Cuarteleras

México, 30 de marzo.- Los ecos de la reunión del presidente Enrique Peña Nieto con miles de soldados, pilotos y marinos (como él los definió) no dejan de sentirse en los cuarteles y en las redes sociales.

Lo que salta a la vista de inmediato es un efecto contrario al que los asesores de Los Pinos le garantizaban al mandatario: el desagravio de Peña fue visto como un acto de demagogia, como una especie de acto de campaña electoral para tranquilizar a los altos mandos y conocer un poco más de cerca a los militares.

Decepción, es la palabra y el sentimiento que flota entre la tropa y los oficiales. Los jefes son otra cosa. Ven diferente la realidad militar. En el fondo no se trataba de que el encuentro con Peña Nieto se convirtiera en una celebración de sorpresas o en una fiesta de anuncios sobre incrementos salariales y mayores y mejores prestaciones para la tropa que no pidió hacerle al policía, pero lo hace.

Lo fundamental, lo que los miles de soldados, pilotos y marinos querían ver y sentir en realidad era a su Comandante Supremo. Es la hora en la que siguen esperándolo. Parece que no llegó el evento, se señala en redes sociales creadas por militares.

 

¿Quién miente?

Hay un prietito en el arroz de la agenda militar que tiene que ver con el combate al robo de combustibles y los problemas que han causado las bandas de huachicoleros en varios puntos del país.

El pasado fin de semana tropas del 17 Regimiento de Policía Militar que operan en el estado de Puebla reportaron un incidente grave sobre una de las carreteras cercanas al puesto de operaciones de Tepango de Rodríguez. Un convoy de esa unidad patrullaba la carretera y descubrió vehículos civiles sospechosos. Una de las camionetas detectadas llevaba al menos tres tambos de plástico de 200 litros cada uno con combustible.

La versión oficial dice que un grupo de militares se acercó para investigar e interrogar a la gente de a camioneta con los tambos, pero estos huyeron hacia los sembradíos. Se inició la persecución en la carretera, en donde un camión Dina de la Policía Militar que llevaba al menos ocho elementos fue atacado primero a tiros y luego embestido hasta hacerlo volcar sobre su costado derecho.

Dos soldados resultaron con heridas graves y fueron trasladados por un helicóptero de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) hacia Puebla. El testo de la tropa fue atendida en el lugar por socorristas y policías municipales. Los agresores huyeron dejando una de las camionetas abandonadas sobre la cuneta.

El martes 298 de marzo, el general Raúl Gámez Segovia, comandante de la XXV Zona Militar con sede en la ciudad de Puebla, rectificó ante reporteros locales y reconoció que los soldados del convoy nunca fueron atacados a tiros por supuestos huachicoleros.

En realidad chocaron con una camioneta que les cerró el paso, aclaraba el jefe militar. El problema es que el parte oficial rendido por los integrantes de regimiento indica que tras la volcadura y cuando otros militares acudían a ayudarlos, los civiles les estaba disparando.

El parte militar señala que los soldados no pudieron precisar el tipo de calibre o de arma con la que los atacaban. Otra versión que circuló entre militares era que los dos soldados heridos y llevados a Puebla eran los que habían recibido los disparos.

Así que ¿Quién cuenta la historia incorrecta?

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