México, 18 de septiembre.- Incapacitado por formación, supongo que también por carácter, para poner en su sitio a los gobernadores durante su mandato constitucional, hoy los responsabiliza de todo lo malo que sucedió. En entrevista en Nueva York el expresidente afirma que fueron “gobiernos locales los que obstruyeron” el combate al crimen organizado. Expresión fuerte que seguramente tendrá respuesta priísta.
Obstruir aquí es sinónimo de complicidad criminal.
Lo que, él mismo utilizó el ejemplo, queda de manifiesto con el encarcelamiento de Jesús Reyna, exgobernador de Michoacán y, también, el del hijo del gobernador Vallejo.
“Si el que fue gobernador es sorprendido en un vídeo dialogando y colaborando con uno de los criminales más sanguinarios que hay en México, dígame usted cuáles eran las posibilidades del Estado” afirmó a un reportero de The Associated Press.
Fácil. Con preguntarle a Peña Nieto.
Aunque tal vez, hombre desconfiado que fue como gobernante, no tenía a la mano a un hombre de su confianza y cercanía para enviarlo como “Comisionado”, lo que es hoy Alfredo Castillo en Michoacán.
Pudo haberle pedido a Reyna que renunciara. Pudo… Pudo… Pudo… todo en tiempo pasado.
¿Qué necesidad de decir lo que no hizo? Exactamente lo que no pudo, de incapacitado que estaba para hacerlo. Porque lo que parece decir el expresidente Calderón es que la realidad le amarró las manos. Y justo lo que millones de mexicanos quieren son gobernantes que venzan, de poder, de capacidad, a la realidad.
¿Sabía Calderón la realidad de Michoacán? No queda duda alguna. Como hoy el Gobierno federal, obviamente el primer mandatario, conocen qué sucede en Oaxaca, en Tamaulipas, en el mismo Michoacán. La diferencia es que han encontrado la forma.
Las entidades federativas donde el gobernador no hace su chamba, por las razones que sea, tienen prendidos focos rojos en el tablero del primer mandatario. Y así como enviaron apoyo a Baja California Sur afectada por el huracán Odile, así tiene en el cajón del escritorio formas de controlar o solucionar problemas, sean sociales o de seguridad.
Dice Calderón Hinojosa que se avanzó en el combate al crimen organizado en los Estados donde hubo los “gobiernos locales cooperaron”, desafortunadamente su voz se escucha como chillido. ¿Por qué no los obligó? ¿Se puede gobernar un país sin apoyo, sin “cooperación” de los gobernadores?
Como ya escribimos aquí, Enrique Peña Nieto ha pegado manotazos de poder en varias entidades del país. En Sonora, frente a un gobernador panista que se atrevió a “retarlo”, envió toda la fuerza de su gobierno. En Michoacán tiene a Alfredo Castillo al mando, y seguramente en Oaxaca veremos dentro de poco que la paciencia presidencial tiene límites.
¿Se vale? Digamos que las protestas o el malestar no han sido magnificados de ninguna forma. El mismo Eruviel desde el Estado de México no ha hecho otra cosa que disciplinarse y ponderar elogiosamente que le controlen el tema de seguridad pública desde Gobernación.
Un Presidente tiene que gobernar todo el país, tiene que ser el mando responsable de lo que sucede en todo el territorio nacional, con o sin los gobernadores. Al menos los priístas lo supieron siempre, y contra todo lo que dice el papel de autonomía estatal fueron “empleados de lujo” del primer mandatario en turno. Quienes se atrevieron a confrontarlos abiertamente no tuvieron buen destino, sobran los ejemplos.
En México, disguste a quien corresponda, se votó mayoritariamente por el regreso de este estilo de gobernar.
Michoacán es el Estado donde Felipe Calderón nació, donde quiso ser gobernador, donde su hermana fue candidata y es senadora. Para poner todo en orden hubiese bastado con encarcelar al montón de criminales que también estaban en el gobierno, como era de su conocimiento. Y con los gobernadores el precedente hubiese sido Coahuila, con aplicar toda la fuerza de su poder contra el gobernador que pintó bardas llamándolo “borracho” habría bastado para que los demás entendieran.
Eso de falta de “cooperación” se antoja tan infantil en temas de poder…
Isabel Arvide
@isabelarvide
Estado Mayor
