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México, 5 de abril.- En Chile se lleva a cabo la Feria Internacional del Aire y del Espacio en su vigésima edición (FIDAE 2018), con la asistencia de más de 50 expositores internacionales, el despliegue y exhibición de 125 aparatos de ala fija y ala rotativa y la presencia de los cazas estadunidenses F-35 JSF y el F-22 Raptor.
Ahí está presente el general Rodolfo Rodríguez Quezada, presidente de la Feria Aeroespacial México (FAMEX), que cada dos años convoca también a decenas de expositores y representantes de empresas fabricantes de todo lo que tiene que ver con material aéreo militar y civil.
El general asiste con otros tres jefes para conocer de cerca nuevos productos y propuestas avanzadas de comercio y relaciones con otras potencias y compañías para ofrecerle a la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) perspectivas de crecimiento tecnológico a corto y mediano plazo.
En su recorrido por los stands y oficinas de la FIDAE 2018, el general se ha reunido con representantes de la empresa rusa Antonov, fabricante de los cargueros aéreos y transportes de tropas más grandes del mundo y que en algún momento le vendieron a la FAM (4), a la Marina (2) y a la Policía Federal (2) este tipo de aparatos.
También han tenido interesantes acercamientos con representantes del gobierno de Canadá, a donde la FAM envía sus Hércules C-130J a reparaciones mayores, a la sede de la empresa Cassidian, asociada con Airbus para efectuar reparaciones de alta especialización.
Muchos de los encuentros entre funcionarios militares en este tipo de eventos sirven para fincar agendas más concretas y luego definitivas. Pero en esta ocasión los generales no tendrán tiempo para concretar algo solido ya que su permanencia al frente de la FAMEX 2019 se da prácticamente por descontada.
Turbulencia en tierra
Mientras esto sucede, el alto mando de la Sedena y el mando aéreo de la FAM -el general Enrique Vallín Osuna- se sacuden momentáneamente ante las revelaciones de la periodista Carmen Aristegui, las declaraciones del candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador y la postura de investigadores universitarios sobre el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NACM).
La primera recibió una bitácora de construcción de la primera fase de las obras del NACM, además de que su reportero Sebastián Barragán investigó algunas de las irregularidades en torno a la construcción asignada en el proyecto a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), que comprende dos obras ya concluidas: la barda y el camino perimetral y las adecuaciones para la incorporación de la subestación eléctrica, adecuaciones al camino (desvío) y obras inducidas.
Por la primera obra, ya terminada, se reportó oficialmente en el portal y en los documentos oficiales del proyecto, el pago a la Sedena de $1,980,976,548.78 (Mil 980 millones, 976 mil, 548 pesos con 78 centavos), cuando en realidad el costo final de la barda y del perimetral se elevó en un 89%, además haber usado al menos dos empresas fantasma, creadas el mismo día y con minutos de diferencia, para justificar una parte de los gastos del proyecto.
La obra de la barda costó al final 2 mil 930 millones de pesos, y no los mil 980 millones que a la fecha aparecen reportados y sin cambios en el portal del NACM (http://www.aeropuerto.gob.mx/obras_preliminares_estudios.php).
La segunda obra realizada por el cuerpo de ingenieros de combate de la Sedena costó $950,000,000.00 (Novecientos cincuenta millones de pesos) y también fue pagada en su totalidad por los responsables del NACM. Eso no es todo; de acuerdo con la bitácora de la obra, ésta comenzó sin que existiera el proyecto ejecutivo que la guiara, es decir, se hizo sobre la marcha y atendiendo en el camino las dificultades que fueran apareciendo.
Esto se pudo comprobar con la propia bitácora, en la que van apareciendo retrasos, ampliaciones, correcciones, nuevos tramos, falta de material, límites distintos a los que se mencionaban al inicio, incumplimiento de requisitos ambientales, modificaciones técnicas emergentes, verificaciones de obra fuera de tiempo, exigencias para que la Sedena respete los tiempos y plazos de la obra, falta de información entre las partes involucradas para saber cómo se va avanzando, problemas con terrenos ejidales, construcción de obras no planificadas sobre el trazo original del muro, entre algunos aspectos relevantes.
Algunas de estas irregularidades fueron conocidas por el equipo de campaña de López Obrador. En Acapulco, antes de que el espacio noticioso de Aristegui diera a conocer sus hallazgos, al comparecer ante banqueros, industriales y hombres de finanzas, el candidato de Morena advirtió que de ganar las elecciones presidenciales detendría las obras del NACM para revisar las posibles irregularidades en su construcción y a quiénes estaría beneficiando.
No solo eso. Sobre la marcha, Obrador adelantó que el proyecto del Nuevo Aeropuerto no era viable porque, entre otras razones, los terrenos en los que se estaba edificando se hundían varios metros por año, según estudios especializados.
La solución, dijo, sería construir dos pistas alternas en la Base Aérea Militar Número Uno de Santa Lucía, en el Estado de México, en los terrenos en donde operan los escuadrones más importantes de la FAM.
Ni la Sedena ni los directivos del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM) han abierto la boca para aclarar lo publicado y el Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI) se ha limitado a negar la entrega de cualquier dato, firma, contrato, proyecto o documento relacionado con la obra.
Las reacciones negativas no se han hecho esperar. Hay una campaña alterna para atacar en todos los foros y por todos los medios posibles a López Obrador, quien tampoco ha mostrado ante la opinión pública documentos o estudios que avalen sus dichos. Lo que sí ha propuesto es que quienes defienden el proyecto del NACM formen equipos de técnicos y se sienten con su equipo de especialistas y un tercer grupo neutral para revisar a fondo la pertinencia o no de la obra.
Si AMLO sigue, como dicen las encuestas, como en caballo de hacienda, sus palabras tendrían una doble o triple implicación ya que como presidente y comandante supremo de las fuerzas armadas estaría poniendo una dura prueba de institucionalidad y de respeto a los jefes militares que en los últimos meses se han caracterizado precisamente por su rechazo velado y abierto al candidato tabasqueño.
Jorge Medellín
@JorgeMedellin95
Estadomayor.mx
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