México, 3 de febrero.- El discurso diplomático y el discurso del negocio de las armas son dos, muy distintos, a veces contrapuestos, con sus fases y tiempos que escapan a la lógica de la confrontación política de alto nivel.
Eso es lo que sucede en estos momentos con la relación entre México, los Estados Unidos, Israel y Rusia.
La turbulenta presidencia de Donald Trump –apenas van quince días de mandato– se convirtió en un campo minado por el que han atravesado presidentes, ministros y hasta los propios colaboradores (ahora ex) del empresario en el poder.
En estas condiciones, el gobierno de Peña Nieto ordenó a la Sedena y a la Marina congelar momentáneamente la compra de armas y equipo militar a empresas norteamericanas mientras se aclaraban las cosas.
Luego vinieron las declaraciones y el tuit del primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu apoyando la construcción de un muro fronterizo entre México y los Estados Unidos similar al que divide el sur de su país con la franja palestina.
El interés de Netanyahu no era gratuito y tampoco obedecía exclusivamente a la cercanía con el régimen de Trump. El ministro israelí es uno de los dueños de la compañía que construyó el muro (Magal) y que ahora busca hacer negocios con Trump a costa de la dañada relación bilateral.
Entonces vino la orden de suspender negociaciones y pláticas para la compra de armas y equipo a Israel.
Rusia y China aparecieron de súbito en el panorama como opciones para suplir a norteamericanos e israelíes. Rusia tiene presencia como abastecedor militar de México desde los años noventa, con la compra de lotes de helicópteros Mil Mi-8, 17 y 26, usados para transporte de personal y para auxilio en zonas de desastre.
Con la guerra antidrogas encima, los hipos rusos fueron artillados y habilitados con éxito por la Marina y la FAM para cazar narcos desde el aire, equipados primero con ametralladoras MAG calibre 7.62 (o M-240), luego con Browning calibre 50 (automáticas) y más tarde con sofisticados equipos norteamericanos Vulcan Minigun, calibre 7.62.
Estos equipos son vendidos por la empresa Dillon Aero, que ha logrado contratos para abastecer a la Marina y a la Fuerza Aérea con una veintena de Miniguns.
Pero resulta que mientras Trump amenazaba a Peña Nieto con enviar tropas a México para enseñarle a nuestros soldados a combatir a los narcos, en los bajos fondos del comercio internacional de armas se saldaban cuentas y todo volvía a la normalidad, más o menos.
De pronto, desde alguna ala de la Casa Blanca, el Pentágono y sus amigos tenían de nuevo luz verde para hacer negocios con sus vecinos del sur. En los últimos días, la Sedena y la Marina recibieron sendas llamadas con jugosas ofertas y garantías para comprar, de entrada, más helicópteros Black Hawk UH-60M con un precio rebajado al que se le sumaría un descuento adicional del 20 por ciento.
A esta compra le seguirían, por supuesto, precios y condiciones preferenciales de otros materiales para aeronaves y para armas como la de artillería y caballería.
En el paquete de reconciliación militar se contempla equipo táctico y armamento. En la mesa están, por ejemplo, compras ya pactadas de refacciones y piezas especiales para un lote de 25 fusiles Barret calibre 50 mm. El asunto está en leer la letra pequeña de lo ofrecido por los norteamericanos.
Algo similar sucedió con el mercado de armas de Israel y sus contactos en México. Al parecer las quejas y reclamos y la irrefrenable dinámica del jugoso mundo de la compra y venta de armas, surtieron efecto y los contratos congelados se reactivaron en menos de una semana.
Blindados ligeros, sistemas aéreos no tripulados Elbit para la FAM y otros equipos a utilizarse contra la delincuencia organizada serán finalmente vendidos a militares, marinos, corporaciones policiacas, gobiernos estatales y jueces federales amenazados por los “bad hombres” que pululan en México.
El silencio de los inocentes
Por cierto, a más de una semana de la detención de dos tenientes en activo del Ejército Mexicano, la Secretaría de la Defensa Nacional ha guardado un discretísimo silencio.
No hubo comunicado ni referencia alguna en torno a la detención en un puesto de control de Tamaulipas de los tenientes Alejandro Aguilar y José Manuel Núñez, quienes llevaban en un Chevy 11 fusiles AK-47, 3 fusiles AR-15 y 2 armas cortas, así como 710 cartuchos útiles calibre 5.56 y 59 cartuchos calibre 9 milímetros al igual que 61 cargadores para municiones de fusil AK-47, 106 cartuchos para AR-15, 4 cargadores para pistola calibre 9 milímetros y otros 4cargadores para arma larga de calibre 7.62 milímetros.
Medios informativos del norte del país aseguraron que las armas iban a ser entregadas a un líder de los Zetas en Tamaulipas.
Sobre la detención, sus implicados y el destino de las armas, la Sedena ha guardado silencio.
Redacción
Estado Mayor MX
