México, 6 de agosto (Milenio Diario).- Dentro de la estructura criminal de los hermanos Beltrán Leyva, Sergio Villarreal Barragán, El Grande, llegó a tener más poder que el sicario mayor de la banda, Édgar Valdez Villarreal, La Barbie.
Capturado por la Marina en septiembre de 2010, de nada le sirvió prestarse como testigo protegido de la PGR para evitar su extradición a Estados Unidos, lo cual ocurrió en mayo reciente para ser juzgado en una corte federal de Texas por delitos contra la salud, lavado de dinero y asociación delictuosa.
En su nómina de “colaboradores”, la PGR inscribió a El Grande con un evangélico segundo mote: Mateo, y fue como, ya en calidad de “testigo protegido”, Sergio Villarreal Barragán declaró ministerialmente verdades y mentiras tales como los nombres de “traidores” a quienes torturó y asesinó (calculó en casi un centenar los levantados personalmente por él); que pagó “50 mil dólares” a un reportero de pasquín, o que el senador panista Guillermo Anaya Llamas lo había presentado en 2006 con el entonces presidente electo, Felipe Calderón.
Antes de ser extraditado y continuar como “colaborador”, pero ahora de la DEA, El Grande Mateo dejó en la PGR uno de los señalamientos medulares que condujeron a varios militares a la cárcel, entre ellos al más alto mando del Ejército en la historia moderna: el divisionario Tomás Ángeles Dauahare, fugaz subsecretario de la Defensa Nacional en el arranque del calderonato.
Tal vez nunca se sepa si fue confiado en la “protección” mexicana o por su nuevo arreglo con la agencias antidrogas estadunidense, pero este sujeto declaró el 22 de mayo reciente (vaya coincidencia, ¡el día previo a su extradición!) algo que no había dicho en casi dos años de “colaborar” con la PGR:
Que cuando trabajaba para los Beltrán Leyva conoció a diversos funcionarios del gobierno federal, entre ellos al general Ángeles Dauahare; que “a mediados de julio de 2008” (excelente memoria cuatro años después), escuchó decir a Juan José Esparragoza, El Azul,que el general recibía dinero de El Chapo Guzmán y de El Mayo Zambada; que a finales de junio de 2008 acudió al estacionamiento de Perisur en una Suburban negra blindada para recoger al divisionario, “quien llegó en un auto Bora de color azul metálico, yendo a una casa de seguridad ubicada a dos o tres cuadras de la citada Plaza Perisur”;que sostuvo una reunión con Arturo Beltrán Leyva, El Azul y un hijo de éste, y que el militar ofreció darles domicilios de su organización, información que proporcionara la DEA, y permitir pasar cargamentos de droga en los retenes militares… Asimismo, según el confiable Mateo, en esa reunió le entregaron cinco millones de dólares al general en una bolsa negra, y se le dijo al divisionario que a partir de entonces recibiría un millón de dólares mensuales; que regresaron al estacionamiento de Perisur y Ángeles Dauahare metió en la cajuela de su Bora la bolsa con el dinero…
Sí, Chucha: ¿y por qué la PGR, además de los dichos de su ex “testigo”, no presenta videos de los estacionamientos de Perisur en que se vean esos movimientos?
Carlos Marín
El Asalto a la Razón
Opinión
Milenio Diario
