El duelo de las hijas de los generales

Michelle campaña. Foto: EspecialMéxico, 5 de octubre.- Mujer contra mujer. Chile elige presidenta entre Michelle Bachelet y Evelyn Matthei el próximo 17 de noviembre. Ambas comparten algo más que las ganas de gobernar desde La Moneda, apunta la red pública inglesa BBC. Porque las dos se conocen desde niñas ya que sus padres —Fernando Matthei y Alberto Bachelet— fueron generales de las Fuerzas Aéreas de Chile y compartieron vivencias y alegrías en distintas bases. El golpe militar del 11 de septiembre de 1973 las separó por el papel que desempeñaron sus progenitores y definió, para siempre, sus vidas y sus posturas políticas. 

Hoy se sabe que un infarto segó la vida del general Alberto Bachelet el 12 de marzo de 1974 tras ser torturado por sus compañeros de armas en la Academia de Guerra de la Aviación que era dirigida por su amigo de años, el general Fernando Matthei. A Bachelet se le había acusado de traicionar a su patria.

La exhumación del pasado no termina ahí. El periodista Gerardo Szalkowicz ha reconstruido dónde inició este sendero de caminos que se bifurcan y se entrelazan. Todo comenzó en  enero de 1958, en la villa militar de la Base Cerro Moreno de la Fuerza Aérea, 26 kilómetros al norte de Antofagasta. Dos jóvenes pilotos se instalan allí con sus familias. Por un lado, el capitán Fernando Matthei Aubel ocupa la casa número 13 junto a su esposa Elda y sus hijos Fernando, Evelyn y Robert. Meses más tarde llega Alberto Bachelet Martínez con su mujer Ángela y sus dos hijos, Alberto y Michelle.

Las casas están una frente a la otra. Y la amistad entre los dos hombres crece día a día y se hace cada vez más profunda aunque a simple vista tienen poco en común debido a sus orígenes. Matthei es descendiente de alemanes y su carácter es reservado. Bachelet, en cambio, es extrovertido y carismático, organiza las fiestas en la villa militar. Es el alma social de todas las reuniones. Pero los dos son amantes del deporte, la literatura y la música clásica.

Las niñas imitan a sus padres y replican esa amistad. Aunque Michelle le lleva dos años a Evelyn, las dos juegan juntas en la calle y andan en bicicleta. Uno de los juegos favoritos de la pequeña Michelle en las bases aéreas de Antofagasta y Quintero era colocarse los paracaídas que encontraba botados. Alberto, su hermano mayor, se calzaba las camisas con presillas del papá y arrastra a su hermana atrapada en los cordones y en la tela.

Fue en aquellos tiernos días que la niña que se convertiría en presidenta de Chile en 2006 empezó su aprendizaje sobre la mente militar, cualidad que le ayudó, primero, a ser nombrada Ministra de Defensa en 2002 y luego convertirse en la primera mujer presidenta del país andino.

En una entrevista concedida a Carolina Díaz de la revista Paula, Michelle habla a corazón abierto: “Mi padre tenía 50 años cuando murió y había ingresado a la Fuerza Aérea a los 16. Era toda su vida. Él amaba profundamente a su institución y nunca entendió cómo pasó a ser, de un día para otro, un enemigo. Eso fue brutal para mi padre”.

Antes del 11 de septiembre de 1973, la ex presidenta consideraba que su infancia era una fotografía a color. Había un padre elegante y juguetón que la llevaba arriba de los hombros, una madre cariñosa y disponible que le enseñó con el ejemplo que las mujeres podían trabajar ya que era jefe de presupuesto en la Universidad de Chile y estudió arqueología cuando sus hijos eran universitarios.

“Tengo una imagen de la placidez de mi infancia: cuando ocurrió el terremoto en el sur, en 1960, en las noches nos quedábamos en silencio, escuchando las noticias de la radio, sentados a oscuras en el comedor. Después, mi papá ponía música clásica. Yo me sentía tremendamente segura”, recuerda Michelle. “Mi padre adoraba a mi madre. Ella era tan guapa que despertaba la admiración de muchos hombres y eso a mi padre le molestaba. Pero eran muy buena pareja: lo pasaban bien juntos”.

