México, 18 de mayo (La Crónica).-Las distintas teorías jurídicas y políticas se articulan para explicar lo que ha sido una experiencia real, ya vivida y, a partir de sus enseñanzas, proponer esquemas de organización social. Esto es especialmente cierto con el iusnaturalismo o derecho natural y el derecho positivo. A partir de experiencias reales se construyeron filosofías jurídicas y políticas para justificar y proponer diversos modelos de articulación social que dieron origen a la fundamentación de las tipologías del Estado.
O ¿es una construcción social hecha por los mismos grupos sociales en beneficio propio, cuando las relaciones entre iguales y entre éstos y los desiguales debe ser normada para mantener el conflicto social en términos de control, y evitar la anarquía o la desintegración de los mismos grupos sociales?
¿Fueron los grupos sociales quienes para preservar sus derechos, se organizan creando un ente superior que se encargue de dirimir sus conflictos, que llamaron Estado, al que le otorgaron representatividad y la potestad, el poder de decidir y constituirse en el arbitro indiscutible?
Este monopolio de la coacción física de manera genérica se identifica con las Fuerzas Armadas que, para algunos, agrupa al Ejército y a la policía.
La coacción es un término de uso común en el derecho y en la ciencia política. Se refiere a la fuerza y a la amenaza para imponer conductas específicas, a la imposición de condiciones para obligar a una persona a realizar u omitir determinada conducta, en beneficio de la comunidad.
Los conflictos internos de México, con sus propios antagonismos como la delincuencia organizada, el narcotráfico, la violencia criminal, las acciones contra las fuerzas del Estado, la vulnerabilidad de las fronteras y la inseguridad, provocan un grave deterioro de la imagen del Estado mexicano.
Estos conflictos van acompañados de una marcada pérdida de la identidad nacional en determinados grupos sociales, que ha sido propiciado por algunos medios de comunicación, lo que reforzado por las repetitivas crisis económicas, promueven que un importante número de mexicanos simpaticen con doctrinas y experiencias políticas de otras naciones. Y esto es válido, independientemente de los signos ideológicos de derecha o de izquierda.
Las Fuerzas Armadas de México están para contrarrestar las causas subyacentes y dirimir los antagonismos internos antes mencionados. La seguridad nacional, para cumplir con sus objetivos de salvaguardar la existencia del Estado mexicano y de la sociedad civil. ¿Qué requiere México para tener un Estado fuerte, unas Fuerzas Armadas sólidas? El apoyo de la nación, la confianza y un nacionalismo institucional, por eso preguntamos:
¿Qué porcentaje es asignado al presupuesto militar del producto interno bruto? ¿Cuál fue el gasto global militar de las Fuerzas Armadas en el 2011 y cuánto se estima en el 2012?
Y lo más importante, ¿cuánto gasta México para garantizar su seguridad y soberanía? ¿Cuánto se le asigna a la Secretaría de la Defensa Nacional para gasto corriente y cuánto para gasto de inversión?
Para lograrlo, es necesario fortalecer la capacidad de respuesta y de acción de las Fuerzas Armadas, porque somos la organización profesional permanente que representa el monopolio legítimo del uso de la fuerza.
El Ejército es el agrupamiento considerable de hombres armados, adiestrados, disciplinados para la guerra bajo un solo mando, así como el acopio del material bélico correspondiente que en conjunto prestan servicio de carácter público y permanente al Estado-nación al que pertenecen, y como la garantía suprema de su existencia y del desarrollo de las instituciones públicas y privadas, sus miembros están sujetos al fuero de guerra.
La diferenciación de si las Fuerzas Armadas están destinadas sólo a preservar la seguridad del Estado nacional frente a los antagonismos externos (la probabilidad de una guerra) o también frente a los antagonismos internos.
Esto implica que la seguridad pública está destinada a la protección y preservación de la existencia e integridad de las personas y sus propiedades; la vigilancia y la preservación del orden público; la disuasión, prevención y combate a la delincuencia; la contención y anulación de los factores de perturbación del orden social, y la custodia, rehabilitación, reinserción de los elementos antisociales.
La Carta Magna identifica a la seguridad nacional como una facultad y obligación del presidente de la República, al que le corresponde: disponer de la totalidad de la fuerza armada para la seguridad interior y defensa exterior de la federación.
Los grandes retos del Ejército y de las Fuerzas Armadas son las tareas de inteligencia para la seguridad nacional, la defensa exterior y la seguridad interior; el desarrollo y la innovación tecnológica y todas aquellas acciones militares que tenemos obligación de desarrollar para garantizar la seguridad y la soberanía bajo el mando de nuestro comandante supremo, dando cumplimiento a nuestras misiones constitucionales, con los recursos o presupuestos asignados.
Sin embargo, crece entre sociedades y corrientes políticas, la moda de la tendencia a señalar, cada vez con mayor arrogancia, que las fuerzas armadas, en cualquier parte del mundo, no deben tener armas, que deben constituirse en “ejércitos de paz”, que deben enfrentar los antagonismos internos y externos, sin balas, sin armas, sin cascos, sólo con buena voluntad.
¿Es así como debemos preservar la soberanía y la existencia del Estado mexicano? Frente a la brutalidad sociópata y encubrirla de traidores a la patria, como son los integrantes de la delincuencia organizada y el narcotráfico, que socaban las bases y la moral pública del país y nos enfrentan diariamente, con mayor audacia y temeridad, con armamento y técnicas cada vez más agresivos y protegidos por grupos antinacionalistas.
Gral. de Div. Roberto Miranda Sánchez
Opinión
La Crónica
