El anuncio hecho el martes 13 de mayo en Reynosa por Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, de que Tamaulipas quedaría dividido en cuatro zonas como parte de la nueva estrategia de seguridad para el estado, tomó nombre y rostro tres días después con el anuncio de los cuatro mandos militares en servicio activo que estarán al frente. La militarización de Tamaulipas irrumpe como “antídoto” contra una enfermedad, cuya gravedad quedó registrada por jefes militares que ocuparon al inicio del gobierno cargos en áreas de seguridad, que parece no tener solución, a menos que se acepte su condición de “estado fallido”.
México, 17 de mayo.- Egidio Torre Cantú, gobernador de Tamaulipas, lucía un rostro serio la mañana del pasado viernes 16 de mayo cuando en palacio de gobierno de Ciudad Victoria, apareció ante los medios de comunicación para anunciar los nombramientos de los mandos militares en servicio activo quienes se harán cargo de las cuatro zonas en las que quedó divida la entidad como parte de la nueva estrategia de seguridad. Las designaciones, acordadas tras el anuncio del martes 13 realizado en Reynosa por el secretario de Gobernación, forman parte de la estrategia de militarización de la seguridad pública en el estado, con lo que Tamaulipas se convierte en la primera entidad, en el sexenio de Enrique Peña Nieto, donde todo lo relativo al combate al crimen está dirigido por mandos castrenses.
Egidio Torre Cantú informó que para las zonas centro y sur de Tamaulipas, los responsables serán mandos del ejército, mientras que para las zonas de la costa y frontera serán de la secretaría de Marina. El área centro de la entidad, conformada por los municipios de Llera y Ciudad Victoria, estará a cargo del general brigadier Norberto Cortés Rodríguez, quien se desempeñó hasta hace unas semanas como comandante de la guarnición militar del puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán. La zona sur, compuesta por los municipios de Antiguo Morelos, Nuevo Morelos y el Mante, en la zona que colinda con el norte de Veracruz, quedó a cargo del general de brigada Raúl Gámez Segovia, quien estuvo hasta hace unos meses al frente de la guarnición militar de Agua Prieta, en la frontera de Sonora con Arizona, un paso natural de droga para los traficantes comandados hasta hace un par de meses por Joaquín “El Chapo” Guzmán.
El mandatario anunció también que los mandos de la Marina que se incorporan a la nueva estrategia, anunciada en Reynosa el martes 13 de mayo por el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, durante una reunión del gabinete de seguridad en esta ciudad fronteriza, son el almirante Pedro García Valero, ascendido a este grado junto al actual secretario de Marina Vidal Francisco Soberón Sanz apenas en noviembre del 2012. García Valero será el encargado de la seguridad en la compleja y explosiva zona fronteriza de Tamaulipas que comprende los municipios de Reynosa, Río Bravo, Valle Hermoso y Matamoros. En el anuncio hecho por Torre Cantú no especificó si también tocará García Valero, cubrir Nuevo Laredo y Ciudad Miguel Alemán, bastión y guarida del grupo paramilitar autodenominado “zetas”. Nuevo Laredo está considerado el principal puerto de entrada de todo tipo de mercancías vía terrestre a los Estados Unidos desde las costas de Michoacán y la zona del bajío del país. Para el área de la costa tamaulipeca el responsable será el vicealmirante Fernando Arturo Castañón Zamacona, comandante de la primera zona naval con sede en ciudad Madero, y su área de trabajo comprenderá los municipios de los puertos de Tampico y Altamira.
¿Funcionará la militarización?
En el otoño del año 2002 el nombre del entonces coronel de infantería Norberto Cortés Rodríguez, Diplomado de Estado Mayor por la Escuela Superior de Guerra, quedó vinculado al 65 batallón de infantería que comandaba, cuyo integrantes quedaron sujetos a investigación penal, en su totalidad, por presuntamente brindar protección al narcotráfico en su área de jurisdicción en Guamúchil, Sinaloa, y la sierra de Badiraguato.
