México, 15 de agosto.- ¡Qué necesidad de maltratar la institución presidencial! Y, sobre todo, que mal tino en tiempos, justo cuando el escándalo de las teiboleras panistas está en todos los medios.Felipe Calderón regresó a México para presentar una versión light y autocomplaciente de su paso por el poder, tan inocuo e irrelevante que ni siquiera irritó a las buenas conciencias priístas.
El expresidente resumió su propia visión histórica y política como “un estorbo”. Tal vez exageró, porque ni siquiera se ha ganado ese mote, ese calificativo que corresponde dentro de la picaresca a Vicente Fox.
Transparente, inofensivo, capaz de reunir a unas cuantas decenas de personas y unos periodistas demasiado generosos con su persona, Calderón sigue sin entender para qué sirve el poder. Su afán protagónico a deshoras puso micrófono a sus afirmaciones de campaña, en aquel libro “El Hijo Desobediente”, donde afirma que él es de los políticos que duermen mal.
Como si a millones de mexicanos les interesase su insomnio.
El tema es que la muerte, por error de comunicación o por la acendrada percepción social, lo persigue. Que se le responsabiliza por una “guerra” que ahora pretende negar afirmando que nunca la inició, que no era guerra sino quién sabe qué engendro.
Y por las crónicas publicadas, pocas para tratarse de un expresidente, no estuvieron los titulares del ámbito de seguridad para agolparlo.
Los libros se deben escribir a distancia, con perspectiva, con la seriedad y profusión de páginas que utilizaron Miguel de la Madrid o Carlos Salinas de Gortari para que por lo menos estén seguros de que los criticaran sin leerlos. Lo coloquial de Calderón, lo coloca en un plano tan de conversación de café, que no ayuda al testimonio histórico que la institución presidencial merece.
Para ningún interesado en la política es un secreto que Margarita Zavala persigue una posición pública de elección popular. Para lo que no era necesario, al contrario, una presentación por parte de su marido.
Lo del jarrón que estorba y que debe hacerse a un lado… aunque sea muy fino y chino… fue tan desafortunado.
Lo importante del gobierno de Calderón en materia de seguridad parece, precisamente por estas afirmaciones, tratado tan a la ligera que desmerece la única afirmación seria de esta presentación, cuando ni siquiera está a la venta el libro para poder leerlo además.
Y es que Calderón dijo, palabras más, que antes de su gobierno, de sus intenciones de combatir al crimen organizado, las instituciones de seguridad se debilitaban mientras el crimen se fortalecía. Y que hoy esa tendencia es al revés, que el crimen se debilita y las instituciones se fortalecen.
Es decir, que lo que quiso decir el expresidente es… que Enrique Peña Nieto hace muy bien su trabajo.
Porque no asevera que él fortaleció las instituciones de seguridad o de justicia, que difícilmente podría afirmarse de cara a los resultados en la PGR o de la desaparecida Secretaría de Seguridad Pública.
En serio, en verdad, de buena onda pues, que alguien le diga al expresidente que no tenía necesidad de todo esto.
En política hay una ecuación de costo-beneficio que debe hacerse, siempre, de forma muy crítica, muy seria. Y en esto sigue reprobando Calderón porque era menor el beneficio que el costo con la presentación de su libro.
Es muy pronto para analizar un gobierno que tuvo muchos aciertos, los que no están en la percepción social. Es todavía mucho más pronto para jugar a rectificar la propia imagen presidencial. Sobre todo, no es el tiempo para jugar con la institución presidencial desde el espacio de lo privado, del insomnio o la pesadilla personal.
Además, desaconsejable en comunicación política que, ya sabemos, no es el fuerte del expresidente, estas afirmaciones privadas se enciman sobre lo trascendente de sus declaraciones, por ejemplo que no bastaba con enviar militares a las entidades federativas por la corrupción de sus policías.
Dice Felipe de Jesús Calderón Hinojosa que es muy difícil ser Presidente de la República, a mí me parece que lo complicado le ha sido ser él mismo, ser Calderón, ser un hombre de Estado, ser un líder político, ser lo que su espejo no le dice que es, lo que su mente no le permite ser. Esa es la verdadera dificultad invencible para Calderón.
Isabel Arvide
@isabelarvide
Estado Mayor
