México, 18 de marzo (Reforma).- Ante la falta de fuentes de empleo en sus comunidades, jóvenes y adultos de la sierra de Durango ven como solución “irse al monte”.
Para los habitantes del poblado de El Durazno, esa expresión significa sembrar droga en las barrancas que conforman el llamado triángulo dorado ubicado en las colindancias de Chihuahua, Durango y Sinaloa.
En esa zona, la siembra de estupefacientes se ha convertido en actividad común desde la década de los 70, cuando fue descubierta en la Operación Cóndor, actividad militar que duró desde 1977 a 1987.
“No hay trabajo acá, pues me voy al monte, una chulada, saca uno su camionetota y se vienen a pistear. Luego luego, se pierde otra vez todo, (y de nuevo) al monte, sin dinero, pidiendo prestado”, dijo un joven.
“Si viera que estamos bien fregados. No, no hay (trabajo), la madera ya la venden en rollo, ahí había muchos trabajadores, pero cambiaron de comisariado y dejaron de trabajar”.
Pobladores de esta región expresaron la necesidad de contar con el apoyo del Gobierno para conseguir empleo en sus comunidades, ya que de lo contrario se ven obligados a irse al monte.
Otro joven habitante de El Durazno, que se identificó como Luis, señaló que algunos amigos suyos se han ido del pueblo a vivir con familiares en Parral, Culiacán o Durango, pero les resulta complicado.
“Y luego la vida en la ciudad no está muy fácil que digamos. Por eso, mejor, aquí siembra uno poquito maíz y ahí tiene uno para pasarla, y con poquito pues ahí va uno, ahí va uno.
“En la ciudad le venden a uno hasta las tortillas, aquí la ventaja es que uno siembra el maicito y si no tiene uno para comprar tortillas, las hace uno”, expresó.
La siembra de droga es una fuente de empleo en estas comunidades rurales, ante la imposibilidad de subsistir sólo del cultivo de maíz y frijol.
La mayoría de los habitantes de El Durazno responde que siembran maíz y frijol para vivir, otros aseguran que se dedican a la actividad forestal por ser ejidatarios y unos más están en minas.
Sin embargo, reconocen la dependencia de la economía local del cultivo de estupefacientes.
El Durazno cuenta con escuelas desde nivel preescolar hasta bachillerato, por lo que una vez que concluyen su educación media, los jóvenes se van del pueblo a continuar estudios cuando la familia puede costearlos.
“Los que no tienen, se van pa’l monte. Hace falta una escuela más por allá, más arriba”, comentó otro joven, Eduardo.
Descartan maíz y frijol
Para los pobladores de El Durazno, sembrar maíz y frijol equivale a comprar fertilizante que en la zona se vende a precios altos.
El precio de fertilizante aumenta porque quienes se dedican al cultivo de droga pueden comprarlo y dejan sin posibilidades a quienes tienen cultivos lícitos.
“El más barato sale en 280, no le digo, está casi al precio de donde los moteros (sembradores de mariguana)”, dijo un productor.
El costo del fertilizante se eleva tanto que en ocasiones los productores prefieren comprar una tonelada de maíz al fertilizante, ya que en la siembra tienen que esperar un buen temporal para poder levantar la cosecha.
Viven pobladores entre contrastes
Habitantes de este poblado del Municipio de Tamazula usan camionetas de lujo y teléfonos celulares, pero su alimentación es precaria.
Convulsionado hace cinco años por ejecuciones difundidas por los medios de comunicación, El Durazno ahora vive con relativa calma que se rompe de vez en vez por enfrentamientos que se presentan entre grupos rivales que persisten en la región.
Circulan camionetas Cherokee, Cheyenne, Liberty, Suburban nuevas y Navigator, además de cuatrimotos.
Con una antena que da cobertura a la región, el uso de celulares es tan frecuente que las familias llegan a acumular pilas de tarjetas de prepago, pero para los alimentos no destinan el mismo recurso.
“Aquí comemos carne cada cuando alguien de nosotros cumple años, entonces no es muy frecuente. Comemos verduras, nos gustan mucho las verduras”, expresó Carmen Cisneros, habitante de este poblado ubicado a 700 kilómetros al noroeste de la ciudad de Durango.
En los amplios huertos que tienen los habitantes del poblado igual llegan a sembrar chile que chayote, papas e incluso fresas que resguardan bajo el techo de las viviendas y las ponen en pequeñas macetas, además de que tradicionalmente se siembra frijol y maíz.
La tradición de tener alguna vaca o borrego para consumir carne, que se presenta en casi todo los poblados del medio rural, aquí no se lleva a cabo, pues el terreno accidentado no permite contar con áreas de pastoreo.
“Son pocas las personas que tienen algunas vacas, y ellos llegan a matar una vaca cuando mucho una vez al año”, relató Cisneros.
Es poco frecuente es observar vacas en este poblado, en donde se acaba de abrir una carnicería cuya oferta de entrada es un kilo de chuleta en 80 pesos.
En contraste hay por lo menos una tienda especializada en la venta de celulares y todo tipo de accesorios, además de que prácticamente todos los comercios venden tarjetas de prepago.
Los celulares con internet son comunes en la región, sólo que la navegación es un poco más lenta, e incluso se venden unidades de USB para internet, pero también tienen problemas de conexión.
Emmanuel Salazar

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