México, 16 de mayo (La Jornada).- María no es de aquí ni de allá. Aquí, en Culiacán, no tiene contacto con vecinos y nadie ha ofrecido ayudarla, salvo un par de personas que le dieron algunos víveres y abanicos para mitigar el calor. Y allá arriba, en la sierra, está prácticamente desterrada, con una casa abandonada y una comunidad que, de tantas ausencias, la desconoce…nota completa.
Javier Valdez
