México, 7 de mayo.- La inteligencia naval ha intensificado en las ultimas se sus indagaciones en el norte y noreste del país para afinar detalles, determinar vulnerabilidades y sobre todo para obtener elementos de descargo en una delicada situación en la que la institución asegura no tener ninguna responsabilidad: la desaparición forzada de civiles y su posterior inhumación clandestina en terrenos baldíos.
El primer semestre del ultimo año de gobierno de Enrique Peña Nieto y del almirante Vidal Soberón en la Marina se complican por las consecuencias de una estrategia de combate al narcotráfico y a la delincuencia organizada que no han hecho sino multiplicar la capacidad de respuesta de los criminales a partir de su atomización tras una nueva ofensiva militar, naval y policial.
Los cárteles y sus organizaciones aliadas en lo local y en lo regional (incluyendo cuerpos policiacos y algunas comunidades dedicadas casi por entero a determinados delitos, como el robo de combustibles), han apostado y logrado con éxito golpear la imagen soldados y marinos a partir de ataques realizados en vehículos clonados y mediante secuestros y ejecuciones en las que utilizan uniformes similares a los de la milicia.
Al uso de uniformes se suma ahora el de chalecos tácticos o balísticos con las leyendas MARINA o EJERCITO MEXICANO. En operativos o tras enfrentamientos recientes, soldados y marinos han encontrado decenas de piezas como las descritas en bodegas o casa de seguridad de grupos como el cártel del noreste, el cártel de Jalisco, los Zetas o células del cártel del Golfo.
Casi todos los hallazgos se han dado en la frontera con los Estados Unidos, en el estado de Tamaulipas. El mas reciente fue el de Nuevo Laredo, en donde tropas del 16 Regimiento de Caballería (16° RCM) aseguraron en cuatro acciones distintas un arsenal de 232 armas de fuego y equipo táctico en el que había al menos 32 chalecos militares con la leyenda MARINA.
En la secretaría que encabeza el almirante Soberón están convencidos de que el grupo criminal al que los militares le aseguraron el cuantioso arsenal es el mismo al que sus helicópteros atacaron durante la madrugada del 25 de marzo a las afueras de Nuevo Laredo, matando accidentalmente a una mujer y a sus dos hijas.
Semanas antes, una patrulla de marinos había sido atacada en un tramo carretero por sicarios del mismo cártel. Fotografías tomadas por agentes ministeriales muestran a dos de los abatidos vestidos de civil, pero portando chalecos con la misma leyenda, MARINA.
La Marina supone que del lote de 32 chalecos tácticos apócrifos surgieron las prendas que los sicarios han usado para hacerse pasar como marinos y atacar, secuestrar, ejecutar y desaparecer a civiles. Este tema en particular les preocupa, porque se relaciona con las acusaciones de ciudadanos y de organizaciones defensoras de derechos humanos como la que encabeza Raymundo Ramos en Nuevo Laredo, en donde se ha señalado en varios medios que elementos navales se han dedicado a levantar ejecutar civiles a los que han sepultado a medias en terrenos baldíos.
Ramos, presidente del Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo (CDHNL) ha señalado que entre enero y marzo de este año se habían denunciado nueve desapariciones y ejecuciones de ciudadanos. En una entrevista reciente, el activista advirtió que la cifra de denuncias subió a 30 en el mes de abril.
Todo esto ha sido denunciado ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), ante la Procuraduría General de Justicia de Tamaulipas, así como ante la Procuraduría General de la República (PGR) en su oficina de Nuevo Laredo y ante la propia Secretaría de Marina.
La Marina ha contestado señalando que ninguno de sus elementos ha secuestrado o desaparecido a civiles y mucho menos los ha enterrado clandestinamente. Esa forma de operar corresponde más bien a grupos del crimen organizado que se hacen pasar como marinos, ha señalado la Semar. Los familiares de los civiles asesinados, desaparecidos y sepultados clandestinamente siguen pensando que la Marina es responsable de esto.
Para la Armada, una parte sustancial de la cambiante estrategia de los grupos criminales va dirigida a ensuciar la imagen de las instituciones que encabezan el combate a la delincuencia. Usar vehículos clonados, portar uniformes camuflajeados y equipo táctico es parte de la estrategia para culpabilizar a soldados y marinos, consideran en la Armada.
El problema es que las propias acciones de la Marina no ayudan mucho para disipar entre los afectados la imagen negativa vinculada a desapariciones y ejecuciones y, ahora, a entierros clandestinos.
El escándalo desatado por la muerte de una madre y sus dos niñas tras recibir disparos desde dos helicópteros navales -muertes y responsabilidad que la Marina trató de evadir en un primer momento- se sumaron luego a las críticas por el ataque de otros dos helicópteros de la Armada sobre un convoy de policías en Jalisco.
No hubo víctimas fatales o heridos en este caso, pero la descoordinación, la falta de comunicación -y de confianza- para efectuar operativos conjuntos quedó en evidencia con este hecho del que nadie volvió a hablar.
Jorge Medellín
@JorgeMedellin95
Estadomayor.mx
