México, 20 de julio.- La fuga del “Chapo” tiene copados los medios de comunicación y la mente de millones de mexicanos hace una semana. Mismo tiempo en que Monte Alejandro Rubido no ha logrado dormir bien ni ha conseguido asimilar su angustia.
El rostro desencajado, titubeante en las respuestas, enojado, pero sobre todo, rebasado completamente como comisionado de Seguridad, responsable de la fuga por su jerarquía en la Secretaría de Gobernación, expresar pesar por la certidumbre de que los 30 años que tiene como funcionario público valieron misa.
Que el estigma no podrá quitárselo, que por más que trata de explicar y justificar lo que sucedió, no logra convencer sobre su inocencia.
Rubido, en entrevista para la televisión, rompiendo los protocolos de seguridad que impiden legalmente filmar los penales federales, se atrevió a jurar que no hay omisión o descuido por parte de los funcionarios responsables.
Y que esa fuga, simplemente, los sorprendió.
O sea, en verdad es una ofensa a la inteligencia de millones, que pusieran al Chapo en una celda de planta baja sabiendo su afición a los túneles por casualidad…
Lo más grave de sus declaraciones, durante un recorrido ilegal, fueron los titubeos cada vez que le preguntaban por cuestiones técnicas del penal o sobre horarios, condiciones de visitas y demás realidades de los internos.
Así como se atrevió a mostrar su total desconocimiento de las cárceles federales bajo su mando al declarar, en la mañana del domingo 12 de julio, que “El Chapo” se había fugado de “la zona de regaderas” del penal del Altiplano, durante el reportaje no pudo responder lo más elemental.
Los penales federales no tienen “zona de regaderas”, y contra sus dichos sí se graban las visitas familiares que suceden en una zona especial para ellas, desvistiéndose antes al reo para comprobar que no lleva en su persona ningún objeto o papel. Eso lo saben todos los funcionarios penitenciarios del Gobierno.
“El Chapo” tenía una televisión cuando están prohibidos los diarios para que los internos no estén enterados puntualmente de las noticias nacionales… y recibía a sus abogados a deshoras… ¿qué más sucedió que no nos han dicho?
Como el cambio de Marisa Quintanilla de la Garza, que fue directora de ese penal a la llegada del “Chapo”, por no impedir un baile de música grupera, con escenario y camiones de equipo, realizado en los terrenos aledaños al penal el 15 de septiembre del año pasado… supuestamente pagado por éste.
En su lugar entró Valentín Cárdenas Lerma, que fue cesado pero hasta la fecha se desconoce si existe responsabilidad penal en su actuación, que tiene 30 años en el ámbito penitenciario y ya había sido director de ese penal.
Y casualmente estaba a cargo del Cefereso 8, situado en Guasave, Sinaloa, cuando lo trajeron a como director de Almoloya.
Tampoco hemos sido informados de la identidad de los siete detenidos, que ya están en penales de “alta seguridad” por estos hechos. Que supuestamente son funcionarios de la Policía federal y el CISEN, con lo que se demostraría que Guzmán Loera penetró los sistemas de inteligencia dependientes de la Segob y los “compró”.
Los penales federales le cuestan al Gobierno mil 700 millones de pesos al año. Es mucho dinero para qué no puedan garantizar su función principal, para lo que fueron creados: Que los internos permanezcan dentro.
El presidente Peña Nieto declaró a su regreso de Francia que con enojos no se va a resolver la fuga de Guzmán Loera. Con lo que quedó establecido que no habrá más renuncias. Que no se profundizará en la investigación sobre complicidades internas y que nos quedaremos con las afirmaciones de Rubido de que no hubo ni omisiones ni errores en el Gobierno.
Y la mejor de todas las declaraciones, hecha por el comisionado Monte Alejandro Rubido: El Túnel se hizo con una brújula minera, sin ninguna complicidad al interior del penal…
Isabel Arvide
@isabelarvide
Estado Mayor MX
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