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Cuarteleras


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México, 9 de octubre.- Los claroscuros de la tragedia. Dos sismos. La debacle, y en el Heroico Colegio Militar (HCM) salones, muros, pasillos y escaleras sacudidos, cuarteados. La tropa juvenil espantada por el terremoto, obligada por las circunstancias a pasar la madrugada del 20 de septiembre en colchonetas, sleepings o cobijas que cubrieron una parte de la plaza de maniobras del heroico.

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Y el alto mando…

Ya no se diga el Mando Supremo, comandante y jefe de todas las tropas, las de tierra aire y mar.

Mientras el general André George Foullon Van Lissum, director del HCM, recorría aulas, gimnasios, el picadero cubierto, el casino de fiestas y la sala de máquinas, el mando de la Sedena recorría otros lugares y verificaba el correcto despliegue de las tropas en las edificaciones siniestradas por el terremoto.

Conforme pasaban los días y la gente se organizaba o trataba de hacerlo para ayudarse unos a otros, rebasando en muchos momentos a las autoridades de todos los niveles, la coordinación y el buen ambiente entre militares y federales se deterioraba hasta llegar a la confrontación, los gritos, las amenazas y las órdenes desobedecidas.

Esto ocurrió al menos en una ocasión en las inmediaciones de la Base Aérea Número 2 de la FAM en Ixtepec, Oaxaca, en donde un par de camionetas de la Policía Federal (PF) que encabezaban un convoy de vehículos civiles con ayuda humanitaria fue detenido en un puesto de revisión militar en el que estaba ni más ni menos que el general de División Alfonso Duarte Múgica, comandante de la VIII Región Militar en Ixcotel (Oaxaca).

El bochornoso desencuentro fue grabado en video por los federales y por algunos civiles y subido a redes sociales para dejar en evidencia la falta de coordinación, de tacto y de obediencia (traducida al final en un hecho que no llegó a la violencia armada) hacia la figura de mayor rango en el escalafón de la milicia de tres estrellas plateadas.

Duarte Múgica y su estado mayor se encabritaron porque los federales se negaron a una revisión, porque usaron un camino alterno, porque no se cuadraron ante un divisionario y, sobre todo, porque no cedieron y no entregaron sus armas, no se dejaron desarmar por una tropa contrariada y que poco hizo (bien hecho) para obedecer a su comandante de Región.

El lamentable espectáculo de gritos, amenazas y resistencias duró en video poco más de cuatro minutos. Hasta el momento ni la Sedena (el General Secretario Salvador Cienfuegos Zepeda) ni la Policía Federal (el Comisionado General Manelich Castilla Cravioto) han dicho una palabra de lo sucedido.

Pero ahí no acabó todo para la Sedena. Durante los trabajos de búsqueda y rescate de víctimas en Álvaro Obregón 286, el fotoperiodista estadunidense Wesley Boxce lo perdió todo; su esposa, la fotógrafa Elizabeth Esguerra Rosas, y su casa desaparecieron entre los escombros. Su hija logró salvarse, porque estaba en la escuela en esos momentos.

Wesley fue trasladado a un hospital con heridas graves, pero tras su rescate varios periodistas reportaron que algunos militares robaron de entre los escombros varios chalecos y equipo para portar lentes de fotografía que Boxce tenía en su casa y que él elabora con una marca propia para venderla en el medio periodístico.

La denuncia fue hecha en redes sociales, respaldada con fotos en las que aparecen soldados con cascos amarillos, sus bandas de aplicación del Plan DM-III sobre el brazo y los chalecos y porta lentes sobre el uniforme castrense.

Como en el casi del general Duarte Múgica y los agentes de la Policía Federal, la Sedena no ha dicho nada, no ha fijado su postura o manifestado algo sobres acusaciones más que delicadas, en el marco de las labores de rescate de los héroes del sismo.

Y para rematar, el 27 de septiembre el activista Gerardo Fernández Noroña convocó a una conferencia de prensa para revelar una presunta operación ilegal o anticonstitucional del general Cienfuegos, con la que busca vender terrenos del Campo Militar 1-F para convertirlos en zonas residenciales.

Con un legajo de papeles y fotocopias de comunicados y oficios supuestamente elaborados por gente del Estado Mayor de la Defensa Nacional (EMDN) y de diversas áreas de la dependencia, Noroña intentó demostrar la existencia de una operación de venta de una parte del predio militar que en realidad salió a licitación a principios de este año.

El verdadero tema de la conferencia no fue el supuesto contubernio militar para vender de manera subrepticia los terrenos del 1-F, sino el mecanismo que posibilitó una especie de burdo espionaje e intromisión en los documentos que se le entregan al general secretario.

Lo cierto es que al menos tres o cuatro de los documentos del expediente salieron de las oficinas con las que tiene contacto el personal de confianza del general Cienfuegos.

En sus oficinas ya hay una investigación para dar con los presuntos, mientras la Sedena, como en los casos anteriores, guarda silencio.

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