Discreto, con poco experiencia operativa pero conocedor del uso de información de inteligencia, el general Pedro Felipe Gurrola Ramírez dejó a principios de diciembre el mando de la Fuerza de Tarea Sierra Madre, en Badiraguato, Sinaloa, para hacerse cargo de la comandancia de la octava zona militar en Reynosa, Tamaulipas. Gurrola dejó la cuna del narcotráfico, donde tuvo una polémica presencia al mando de sus tropas acusadas de abatir a una reina de belleza, para llegar a una de las ciudades más explosivas del país.
México, 18 de diciembre.- Una tarde de abril de 1997 el entonces coronel de arma blindada Pedro Felipe Gurrola Ramírez fue llamado a la oficina del secretario de la Defensa Nacional, el general Enrique Cervantes Aguirre. El coronel Gurrola se desempeñaba en ese año como secretario particular adjunto del titular de la Sedena, y horas antes durante la mañana había intentado de manera infructuosa en varias ocasiones hacerle llegar un mensaje a su jefe.
Horas más tarde Cervantes Aguirre lo mandó llamar y pidió le explicará que era lo que quería esa mañana. Gurrola le dijo que su hermano, el también coronel Pedro Cervantes Aguirre había acudido a su despacho para decirle que uno amigo de él, especialista en inteligencia militar, el coronel Pablo Castellanos García tenía unos documentos confidenciales en su ofician del Colegio de Defensa entre los que se encontraba un expediente relativo a un individuo que investigaban identificado como “Pedro”. Su presencia en la oficina de su hermano, el secretario de la Defensa, era porque quería saber si ese archivo era sobre él.
No lo investigaban, pero el que aquellos informes de inteligencia con datos reservados sobre el narcotráfico en el país, estuvieran fuera de la oficina del secretario de la Defensa constituían en sí una fuga de información. Aquel episodio fue el inicio de la historia que reveló la penetración del narco en el ejército y que sacudió por primera vez a la cúpula militar en su historia reciente. El expediente “Pedro”, que se refería al seguimiento que con esa clave hacia un grupo de inteligencia militar apoyado por personal de la Embajada estadounidense en México, al capo Amado Carrillo Fuentes, era uno de varios sobre los trabajos de espionaje que se realizaban.
El coronel Gurrola Ramírez apareció en esa trama, en su calidad de secretario particular adjunto del general Cervantes Aguirre, como una pieza más del escándalo que sacudió a la plana mayor del ejército donde varios generales resultaron señalados de tener relación con el narco.
Al paso de los años el coronel Gurrola, un oficial de caballería graduado a principios de los años 70 del Colegio Militar, desempeñó varios cargos de menor importancia tomando en cuenta que años antes había estado como agregado militar adjunto en la Embajada de México en Washington, Estados Unidos. Quienes lo conocieron dentro del ejército coincidieron en señalar que su experiencia operativa no es mucha, fue jefe de la sección primera, recursos humanos, en la 25 zona militar de Puebla cuando era capitán. Tuvo algún puesto de mando de tropas de arma blindada pero nada que lo destacara por encima de sus contemporáneos.
En la cuna del narco
Desde aquellos años en que fue secretario particular adjunto del titular de la Defensa durante el sexenio de Ernesto Zedillo, el hoy general de brigada Gurrola Ramírez no había vuelto a tener tanta exposición mediática como la tuvo a lo largo del año 2012 y este 2013 en su puesto de mando que ocupó al frente de la Fuerza de Tarea Sierra Madre que tuvo su cuartel en Badiraguato, Sinaloa.
Gurrola Ramírez llegó a Sinaloa a finales del 2011, con antelación había ocupado la comandancia de la 19 zona militar con cuartel en Tuxpan, Veracruz, pero su presencia no fue registrada por los medios locales hasta enero del 2012 cuando encabezó por unos días de manera interina la titularidad de la comandancia de la novena zona militar. Gurrola se hizo cargo de la Fuerza de Tarea Sierra Madre a raíz de las operaciones infructuosas entre los años 2010 y 2011 que un grupo especial del ejército, comandado por el general Antonio Gurrola Calzada, y apoyado por los servicios de inteligencia norteamericanos, desarrollaron en varias comunidades serranas para intentar atrapar a Joaquín El Chapo Guzmán.
Discreto, de pocas palabras, pero conocedor del uso de la información de inteligencia, el general Gurrola Ramírez sabía que su presencia en Badiraguato, el municipio considerado cuna del narcotráfico en México, sería analizada con lupa por los grupos de la delincuencia organizada que se sintieran afectados. Al paso del tiempo en noviembre del 2012 sus tropas chocaron en un paraje a las afueras del municipio de Guamúchil, con un comando armado que custodiaba a Orso Iván Gastelum, apodado “el Cholo Iván”, jefe de un grupo de pistoleros encargados para la organización del Chapo Guzmán de controlar el Valle del Évora, donde confluyen tres municipios Angostura, Salvador Alvarado y Mocorito. En ese enfrentamiento resultó muerta María Susana Flores Gámez, una reina de belleza sinaloense que había sido coronada meses atrás como miss Mujer Sinaloa 2012, y quien tiempo después se corroboraría que era pareja sentimental del capo.
El nombre del general Gurrola Ramírez apareció a los pocos días en una serie de mantas colocadas en calles de estos municipios, como Guamúchil, donde “el Cholo” Iván lo acusó de haber asesinado a María Susana, de quien dijo no llevaba armas y se había bajado del vehículo en que el capo huía para pedir que no dispararan. En los mismos mensajes se acusó al jefe militar de tener vínculos con un testaferro de la organización Beltrán Leyva que ascendió a jefe de operaciones en el norte de Sinaloa de nombre Fausto Isidro Meza Flores conocido como “el Chapo Isidro”.
Al paso del tiempo la presencia del general salió de los reflectores, medios locales contabilizaron solo una aparición pública en la que dio cuenta de los resultados que el ejército tuvo contra el narcotráfico al cierre del año 2012. Hace unas semanas, al conmemorarse el primer año de la muerte de la ex reina de belleza, de nueva cuenta en algunas ciudades como Guamúchil, Mocorito y Culiacán aparecieron mantas con un mensaje donde “el Cholo” Iván pedía se investigara la muerte de la joven de cuyo fallecimiento culpó al general.
Este acto de propaganda atribuido al personaje considerado operador del Chapo Guzmán, fue el preámbulo para que la secretaría de la Defensa Nacional anunciara que con fecha 2 de diciembre del 2013 el general Gurrola Ramírez asumía la titularidad de la comandancia de la octava zona militar, con cuartel general en Reynosa, Tamaulipas, en la frontera con el sur de Texas.
Gurrola Ramírez llegó a Reynosa en los días en que existe una disputa al interior de las huestes del llamado cártel del Golfo. Esta organización ha reavivado los choques sangrientos en esta ciudad de la frontera tamaulipeca a raíz de la detención en agosto pasado de Mario Ramírez Treviño, apodado “el Pelón” o “el X-20”, uno de los principales operadores de los capos Ezequiel Cárdenas Guillén, abatido por la Marina en el año 2010, y de Eduardo Costilla “el Coss”, detenido en septiembre del 2012.
Al quedarse con el mando de la organización en los municipios de Río Bravo y Reynosa, Ramírez Treviño desató una pugna interna para asumir el control total de la organización. No lo logró pero el vacío que su captura ocasionó, provocó que las disputas se avivaran para colocar a esta ciudad como una de las más violentas del país. A este punto llegó a principios del mes de diciembre el general Gurrola Ramírez.
Juan Veledíaz
@velediaz424
Estado Mayor
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