México, 22 de mayo.- “Me siento vapuleado”, declaró Lorenzo Córdova después de darse a conocer una conversación telefónica privada. “Que cuide sus llamadas porque entre todos se espían”, afirmó Emilio Gamboa Patrón al respecto.
¿Es lícito espiar, grabar, conocer los aspectos privados de los hombres públicos? ¿Quién lo hace, bajo qué premisas?
Lo cierto es que, como admitió Gamboa que conoce las entrañas del sistema político mexicano, son prácticas comunes.
El Gobierno, llámase Cisen o cualquier oficina pública institucional que tenga prerrogativas de “inteligencia”, ha mantenido la costumbre de grabar a quienes puedan tener entre manos temas “de interés nacional”.
Sobre todo la Secretaría de la Defensa Nacional, con recursos oficiales.
A principios del sexenio pasado, en enero o febrero del 2007, comenzaron a llamarme “amigos” de los que no tenía noticia en mucho tiempo, muchos de ellos jefes militares en situación de retiro y también en el activo. Fue como un aluvión que no tenía explicación en razón de efemérides o pronunciamientos distintos de lo habitual.
Esto marcaba una gran diferencia de lo que había sucedido durante los dos sexenios anteriores, cuando la comunicación habitual era por “escrito” o mensajes enviados con amigos comunes.
El misterio se solucionó cuando Mariano Herrán me llamó para felicitarme porque el general Guillermo Galván Galván había ordenado terminar con el espionaje de esa institución para todos mis teléfonos y domicilios. Lo que a su vez le habían comunicado generales que habían trabajado con él en su paso por la PGR.
¿Era yo, pude haber sido yo una amenaza para la seguridad nacional? Obviamente no. Al menos no si aceptamos que la palabra escrita no es equivalente a una bomba.
Costumbre, que me platicaron los protagonistas, del general Secretario Gerardo Clemente Vega García era tener en su escritorio las conversaciones que pudiese tener con jefes militares en activo para, de inmediato, llamarlos por la Red oficial y prohibirles cualquier trato conmigo.
El sexenio anterior supe que mis conversaciones eran intervenidas por la Sedena porque el propio titular, Enrique Cervantes Aguirre, me repitió temas que yo había tratado en privado. Y por los comentarios, jocosos, punzantes, recados pues, que su antecesor le enviaba al hablar conmigo.
Por más de 12 años mis conversaciones privadas fueron grabadas y transcritas sin que hubiese un fundamento legal.
Uno se acostumbra. Como dice Gamboa Patrón, uno aprende a hablar “imaginando” que todo puede ser utilizado en tu contra.
¿Es lícito?
Lo que hicieron con una conversación del doctor Córdova, independientemente de lo que haya hablado, es inmoral desde todos los puntos de vista. Y debía provocar el mayor rechazo social.
Lo malo es, como ya dije antes, que uno se acostumbra. Y los protagonistas del poder político y/o público están recurriendo a trucos… un dirigente de partido tiene más de treinta celulares en su oficina, a la vista de todos… ¿Por qué? Por temor y/o conocimiento.
¿En qué país queremos vivir?
Esa es la pregunta importante desde todos los ángulos. ¿Queremos ser víctimas permanentes de la acción autoritaria y extralegal del Estado, de las instituciones que deberían estar al servicio de la sociedad? ¿Queremos pagar impuestos para que tanto militares como civiles se dediquen a hurgar en nuestras vidas privadas, en lugar de dedicarse a su trabajo?
Si hubiese habido un verdadero esfuerzo de “inteligencia”, tanto militar como civil, no hubiésemos vivido los hechos trágicos de Jalisco hace pocas semanas. Para eso, para que no haya víctimas y para capturar a los criminales, debe servir la inteligencia.
Lorenzo Córdova es una víctima de espionaje que desde su inmenso protagonismo público y su espacio mediático, su acceso al mismo Presidente de la República no ha podido defenderse. ¿Qué podemos hacer todos los demás para protegernos?
En un país donde los derechos elementales de los ciudadanos, incluido el respeto a su privacidad, no son respetados, todos somos víctimas.
Queda preguntarnos si esto también sucedía bajo el Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa… O, como en mi caso, depende de la voluntad personal de los poderosos en turno librarnos del espionaje oficial…
Isabel Arvide
@isabelarvide
Estado Mayor
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