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La guerra en silencio, disparos en Chiapas, indecisiones en el DF


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EZLN. Foto: EspecialMexico, 4 de enero.- Los primeros días de enero de 1994 transcurrieron caóticamente: abundancia de jefes militares, poca comunicación entre los cuarteles, Godínez del tingo al tango con su mando… disparos, muertos, cadáveres sin recoger, conferencias de prensa…todo era una gran confusión.
Fue hasta el 4 de enero que Carlos Salinas de Gortari convoca a una reunión con su “Gabinete de Seguridad”… lo ahí discutido fue un horror, al menos contra la política social del primer mandatario, impulsada por quien era ya candidato priísta a la Presidencia, Luis Donaldo Colosio. Ahí, en Los Pinos, sus colaboradores le hicieron hincapié al mandatario que todo el dinero que se había enviado, con urgencia y a manos llenas, a Chiapas había servido para armas al EZLN.
Dieron como ejemplo de esto que el programa de crédito inmediato que se implementó para los productores de café había pasado, textual, de mano hasta el “Subcomandante Marcos”.  Cuentan que Salinas se enfureció, dio un manotazo y gritó que qué querían que hiciera… que era peor no darles dinero.
En privado Manuel Camacho Solís, que tenía la relación directa con Chiapas y con el obispo Samuel Ruiz a través de su suegro, el doctor Manuel Velasco Suárez, exgobernador y abuelo del actual gobernante, insistía con Salinas para una tregua, para un enfoque de negociación.
Salinas habló a la población hasta el 6 de enero.  Su mensaje de ese día parecía a favor de la guerra… la gran batalla de Ocosingo había sucedido horas antes.
Apenas permitió el primer mandatario que el Ejército disparase, se decidió tomar Ocosingo que estaba en manos del EZLN.  Fue la batalla más larga, más cruenta y con mayor número de muertos de la guerra.
A las 15.50 horas del día 2 de enero entraron a la población tres batallones de Infantería del 73 Batallón, encabezados por el coronel Hermelindo Ladra Cruz.  Junto participarían el 74 y el 17 Batallones en una operación envolvente que los obligó a refugiarse en el mercado.
Los zapatistas habían llegado la noche del 31 de diciembre con mucha violencia, como me lo contó el padre Pablo Iribarren: “Hubo un largo rato de disparos. Piano, piano, fueron cercando el ayuntamiento. Dos policías que estaban en los portales cayeron, desangrándose.  Hasta que dejaron de moverse. Otros dos murieron en la parte trasera.  Hasta las dos de la tarde del día primero cesaron los balazos. El griterío era espantoso.  La gente estaba encerrada en sus casas… habrían sido como mil con diferente armamento.
Los boletines de prensa dijeron que se había cortado el suministro de energía eléctrica, que aproximadamente 50 individuos armados irrumpió en la población…matando a cinco policías y que había 8 personas desaparecidas… destruyeron dos vehículos de la PGR… secuestraron a 12 ganaderos.
No se hizo público el robo de una camioneta de PEMEX con 1576 kilogramos de explosivos.
Mi general Juan López Ortiz me contaba, horas después, de esta batalla: “Esta gente es muy criminal…no sabíamos qué había dentro del mercado… todo eran charcos de sangre, disparos, confusión… ellos utilizaron cuernos de chivo, granadas, pistolas escopetas y a la gente como escudo humano… había más de cien francotiradores”
Los guerrilleros se llevaron los cadáveres de su gente.  Los militares muertos, insisto en esto, no constan en ningún informe.
En la Ciudad de México el primer mandatario recibía a muchas personas.  Entre ellas Rubén Figueroa, que le pedía exterminar a los guerrilleros… ellos y la posición de Camacho Solís.
El 7 de enero los zapatistas intentaron tomar, otra vez, Ocosingo… En el Cerro de Tzontehuitz se libraban batallas encabezadas por el general Othón Calderón para retomar las instalaciones de la CFE, recordemos que había habido apagones, y del entonces Canal 13, así como de Telmex… había una temperatura de menos 5 grados que congelaba el agua…
En la madrugada del 8 de enero Manuel Aguilera, entonces Regente de la Ciudad de México, despertó a Salinas: Había explotado una bomba colocada en un automóvil en el estacionamiento de Plaza Universidad.  Eran explosivos plásticos. Luego estallaría una camioneta a la puerta del Campo Militar Número Uno.
En los cuarteles había una alerta máxima.  Las comunicaciones eran defectuosas.  Los guerrilleros tenían la ventaja de la sorpresa.  El general Porfirio Negrón estaba en el aeropuerto de Las Margaritas defendiendo las instalaciones en situación más que precaria.  En Rancho Nuevo seguían los balazos… Había cadáveres por todas partes… el general Juan López Ortiz estaba en Altamirano para evitar la llegada de los guerrilleros heridos al hospital de las monjas que estaba construido especialmente para esto.
De todos los eventos militares la difusión estaba en manos de un Vocero Oficial de la Secretaría de Gobernación.  Fue un desastre.
El día 11 llegó Manuel Camacho Solís a San Cristóbal, sus primeras declaraciones cayeron como balde frio sobre el uniforme militar: “Tregua, no exterminio”
Así llegó la noticia del cese al fuego unilateral el día 12 de enero, yo estaba en el Cuartel de Rancho Nuevo con el general Menchaca y otros jefes militares…
Isabel Arvide
@isabelarvide
Estado Mayor
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