Gendarmería nacional

México, 24 de octubre (Milenio Diario).- La creación de un nuevo cuerpo especial como podría ser la Gendarmería nacional ya comenzó a producir rasquiña entre “las buenas conciencias” de este país.

La razón es siempre la misma: ignorancia.

Los temas castrenses, a pesar de la intensidad con la que se han presentado ante la sociedad en los últimos años, no han alcanzado a transmitir su profunda realidad. Si a lo anterior se suma que existen discursos anquilosados en ideologías “sesenteras” sobre el peligro de los militares en las calles, en la administración pública y por supuesto en el combate a la delincuencia, entonces el resultado seguirá siendo el de la inconformidad de algunos grupos y “expertos en seguridad nacional”, ávidos de espacios donde transmitir sus mensajes faltos de sustento.

El riesgo que “unos” ven sobre la creación de la gendarmería es la posibilidad de un golpe de Estado (Italia, España, Chile); por lo que habrá de recodarles que el último intento de golpe de Estado en México fue en 1871. Hasta el ascenso al poder de Victoriano Huerta, técnicamente no fue considerado como tal. Las fuerzas armadas de nuestro país no necesitan dar golpes de Estado, ya que en los hechos no es con las armas como obtienen su liderazgo; es con el ejemplo, será por eso que hoy el Ejército mexicano es la institución con el mayor nivel de confianza y aprobación de la sociedad.

La preocupación ignorante de otros es la cantidad de recursos que se van a gastar en su creación. Una Gendarmería nacional no es per se; se opera y mantiene a partir de la red logística militar de cada país, aprovechando su marco legal y la fortaleza de su ruta profesional; es decir, para crearla debe existir una estructura militar. Y más allá: en la práctica, debe ser un cuerpo especial militar o una fuerza armada que se integre a la existente —Ejército, Fuerza Aérea y Marina Armada— administrada por la Sedena y controlada quizá por la Segob o en su defecto por la Policía Federal.

Algunos más “avizoran” que los resultados al final del camino serán los mismos, corrupción, impunidad y empoderamiento criminal. De crearse la gendarmería, su desarrollo se basará en disciplina y valores militares, por lo que los gendarmes que cometan delitos serán castigados por los juzgados civiles y por los militares. Estos últimos contemplan delitos contra el honor militar, insubordinación, desobediencia, infracción de deberes y traición a la patria; mismos que no se sancionan en el fuero común o el federal.

También un hecho que marca diferencia, es la profesionalización a la cual estarán sujetos quienes se integren a esta fuerza, ya que no será su permanencia dependiente de los cambios en los gobiernos municipales o estatales, es decir, podrán verdaderamente realizar un servicio profesional de carrera. Un policía municipal o estatal no tiene —en la práctica— una ruta profesional definida. Como se lleva a cabo en otras partes del mundo, los gendarmes tienen desarrollo profesional y un marco legal bien definidos. En el caso de México, existe la Ley de Ascensos y Recompensas de las Fuerzas Armadas, misma que —de ser así— puede asegurar al gendarme un futuro laboral de acuerdo a sus conocimientos, experiencia y años de servicio.

MARCO LEGAL

Hoy en día, un soldado o marino no tienen facultades para cumplimentar órdenes de presentación, aprehensión o de cateo. Solo pueden detener a delincuentes, siempre y cuando sea en flagrancia —si no me creen, pregúntele a Jorge Hank—, por lo que los militares de tierra, aire y mar tienen la misma capacidad jurídica que cualquier ciudadano.

La gendarmería actuará bajo el mando de los agentes del Ministerio Público, por lo que quedarán bajo el amparo de las facultades y prerrogativas, derechos y obligaciones que, por ejemplo, tienen las policías.

Huelga decir que ante el marco legal con el que cuentan las fuerzas armadas, su acción ante la delincuencia organizada se resume, en primer lugar, en detener —y en su caso, abatir— delincuentes, y en segundo, en asegurar desde armamento hasta inmuebles. Los de uniforme afectan solamente dos fortalezas de los criminales. La tercera es la financiera, de la cual no tienen las facultades para combatirla debido a que es exclusiva de los civiles.

Todo indica que de realizarse este proyecto, la Gendarmería nacional tendrá facultades para mantener de manera reactiva la seguridad de las instituciones —municipales, estatales y en caso de requerirse también de fuerzas federales—, todo en el marco de la seguridad interior, lo que abarca desde actuar contra organizaciones criminales hasta restablecer el orden interno después de que ocurran
desastres naturales.

TRANSPARENCIA

De manera visible, con todo lo anterior pareciera una nueva modalidad de empoderar a los de uniforme. La decisión sobre quién debe administrar la gendarmería la tiene Enrique Peña Nieto. ¿Policía Federal? ¿Secretaría de Gobernación?

Invisible será para muchos que este proyecto estará al mando de civiles. Los militares solo le darán causa y efecto.

¡Agárrenlo!

Pero a la hora de la hora, no lo
suelten.

Juan Ibarrola

Cadena de Mando

Opinión

Milenio Diario

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