México, 30 de julio.- “Es importante destacar que el Vicealmirante no iba uniformado, venía como cualquier ciudadano, como sucede con muchos ciudadanos de haber visitado el fin de semana a su familia e iba de regreso a cumplir con su trabajo.”, declaraba el Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, al relatar los lamentables hechos del domingo 28 de julio, en los cuales perdiera la vida a manos de un comando el Comandante de la Octava Zona Naval, el Vicealmirante Carlos Salazar Ramonet.
En la misma conferencia de prensa, se daba parte sobre cómo gracias a una alerta se logró identificar a la camioneta agresora, lo cual llevó a la posterior captura de tres individuos, presuntamente parte de Los Caballeros Templarios y quienes, según sus propias declaraciones, cobraban siete mil 500 pesos mensuales por la comisión de delitos tales como robar, extorsionar y generar secuestros, entre otros.
Los detenidos son: Timoteo Vargas Infante, José Trinidad Arroyo Regalado y Ramiro Barajas Alvarado, quienes al momento de su aprehensión portaban cuatro armas largas, un arma corta y cartuchos y cargadores útiles de diversos calibres.
Sin embargo, más allá de alegrarnos por las detenciones y lamentarnos por los terribles acontecimientos que llevaron a la pérdida de un alto mando de la Marina, deberíamos cuestionarnos dos cosas:
1. ¿El gobierno podrá continuar con su estrategia de comunicación social ante el notable rompimiento del tejido social en Michoacán?.
2. ¿Qué pasa por la cabeza de un alto mando de la Marina para transitar por un camino poco conocido, con la defensa inadecuada, dentro de un estado consumido por el crimen organizado?
En respuesta a la primera pregunta, resulta irónico (en el peor sentido de la palabra), que sea en Michoacán donde se lleven a cabo estos terribles acontecimientos. No sólo porque fue el estado donde se marcó el inició de la mal llamada “Guerra de Calderón”, no sólo porque fue uno de los primeros “éxitos” de la administración anterior en cuanto a reducción de la criminalidad se refiere, no sólo por la campaña de comunicación impulsada por el Gobierno Federal actual, en la cual se resalta la reducción de los índices de violencia y delincuencia, sino además porque Michoacán es un estado en donde la presente administración se ha comportado de forma timorata.
La violencia que vive el estado en cuestión, no es gratuita y en gran parte se debe a que el gobierno local se encuentra acéfalo, SÍ, con todas sus letras: el gobierno de Michoacán no tiene cabeza y por ende cerebro, por más declaraciones del gobernador interino Jesús Reyna, en las cuales se asegura la gobernabilidad de la entidad. Para que la estructura (lo cual incluye los temas relacionados con la seguridad) de un estado o localidad se mantenga necesita de un dirigente fuerte, en funciones y Fausto Vallejo, actual gobernador electo de la entidad, se encuentra claramente incapacitado para cumplir debido a las condiciones de salud que ya todos conocemos.
Lo anterior, sólo ha generado fallas de comunicación entre el gobierno local y Federal, lo cual ha sido aprovechado a la perfección por lo grupos criminales de la zona y a pesar del desgarramiento del tejido social, el Congreso local, en un acto de plena apatía y falta de respeto a lo estipulado en la Constitución (la cual indica que debido al tiempo de licencia pedido por Vallejo se debería convocar a nuevas elecciones), sigue regalándole vacaciones pagadas a Fausto Vallejo.
La respuesta al segundo cuestionamiento resulta más compleja y tal vez lo más cercano a la realidad, por tonto que parezca, es una simple desconexión por parte del Vicealmirante con el mundo en el cual vive. Si bien, a ningún ciudadano le resultaría extraño la búsqueda de un “atajo” para llegar temprano a su lugar de trabajo ante la saturación de las avenidas, o como en este caso, ante el bloqueo de una de las casetas de paso. También es cierto, que la dinámica actual del país nos ha obligado a transitar por ciertas áreas y a alejarnos de otras y hasta a cambiar nuestro horario de tránsito.
Lo increíble de este caso es que al tratarse de un elemento quien está inmerso en el constante cuidado de la seguridad interior del país, éste decidiera alejarse de la avenida principal, buscar un “atajo” poco transitado, en un estado azotado por el crimen organizado en fechas recientes, con las medidas de seguridad inadecuadas… la realidad alcanzó al Vicealmirante.
Angel Silva Juárez
@Usul16
Estado Mayor

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