México, 5 de diciembre (Milenio Diario).- La llegada del general Salvador Cienfuegos a la Secretaría de la Defensa Nacional, así como la del almirante Vidal Francisco Soberón a la de Marina Armada de México, le otorga un soporte vital al inicio de la administración de Enrique Peña Nieto.
Al asumir los altos mandos de tierra, aire y mar, el 1 de diciembre, se envió un mensaje a la clase política, a la económica y, por supuesto, a la ciudadanía, sobre la actualidad y penetración de las fuerzas armadas en la sociedad, en el país y per se, como base del Estado mexicano. En su primer discurso, el nuevo comandante supremo rompió con la incertidumbre del rumbo que tendrán los institutos armados, es decir, el Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina Armada no son circunstanciales ni mucho menos dependientes a un partido o a una ideología; los soldados son el mejor ejemplo de la pasión que se necesita para construir un México mejor.
Los hijos más nobles
En el desayuno ofrecido el día de ayer por las fuerzas armadas al presidente Peña Nieto reconoció a los soldados como los hijos más nobles de México y reafirmó que en la búsqueda de tiempos de paz y prosperidad los militares continuarán insertos en las labores de seguridad, ya que bajo su mando, “las fuerzas armadas de México seguirán siendo factor de estabilidad y de confianza social, seguirán cumpliendo con decisión, la elevada misión de garantizar la seguridad interior y la defensa exterior de la República”.
Por si quedara alguna duda,
Enrique Peña Nieto aclaró en su mensaje que su mando lo ejercerá de manera unificada, lo que adelanta que el combate a la delincuencia seguirá distribuyéndose equitativamente en las capacidades con que cuentan hoy las fuerzas armadas.
Como intención inicial, el mensaje es positivo. Falta esperar a que se conforme en su totalidad el gabinete de seguridad, mismo que quizá definirá qué tan visible será la participación de los uniformados en la tan urgente pacificación del país. Se insiste en que no aprovechar la intensa experiencia de los soldados en materia de seguridad interior será un desperdicio mayúsculo, tanto como olvidarlos en esa “hoguera de las vanidades” que se llama política, la cual, conforme avanza el sexenio, se calienta tanto que termina por derramarse.
No se debe confundir nobleza con sometimiento.
Los altos mandos
Como se mencionó en este espacio (“El reto de la seguridad nacional”, 03/10/12), las habilidades de los generales de división y de los almirantes para estar al frente de sus instituciones son indiscutibles por su preparación y experiencia. Sin embargo, el ascenso del general Cienfuegos tiene un valor agregado muy importante, ya que al haber sido director del Heroico Colegio Militar y del Centro de Estudios del Ejército y Fuerza Aérea, así como Comandante del Cuerpo de Cadetes del Heroico Colegio Militar, hoy, quienes son capitanes, mayores, tenientes coroneles y coroneles pasaron por su doctrina, liderazgo y, por supuesto, por la enseñanza y generación de la cadena de mando.
Salvador Cienfuegos Zepeda, sin lugar a dudas, es un hombre con la visión correcta sobre las necesidades del Ejército mexicano. Dentro de los aspirantes a suceder al general Guillermo Galván, él era el de mayor antigüedad en el Ejército, situación que seguramente influyó en su atinada designación. Cabe destacar que esa experiencia será la que lleve al Ejército a continuar con la modernización de su estructura y también en el fortalecimiento de su doctrina académica.
En el mando y conocimiento de tropas, el general Cienfuegos ha mantenido un acercamiento constante, lo que se fortalecerá con la lealtad y respeto que le guardan los generales, jefes y oficiales del Ejército mexicano. El manejo político de Cienfuegos no debe pasar inadvertido. El nuevo general secretario sabe bien la importancia de fortalecer a las fuerzas armadas en el ámbito legislativo y judicial.
La designación del almirante Vidal Francisco Soberón Sanz, es de igual significado. La Secretaría de Marina Armada de México, durante los últimos seis años supo transmitir a la población la importancia del papel que tiene ante las necesidades de seguridad del país. La sucesión en Marina obedece a entregar el mando a un hombre que —al igual que en la Sedena—, a pesar de que sabrá reflejar su huella, deberá continuar con las labores que han beneficiado a poblaciones y ciudades enteras, sobre todo en el norte y sur del país.
Aprovechar al máximo la experiencia del almirante Soberón, deberá ser misiva para muchos. Como en el caso de Cienfuegos, la capacidad y habilidad política de Soberón no deben confundirse con su lealtad probada. La ejecución de estrategias y operaciones navales tienen una base donde el nuevo secretario de Marina ha sido fundamental para alcanzar los objetivos planteados.
La modernización a la cual se sometió la Marina no puede dejarse a un lado. Los resultados han sido significativos, y bajo el mando del almirante Soberón, no solo se pondrá a prueba el desarrollo de la estructura naval, es un hecho que demostrará su fortaleza ante los nuevos retos.
Juan Ibarrola
Cadena de Mando

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