Ese amor se mantuvo firme hasta en los momentos más oscuros en la vida del general. La última carta que él escribió fue para su mujer, 20 días antes de morir. En ella, las primeras líneas de Alberto Bachelet decían: “Mía y más mía que nunca…”.

 

Cuando los tíos se distancian

Por órdenes superiores, los clanes Bachelet y Matthei fueron trasladados a otros destinos. Ya en los años 60, instalados ambos en la capital chilena, la amistad permanece. Incluso, apunta Szalkowicz, cada vez que Matthei viaja por períodos largos le pide a Bachelet que sea su apoderado en asuntos comerciales. Los vínculos y las palabras de afecto de las hijas hacia los generales también se vuelve más manifiesta. Michelle llama al padre de Evelyn “tío Fernando” y Evelyn “tío Beto” al papá de Michelle. Las elecciones de septiembre de 1970 marcan un viraje entre ellos porque comienzan las primeras discrepancias: Matthei vota a Jorge Alessandri y Bachelet a Salvador Allende.

Cuando inicia el gobierno de la Unidad Popular se acentúa más el distanciamiento político. Matthei es nombrado agregado aeronáutico en Inglaterra en noviembre de 1971 mientras Bachelet es designado titular de la Dirección Nacional de Abastecimiento y Comercialización, un cargo político con rango de ministerio.

El 11 de septiembre de 1973, Bachelet se levanta temprano y se va al Ministerio de Defensa. Allí lo detienen, pero en la noche lo dejan ir, reconstruye Szalkowicz. Al día siguiente se preocupa por buscar protección para su hija Michelle, quien milita en la Juventud Socialista. Tres días después, dos generales lo van a buscar a su casa. En diciembre sufre una nueva detención y ya no regresará jamás. Su lealtad al derrocado presidente Salvador Allende marca sus últimos días en los que fue torturado hasta morir.

Su hija y su esposa serán detenidas poco tiempo después y confinadas en los centros de detención de Villa Grimaldi y Cuatro Álamos. Serán interrogadas por la policía secreta de la DINA. La Michelle de aquellos años usaba el pelo largo, vestidos con flores, collares de cuentas, lloraba a mares con la película Busco mi destino, escuchaba y se emocionaba con Los Beatles, se conmovía con los discursos que llamaban a la paz y participaba en el grupo de teatro que tenían el Liceo 1 y el Instituto Nacional.

“No llegué a ser una hippie total, porque siendo hija de militar era difícil. Vivía con mis papás, era buena alumna y responsable, llegaba a la hora, pero mis valores eran los de una hippie”, confiesa Michelle a Carolina Díaz. “Mi padre amenazaba a mis pretendientes para que me trajeran a casa, a más tardar, a las 12 de la noche. Les decía, como al pasar, que era campeón de tiro al disco. Con eso me traían de vuelta al diez para las doce”.

¿Qué hizo tío Fernando por los Bachelet? Nada, se sabe hoy. Agrupaciones de derechos humanos lo han emplazado en tres ocasiones para declarar en distintos procesos judiciales para que explique algo sobre las circunstancias en las que murió tío Beto. Y en todas siempre se ha asumido como inocente.

“Confieso que nunca lo fui a visitar ni al subterráneo de la academia ni a la cárcel, hecho del cual me avergüenzo. Tal vez en esa oportunidad primó la prudencia por sobre el coraje”, se sinceró Fernando Matthei en un libro publicado en 2003.

Esa falta de coraje fue premiada por Augusto Pinochet, quien primero lo designó como ministro de Salud y luego como miembro de la Junta de Gobierno a partir de 1978, aunque es él el primer miembro de la junta militar en reconocer el triunfo del “No” a la dictadura en el plebiscito de 1988, rasgo que algunos consideran como una expiación convenenciera tras años de cómodo silencio. A pesar de todo lo que pasó, de que los hijos del general Alberto Bachelet marcharan al exilio a Australia y Alemania, Michelle sigue llamando “tío Fernando” al general Matthei.

