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México, 30 de mayo.- Hace varios sexenios, no tanto tiempo como pudiese parecer, el secretario de la Defensa Nacional no admitía, ni en privado, el número de efectivos bajo su mando. Supuestamente como estrategia frente al enemigo.
En estos años hemos cambiado tanto, de ser ese Ejército pequeño cuyo número preciso no debía ser conocido, que la crítica extranjera está dirigida a la capacidad letal que posee.
Lo que parece una paradoja, pero se está convirtiendo en el gran parteaguas de la historia moderna de las fuerzas armadas.
¿Qué queremos, dentro y fuera, un Ejército que mate? Es decir, que sea muy eficiente para matar…
Supongo que es la meta. Al menos, teóricamente, tendría que ser la meta a cumplir por cualquier ejército de cualquier país.
Lo que pasa es que el nuestro no está matando al enemigo sino a civiles.
De ahí que surjan grandes preguntas, y que tenga que ser cuestionado el sentido de un mando militar en la Secretaría de la Defensa Nacional.
Porque el tema es, ha venido siendo este sexenio y el anterior, político. O, si se prefiere, de razones políticas. Porque razones políticas son las que impiden que las policías del país, federales, estatales y municipales, sean tan profesionales, confiables y eficientes que los militares no tengan razón para intervenir en temas de seguridad pública.
Cuando esto suceda, cuando las razones políticas se resuelvan, como mayor presupuesto, como verdaderos sistemas de control de confianza, o como un entrenamiento eficiente (lo que se traduce en muchos millones de pesos que no están incluidos en ningún presupuesto federal y/o estatal) los militares podrán volver a dedicarse a trabajos propios de su uniforme. Entre ellos matar, aniquilar al enemigo.
Tener un Ejército capacitado para eliminar, matar al enemigo tendría que llenarnos de orgullo. El problema es que para estos militares, soldados y jefes, el enemigo es un civil. Y para los civiles hay reglas sociales que rigen, como no matarlos. Eso que se llama derechos humanos y que parece tener de muy mal humor al general Cienfuegos.
Si en la Sedena hubiese un jefe civil estos temas, seguramente, se tratarían de manera muy diferente. No estarían en la discusión del “tú ordenas y yo obedezco aunque no me guste, aunque no esté capacitado para hacerlo”.
Y aquí está uno de los nudos ciegos más grandes del tema militar en asuntos de seguridad, en funciones de policía. Porque, eso es lo que están reclamando en el extranjero, los militares no están capacitados para matar poquito, para enfrentar al enemigo poquito, para hacer poquito daño a quienes debe perseguir.
No veo, supongo que muchos junto conmigo no lo ven, cómo esto pueda ser resuelto. Los jefes militares en funciones de mando de tropa, que están comisionados a temas de persecución de criminales, fueron entrenados justamente para ser eficientes en el combate del enemigo.
¿Cómo les decimos que son enemigos pero no tan enemigos? ¿Cómo podemos entrenarlos para disparar poquito y mal, para no dar en el blanco, para no matar?
Los militares no son policías. Punto.
No veo, tampoco, cómo los policías tengan que convertirse en asesinos. En “altamente letales”. Porque con todos los “enemigos”, los criminales aniquilados, no se han solucionado los problemas de violencia e inseguridad en grandes regiones. Entonces, ecuación muy simple, de qué sirve que nuestros militares tengan una “tasa de letalidad sin precedente” como publicó el New York Times…
Esa es una pregunta política que los políticos, también los ciudadanos, tienen que responder. Y pronto.
A eso debemos agregar que grandes sectores sociales, que organizaciones de derechos humanos, que académicos como el que cita el diario neoyorkino, Paul Chevigny, que es especialista en la capacidad de matar de los ejércitos, opinen que los militares mexicanos están haciendo “ejecuciones sumarias”.
Ya no entremos a la discusión de si esto es o no cierto, lo grave es que eso es lo que se está discutiendo en muchos foros. Y esto, obviamente, afecta la imagen y la confiabilidad social de las fuerzas armadas.
El New York Times dice que nuestras fuerzas armadas “apilan cuerpos a tasas extraordinarias”. Cuerpos de mexicanos, no de enemigos.
Esto es lo que tenemos que visualizar sin prejuicios ni malos humores castrenses. El alto mando militar tiene la responsabilidad histórica al respecto. Tanto para enmendar está situación como para apechugar con ella, y llevarse estas pilas de muertos en su transitar por este sexenio. Llevarse que quiere decir traerlos a su espalda como el más pesado de los fardos.
Isabel Arvide
@isabelarvide
Estado Mayor MX
4 comments for “¿Qué clase de Ejército tenemos? O mejor, qué queremos de nuestras fuerzas armadas, que maten o que no maten… Cienfuegos llevará el pesado fardo de las pilas de muertos”