El periodismo con escoltas en las zonas prohibidas del “narco”…

México, 29 de octubre (Milenio Diario).- ¿Cuántas veces, en los últimos años, reporteros de todos los medios de comunicación no hemos podido realizar nuestro trabajo? ¿Cuántas veces, debido a los riesgos que implica ir a regiones asoladas por criminales, no hemos podido reportear? La delincuencia organizada ha instaurado un régimen de terror en muchas zonas del país, un Estado paralelo donde no hay libertad de tránsito ni de expresión. O, dicho de otro modo: si se atreve, puede usted transitar por ahí y procurar reportear, pero a ver cómo le va…

Los colegas que viven y trabajan en estados y municipios sometidos por narcotraficantes han dejado de acudir a decenas de poblaciones. Ellos son los que han llevado la peor parte. Los periodistas que vivimos en el Distrito Federal a veces podemos viajar, entrar a un sitio peligroso, intentar reportear, salir velozmente de ahí, y volver a nuestro lugar de origen. Ellos no. Ellos se quedan ahí y, si osan abordar temas que enfurecen a los narcos, pagan las consecuencias. Si les va “bien”, los amedrentan. Si les va mal, los levantan, golpean, aterrorizan, y luego los sueltan. Si les va muy mal, pueden acabar desaparecidos o asesinados.

La CNDH ha contabilizado 82 ejecuciones de periodistas desde el año 2000 hasta junio de 2012. Al menos seis por año, en promedio. La CNDH también tiene documentada la desaparición de 16 reporteros.

Al revisar la lista de los nombres de los colegas ejecutados se constata que la violencia ocurre por todos lados. Si se divide el país en dos, en norte y sur, han caído en ambas zonas: Tamaulipas, Chihuahua, Coahuila, Durango, Baja California, Sinaloa, Sonora y Nuevo León han sido las entidades donde han sido asesinados en la región norteña; Estado de México, Veracruz, Guerrero, Oaxaca, Jalisco, Michoacán, Chiapas, Tabasco, Quintana Roo y Campeche, en el área sureña. Dieciocho estados. Más de la mitad del país.

Y las zonas prohibidas del narco crecen: cada vez son más los puntos a los que es sumamente riesgoso ir. En el último año varias veces me vi yendo a reportear, junto con otros compañeros (fotógrafos y
camarógrafos)… con escoltas: no había manera de ingresar a ciertos lugares si no era con la protección de militares, marinos, o policías federales y estatales fuertemente armados. Se les agradece, sin matices, que arriesguen la vida por nosotros. Al convivir con ellos queda claro que son efectivos realmente valiosos y entregados al Estado.

Pero vivimos en un país en el cual el narco ha impuesto, también sin matices, dónde podemos o no reportear. En qué lugares la gente puede narrar sus sufrimientos o no. Y a dónde tenemos que ir fuertemente custodiados con armas largas para tratar de convencer a los pobladores que cuenten cómo los asuelan. Qué cosa…

Juan Pablo Becerra-Acosta

Doble Fondo

Opinión

Milenio Diario

 

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