la gente del jefe de gobierno y Cienfuegos tuvo que ver con aspectos fundamentales que le permitieran al experimento mancerista salir adelante sin enfrentar escenarios sangrientos.

El despliegue de la llamada Fuerza Conago debía enfocarse en un esquema que no vulnerara la soberanía de los estados y que al mismo tiempo mostrara que es posible poner en marcha otra forma de enfrentar la criminalidad sin tener que usar para todo a soldados y marinos.

Lo esencial, por supuesto, era no llevar a los cerca de 400 policías de la CDMX, de Hidalgo y Puebla a escenarios de enfrentamiento armado directo con gente de Guerrero Unidos, de Los Tequileros, de la Familia Michoacana o del CJNG.

Por eso, la propuesta de hacer presencia en las calles del puerto para patrullar e inhibir el robo de vehículos, fue la ganadora y, al final, la acertada. En esta, la Sedena no se equivocó.

Lo de la Fuerza Conago fue una auténtica carambola de tres bandas… y más. Para Mancera fue un acto político que lo proyectó en forma segura, sin precedentes, como un líder con iniciativa (los anteriores presidentes de la Conago han sido, por decir o menos, tibios y de ornato y varios están en entredicho o han acabado perseguidos por la justicia federal; la lista es nutrida: Fidel Herrera Beltrán, Rodrigo Medina de la Cruz, Gabino Cue Monteagudo, César Horacio Duarte Jáquez, así como Andrés Granier (preso en el penal de Tepepan); Jesús Reyna (preso en el penal de Morelia); Guillermo Padrés, (preso en el Reclusorio Oriente); Luis Armando Reynoso Femat, (sujeto a proceso penal); Roberto Borge Angulo, (preso en un penal de Panamá); Fausto Vallejo Figueroa (sujeto a proceso); Jorge Torres López, (prófugo de la justicia); Tomás Yarrington Ruvalcaba (preso en Florencia, Italia); Javier Duarte de Ochoa (preso en Guatemala) y con acciones concretas en un tema grave: la inseguridad.

Aunque fue severamente criticado por enviar policías de Fuerza de Tarea (unidad de elite) cuando la capital del país vive una ola delictiva sin precedentes, su acción política lo ubicó en otra fase.

Para la Sedena se trató de un experimento notable, de corta duración e impacto limitado, pero efectivo, consistente y replicable en otros estados.

La intención fue la de ver, sobre la marcha, escenarios de coordinación y funcionamiento básicos como el del Mando Medio, la respuesta inmediata, el despliegue de fuerzas variadas y capacitadas, su actuación, inserción y aceptación en zonas de operación no tradicionales y, sobre todo, los escenarios jurídicos que puedan presentarse en el camino sin la existencia de una Ley de Seguridad Interior que regule dinámicas como la presentada por Mancera a partir de una estrategia con esencia militar.

 

Entonces, ¿es posible estructurar formas de lucha contra la delincuencia sin la presencia de militares y marinos?

 

En Lomas de Sotelo revisan los detalles del experimento denominado Fuerza Congo, que ahora enfila baterías hacia el estado de Hidalgo.

 

¿La cosa quedará en entidades periféricas o algún dia Mancera y la Sedena se atreverán a enviar fuerzas menos armadas y no preparadas para el combate a lugares como Tamaulipas, Sinaloa, Coahuila, Durango, Oaxaca, Estado de México, Veracruz o Chihuahua?

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