 

Una guerrera guapa

Evelyn Matthei Fornet nació en Santiago de Chile el 11 de noviembre de 1953 bajo el signo del escorpión, quizás por eso es famosa por tener un fuerte temperamento, o porque ha sido acusada por la oposición de insultar a sus compañeros, o porque suele perder el control en público.

Otros rasgos de su biografía pueden brindar nuevas pistas. Estudió en el Colegio Alemán de Santiago. Es licenciada en economía por la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde obtuvo el premio Raúl Yver a la Mejor Egresada de la Promoción. Está casada con el economista Jorge Desormeaux Jiménez y tiene tres hijos.

Trabajó en el Departamento de Estudios de Forestal, como analista financiero, y luego como titular del Departamento de Estudios de la Superintendencia de AFP y fue subgerente de Establecimientos Comerciales, Turismo y Seguros en Bancard.

Su ingreso en la política fue polémico. Primero fue candidata a diputada por el partido liberal Renovación Nacional, organización a la que renuncia en 1993 y, unos años más tarde, se incorpora a la ultraconservadora Unión Demócrata Independiente (UDI). Hoy es la candidata única del Pacto Alianza, frente político de derecha conformado por estos dos partidos que está en el gobierno desde 2010.

En los años 90 formaba parte de la llamada Patrulla Juvenil, un grupo de jóvenes políticos entre los que se encontraba el actual mandatario chileno, Sebastián Piñera. Los recelos entre ambos líderes acabaron por romper la organización, cuando salió a la luz una grabación en la que Piñera pedía desacreditar a su compañera acusándola de ser “una cabrita chica y despistada”. Se dice que fue la misma Matthei la que hizo llegar la grabación a la prensa. A ese escándalo se le conoce como el “Piñeragate” y fue el mismo político exhibido quien le puso fin a la desavenencia de años cuando, el 14 de enero de 2011, Matthei fue nombrada ministra del Trabajo y Previsión Social. Y ha sido tan bueno su desempeño que es la tercera ministra mejor valorada del gabinete de Piñera, con el 59 por ciento de apoyo, según un sondeo de la consultora Adimark.

“Sí, Matthei es un poquito mal hablada, pero se puede mejorar”, ha admitido Carlos Larraín,  presidente de RN. “(Pero) tiene sus méritos, trayectoria política, es guapa y simpática”.

El apoyo de Matthei a la dictadura de Augusto Pinochet es innegable y al respecto, a propósito del 40 aniversario del golpe militar, ofreció una tímida disculpa: “Tenía 20 años cuando fue el golpe, no tengo nada que pedir perdón. No tendría cómo haber hecho nada más”. Luego optó por una postura algo más autocrítica, en sintonía con ciertos sectores de la derecha chilena: “Como chilenos debemos reflexionar, sacar lecciones del pasado, no olvidar y mirar cada uno dentro de sí mismo. Los que teníamos esa edad debemos ver si nos hicimos los lesos, si actuamos, si dijimos, en fin, si tuvimos errores, como dijo el presidente Piñera, por acción u omisión”.

Distinta fue su actitud al asumir la candidatura en julio pasado. Entonces Matthei no perdió un minuto en lanzar el desafío a su amiga de juegos: “Esta elección se puede ganar y la vamos a ganar. Bachelet es totalmente ganable”.

Su fama de guerrera es el arma con el que la derecha aspira a vencer a Michelle Bachelet, postulada por la coalición de centro-izquierda Nueva Mayoría y presidenta durante el período 2006-2010.

La justa electoral se acerca y, a un mes de las elecciones, la hija de Alberto Bachelet luce invencible ya que los sondeos entre los electores le dan un ventaja entre el  64 por ciento y 43 por ciento de las preferencias.

