México, 11 de febrero.- ¿Quién gobierna realmente? Porque tal parece que Luis Videgaray es quien manda. Es obvio que el presidente Peña ha ordenado una política de seguridad que devuelva a millones de mexicanos la paz. Y que no le obedecen.
Al menos no le obedecen las instituciones responsables de esto. En Michoacán se volvió a nombrar a un general como responsable de la seguridad, en lugar del “Comisionado” Castillo. Y el resultado ha sido el aumento de muertos y enfrentamientos.
Otro tanto se puede decir de Tamaulipas, donde la seguridad está en manos militares, y lo que hay son muertos y gritos de auxilio de las autoridades municipales.
Si entramos a Guerrero la situación es peor.
Y aquí debemos señalar la ineficiencia de la policía federal. No solamente incapaz de poner orden, sino de siquiera protegerse a sí mismos. Cuando vemos que policías comunitarios, que legalmente no deberían existir, “secuestran” por todo un día, más de siete horas, a dos importantes jefes de la policía federal, tenemos que sentir que como ciudadanos estamos desprotegidos de origen.
Cuando los policías federales, la policía más profesional, preparada y mejor pagada del país, terminan en manos de un grupo de ciudadanos, es automático pensar que no pueden defendernos.
Y, todavía peor, cuando su liberación se logró a cambio de entregar a dos policías comunitarios que estaban detenidos por portar armas, nos queda claro que vivimos en un país sin leyes. Donde el Primer Mandatario no ha logrado, lo indispensable que se le puede exigir, que las leyes sean las mismas para todos los mexicanos.
¿Por qué un grupo de hombres puede secuestrar a los jefes de la policía federal impunemente y cualquier ciudadano tiene que pasar muchos años en prisión por ese mismo delito?
¿Por qué negociar con delincuentes? ¿Por qué la policía federal no puede cumplir con su deber?
En esto de la seguridad, me queda totalmente claro, no le obedecen al presidente Peña.
En cambio se le permite a Videgaray, a su empleado del SAT establecer políticas fascistas de control ciudadano que no existen ni en países socialistas. Como es la nueva “Ley” de Comercio Exterior, firmada en diciembre del 2014, donde se establece la obligación de las aerolíneas de avisar al SAT de cualquier viaje que haga cualquier mexicano al exterior. Incluyendo número de boleto y peso del equipaje, tanto de ida como de regreso.
¿Y esta fiscalización fascista para qué?
Cuando investigaciones internacionales han descubierto cuentas millonarias en el banco HSBC, a través de Suiza, para evadir impuestos y el director de “grandes contribuyentes” de la Secretaría de Hacienda, en automático, ha salido en su defensa diciendo que esto, que tengan millones de dólares en el extranjero, no significa que no paguen impuestos.
O sea, en pocas palabras, que millones de mexicanos que pagamos nuestros impuestos somos tratados como delincuentes y se establecen controles de cualquier viaje al extranjero, incluyendo si los boletos tienen descuentos o son “boletos premio”, mientras que a los millonarios se les concede el privilegio de la duda… para decirlo amablemente.
Y esto, no solamente se le permite, se le consiente a Luis Videgaray. Igual que un recorte presupuestal, en año electoral, que conseguirá cientos de miles de votos en contra del PRI.
No se diga la imposición de su cuate, Virgilio Andrade, en la Secretaría de la Función Pública. En un contubernio de intereses inmoral ya que el señor Andrade, apenas nombrado se apuró a declarar que con Videgaray le unen vínculos permanentes desde estudiantes en el ITAM.
¿Quién manda en este país? ¿O quién puede hacer lo que quiera, estableciendo redes de poder en todos los ámbitos y afectando a millones de mexicanos?
O sea, en México tenemos una policía federal ineficiente e incapaz de protegernos, y una estructura del SAT con capacidad de indagar en nuestros excusados impunemente.
¿Quién manda? ¿A quién le vamos a pasar la factura?
Isabel Arvide
@isabelarvide
Estado Mayor