Drogas y cárcel

La sexta Cumbre de las Américas en Cartagena, Colombia, este pasado fin de semana, sirvió de escenario para el enfrentamiento de dos posturas distintas sobre el tema de las drogas. Mientras que el presidente colombiano Juan Manuel Santos señaló que “es necesario iniciar una discusión y un análisis sobre este tema sin prejuicios y sin dogmas”, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, reiteró la respuesta que su gobierno ha tenido durante un siglo de prohibición y medio siglo de la guerra contra las drogas declarada por el presidente Richard Nixon en 1971: “La legalización no es la respuesta”.

Lo curioso del caso es que los dos presidentes pudieron haber visto truncadas sus carreras políticas antes de que éstas empezaran y no por el consumo de drogas, en que los dos incurrieron durante su juventud y que no ha dejado huellas en su salud o inteligencia política, sino por la posibilidad de que pudieran haber sido detenidos y encarcelados por este uso.

Cuando era candidato a la Presidencia de Colombia, Santos respondió a una pregunta en una entrevista con la cadena RCN el 2 de mayo de 2010 de la siguiente manera: “¿Qué si me he metido droga? En la época de la universidad fumé marihuana, como fumaban casi todos los compañeros de la universidad”.

No es el presidente de Colombia el único mandatario en la Cumbre de las Américas que reconoce haber fumado marihuana. En su libro autobiográfico Dreams of my Father, Obama escribe: “Aprendí a que no me importara. Exhalé algunos anillos de humo en recuerdo de esos tiempos. La mota había ayudado y el alcohol”.

Si los demás mandatarios fueran un poco más abiertos, seguramente sabríamos de muchos otros que en algún momento utilizaron drogas prohibidas. Todos los actuales presidentes americanos crecieron en un tiempo en que el consumo de marihuana y otras drogas era común en los círculos estudiantiles. Muchos, sin embargo, prefieren mantener estos esqueletos escondidos en el armario.

Si Santos, Obama o cualquiera de los ex consumidores que han llegado a ser presidentes hubiera sido arrestado por usar marihuana o alguna otra sustancia ilícita, su vida habría sido muy diferente. Los antecedentes criminales habrían impedido que el detenido tuviera una carrera política razonable y habrían hecho imposible que llegara al máximo grado de responsabilidad de mando en su país. De hecho, es muy probable que al purgar la pena de posesión en la cárcel cualquiera de ellos hubiera visto su vida desviada de manera permanente. Los reclusorios dejan pocas opciones a los reos de proseguir una vida productiva. No sólo son escuelas del crimen sino que, por el prejuicio que queda en contra de quienes han pasado tiempo en ellos, obligan a los liberados a llevar una vida criminal. Las cárceles hacen más daño que las drogas.

Cuando un personaje como Obama se niega a cambiar el rumbo de una política que en un siglo no ha podido disminuir el consumo de las drogas, sino que lo ha aumentado y ha generado además violencia y sufrimiento social, demuestra que los políticos abandonan todo lo que han aprendido durante la vida en el momento en que toman el poder. Si alguien sabe que las drogas no dejan daños permanentes es Obama, quien las utilizó de joven y a pesar de ello cumple hoy dignamente con su papel como presidente de los Estados Unidos.

Quizá lo peor de todo es que al final del día en Cartagena, Obama y los demás presidentes brindaron con alcohol, una sustancia intoxicante más dañina que buena parte de las drogas ilícitas. Ninguno de los políticos parece haberse percatado de su falta de congruencia.
SÓLO FALTA UNO
Empieza Puerto Vallarta a llenarse de los empresarios y políticos que asistirán a la reunión regional del Foro Económico Mundial. De momento tres de los candidatos a la Presidencia de la República han confirmado su participación. Sólo falta uno: Andrés Manuel López Obrador.

Sergio Sarmiento

JAQUE MATE

Vía Reforma

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