 

Votar en bonanza

Sebastián Piñera, tras ser nombrado presidente de Chile en 2010, se propuso derrotar a la indigencia en 2014 y a la pobreza en 2018, apuntó el diario español El País en agosto de este año. Ampliar el empleo le ayudará en tal empeño dado el crecimiento económico del país andino, el cual ocupa la quinta posición entre los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y toda América Latina, resaltó también este año el diario chileno El Mercurio. Y por si fueran pocas las buenas noticias, la inflación, que tiene un envidiable tres por ciento, sobresale también entre las 50 economías analizadas.

Datos de la misma OCDE fijan la pobreza en Chile en un 18 por ciento y su tasa de desempleo es cercana al 6.5 por ciento. Otras cifras ofrecen los funcionarios de Piñera. Para ellos, entre 2009 y 2011 las cifras de indigentes —aquellas personas que aunque dedican todos sus ingresos a la alimentación no pueden consiguen consumir una canasta básica de alimentos— se redujeron aún más a las mediciones de la OCDE. Con el actual gobierno los indigentes chilenos son menos porque se redujo su número del 3.7 por ciento al 2.8 por ciento, mientras la pobreza disminuyó del 15.1 por ciento al 14.4 por ciento.

“Pese a ser una economía muy dependiente de las exportaciones de materias primas —en especial el cobre—, los sucesivos gobiernos han sabido crear colchones en las épocas de bonanza”, en palabras de los analistas de la agencia de rating Standard & Poor’s, “que permiten afrontar los ciclos y las bajadas de precios. Si se añade la flexibilidad y la coherencia de las políticas económicas y monetarias, Chile —cuyo rendimiento económico es calificado de ‘impresionante’ por el Fondo Monetario Internacional— se sitúa a la cabeza de la región”.

Esa bonanza económica ha movido también otros números. La División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (DESA) publicó nuevas estadísticas sobre migración internacional que revelan que Chile se convirtió en el país sudamericano donde más creció el número de migrantes entre 1990 y 2013. El diario chileno La Tercera informó que el número de migrantes internacionales en Chile pasó de 107 mil 501 en 1990 a 398 mil 251 en 2013, lo que representa un aumento de 290 mil 750 personas.

Algunos de esos migrantes participarán el 17 de noviembre en las próximas elecciones presidenciales para el período 2014-2018. En estos comicios también se realizarán elecciones de diputados y senadores, así como las primeras elecciones de consejeros regionales. De ser necesaria, la segunda vuelta electoral tendrá lugar el 15 de diciembre.[]

Nueve candidatos compiten entre sí en una cifra inédita en la historia electoral chilena. Franco Parisi Fernández, ingeniero comercial, lo hace de manera independiente junto con el economista, académico y activista político Marcel Claude Reyes (Partido Humanista), el abogado Ricardo Israel Zipper (Partido Regionalista de los Independientes), el político  Marco Enríquez-Ominami Gumucio (Partido Progresista), la política Roxana Miranda Meneses (Partido Igualdad), el economista Alfredo Sfeir Younis (Partido Ecologista Verde), el ex diputado Tomás Jocelyn-Holt Letelier que compite de manera independiente y las hijas de los generales, en quienes se concentrarán las mayores posibilidades de triunfo.

Los críticos de Bachelet y Matthei tildan a la primera de “derechista sonriente” y a la segunda de “fascista grosera”. Dicen que ambas tienen más cosas en común que ser hijas de generales ya que las dos aprendieron desde pequeñas que el poder es vertical y que no se comparte, que es autoritario y que la democracia es una quimera. También sostienen que saben obedecer a “los amos imperialistas” ya que, cuando eran jóvenes, ambas estudiaron en “países imperialistas”, una en Estados Unidos y la otra en Inglaterra. El pueblo les importa poco en comparación con el poder, acusan.

En noviembre próximo, concitando varios tiempos y heridas históricas, historias personales y paradojas del poder —Michelle Bachelet le traspasó el cargo a Sebastián Piñera, quien se lo podría devolver—,  13 millones 106 mil 544 chilenos decidirán quién los gobernará.

Arturo Mendoza Mociño

Estado Mayor

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