La Ucrania de Putin: batallones piratas, autodefensas y otros agravios

México, 15 de marzo.- Vladimir Putin lleva sobre sí la carga de una memoria histórica que cual bumerang habrá de regresar para derribar sus aspiraciones en Ucrania. Hay que recordar cómo sembró de cadáveres en Chechenia cuando su gobierno provocó una segunda guerra civil que balcanizó la región. La población se armó; surgieron –como ahora en México– grupos de autodefensa para proteger los escasos bastiones civiles que quedaron tras el saqueo y las vejaciones.

Cuidado con la capacidad de recordar a detalle; con la hipermnesia[1], porque hay quienes la padecen para traer a la memoria resbaladiza de los políticos, lo que ellos aparentan olvidar. Por eso la periodista Anna Politkoskaya, fue asesinada en la administración del entonces y hoy presidente ruso, por denunciar “La deshonra rusa” (2003) y “La Rusia de Putin” (2005). Ahí quedan las denuncias de Anna, quien en el año 2002 se ofreció como mediadora en la toma de rehenes ocurrida en el teatro de Moscú, sin mucho éxito.

Pero el conflicto por el que pasa Ucrania se debe al añejo intento geopolítico ruso por reacomodar un imperio que ya no cabe en sí; que juega solo al ajedrez; un imperio que respaldó el desmantelamiento del comunismo ucraniano y ahora vive el desgaste del modelo capitalista global.

Para Putin, Estados Unidos ya no es problema, ni con todos los amagos de romper relaciones o intervenir en lo militar; a la Rusia de Vladimir no le ocupa, pues Obama le interesa más derrocar al gobierno venezolano que tomar partido en contra de su similar ruso.

En el marco de la consulta popular en Crimea, se reportan caravanas con el lema “Ucrania es indivisible”, y aunque el hasta ahora primer ministro, Arseni Yatseniuk, advirtió que “Ucrania no se rendirá a Rusia”, lo cierto es que el acoso cada vez es mayor y la salida diplomática se queda en diplomacia, nada más. La única salida de contrapeso se vislumbra a través de China y la India, principalmente, la primera, la comunista de expansionismo y competitividad capitalista. Es el imperio de oriente, la nación que podría inclinar la balanza con apoyo militar al ejército ucranio.

El muro global cerca a Ucrania

El muro de Putin es el acoso de la guerra, ahí en la frontera, rodeando Ucrania con maniobras militares, seis cazas Su-27 y tres aviones de transporte militar en la aliada Bielorrusia, para realizar tareas de espionaje aéreo. Así, en el marco de la consulta popular se dispara el miedo y se inhibe la participación; pero Venezuela es el foco distractor que justifica la lenta reacción de EU.

Pero la militarización no es de hoy, mientras unos patinaban en la fiesta olímpica de invierno en Sochi 2014, otros se posicionaban para alistar el sitio ucranio. Al tiempo que Putin se emocionaba con las medallas de su país; Vladimir “el inquebrantable” solo ha llorado en su segunda victoria electoral.

El veneno de Moscú

Ahora el veneno es social, corroe la piel de una nación; antes habían envenenado a Víctor Yúschenko en septiembre de 2004, cuando estaba en campaña rumbo a los comicios ucranios; Yúschenko soportó una concentración de dioxina hasta 10.000 veces superior a la cantidad admitida por un ser humano.

Era de dominio público, que Víctor no era el candidato que respaldaba Moscú. Ucrania es para Rusia, lo que México para Estados Unidos: su patio trasero, y no lo quiere dejar ir.

El espejo de la geopolítica refleja realidades paralelas, tal es el caso de Rusia, pues aunque el discurso internacional de Vladimir Putin sostiene que hay una crisis en Ucrania, la crisis proviene de una Rusia que ya no puede mantener más el statu quo, el sistema y la estructura en la cual ha basado su poder a lo largo de los años posteriores al comunismo. Una Rusia que se apoya en el sometimiento a otras regiones se ha desgastado finalmente.

El espejo de autodefensas y gobiernos interinos

El temor de Putin es la transición y la autodeterminación ucrania de su propio gobierno, no es otro temor que una fobia democrática muy patológica.

En las regiones balcánicas, así como ocurrió especialmente en Chechenia, surgieron grupos armados de entre la sociedad civil, que luego se sumaron a la violencia de los ejércitos rusos y batallones especiales.

El proceso de envenenamiento disfraza las intenciones de las potencias en dosis de violencia que van expandiéndose hasta la desfiguración de los pueblos sometidos, para después justificar la total intervención.

Se trata de la ignominia y el etnocentrismo ruso dispuesto a desdibujar una nación que rechazó el modelo impuesto desde Moscú. El gobierno de Vladimir Putin hace de los males locales padecimientos globales; su administración ha permitido que proliferen la trata de personas, la violencia hacia las mujeres, la homofobia, el racismo, el tráfico de armas, de drogas; los grupos de autodefensa, el paramilitarismo, y todo un panorama que ni en el peor Michoacán podría imaginarse.

 

Pero todo es inestable en Ucrania, su primer ministro −Arseni Yatseniuk− es interino; se enfrentan a batallones piratas sin bandera, a fantasmas, a recuerdos, a la Rusia de Putin y a la indolencia del mundo complaciente.

 

Yuriria Rodríguez Castro

Estado Mayor

 

 



[1] “Grado exagerado de capacidad de retención o memoria, generalmente patológico. Hipermnésico”. Definición tomada del Diccionario de Psicología (Howard C. Warren, p. 162).

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