Un año antes, cuando en 2001 Cortés Rodríguez ascendió a coronel, lo más destacado que reunía en su hoja de servicios militares era que había estado años atrás como agregado militar adjunto en la Embajada de México en Washington. En noviembre del 2007, cuando ascendió al generalato, pareció que aquel episodio, calificado por la prensa como “bochornoso”, y que quedó registrado para la historia como el “narcobatallón”, parecía quedar olvidado en su trayectoria castrense. Desde entonces no se sabía nada de Cortés Rodríguez, hasta que el pasado viernes 16 de mayo el gobernador de Tamaulipas anunció que era el máximo responsable para la zona centro de Tamaulipas.
Para el teniente coronel Eduardo Navarrete Montes, oficial de infantería con cinco cursos en diversos ejércitos extranjeros y especialista en fuerzas y operaciones especiales, ninguno de los cuatro mandos militares, incluidos los dos de la armada de México, tienen preparación académica en el área de seguridad o administración pública. “No se puede comparar el mando de un batallón o guarnición militar con la seguridad pública. El ejemplo del general brigadier Alberto Reyes Vaca en Michoacán sería el más reciente e ilustrativo de la incompetencia e ignorancia de militares en activo en labores de seguridad”, dice en entrevista con Estado Mayor este jefe castrense.
Tamaulipas, explica, tiene su grado de complejidad a partir de los siguientes factores: su colindancia con el sur de Texas, uno de los mercados de armas con mayor demanda de los Estados Unidos y que tienen en Reynosa y otras ciudades de la frontera como principales puertos de entrada a México; existe “mano de obra” de militares retirados del ejército estadounidense, para trabajos “especiales” que entran a Tamaulipas y regresan a Texas sin contratiempos; es una zona donde abundan centroamericanos que provienen de pandillas y ejércitos, como el guatemalteco, al servicio de los grupos del narco en la entidad; la policía estatal está infiltrada y en su mayoría sirve a los intereses del crimen organizado; el gobernador no está preparado para ejercer el cargo, no era el candidato para el puesto, fue el sustituto de su hermano asesinado por los “zetas” cuando estaba en campaña. Egidio Torre Cantú, explica Navarrete Montes quien estuvo hace pocos años en Tamaulipas en labores de capacitación de las policías locales, es considerado “pusilánime, actúa con desdén, no es político, y con frecuencia es mangoneado por personajes con mayor poder”.
El general Arturo Gutiérrez García, designado como militar en retiro en marzo pasado como nuevo secretario de seguridad pública de Tamaulipas, no sabe nada de seguridad pública. Su preparación es endeble, no tiene visión y desconoce cómo administrar los recursos para este tipo de labor. “Ningún currículo de generales los capacita para dirigir la seguridad pública de un estado, ya que la Escuela de Guerra y el Colegio de Defensa son para cubrir un requisito para alcanzar el grado de general y no para ser buenos militares. Son escuelas que no tienen nada que las avale en la realidad, están fuera de la realidad del país”, dice Navarrete Montes.
Diplomado como especialista en seguridad y antiterrorismo por la Gendarmería Nacional Francesa, Navarrete dice que los generales tampoco saben administrar, ya que la administración en el ejército es por capricho o por conveniencia. “Cuando le dan recursos humanos, financieros y materiales, se los roban, los desaparecen o lo dejan dañar. Tabasco con el general Audomaro Martínez Zapata es el ejemplo más reciente”.
Cursante de la licenciatura en seguridad pública, el teniente coronel, actualmente en libertad bajo fianza por un juicio de abuso de autoridad contra un cabo que se desistió de los cargos, dice que la secretaría de la Defensa Nacional no ha consolidado una doctrina operativa estratégica para regir su intervención en apoyo de la seguridad de los estados del país, esto pese a que cuenta con una sección de análisis en la materia que depende de la sección tercera del Estado Mayor de la Defensa. “No cuentan con especialistas en la recolección de pruebas y estudios de campo, así como con personas capacitadas en el desarrollo de estrategias integrales y políticas de seguridad pública. Por lo cual no se generan avances en el conocimiento y cada intervención es una nueva aventura”, señala.
Hasta la primavera del año 2011, a escasos tres meses de iniciado el gobierno de Egidio Torre en Tamaulipas, el general Ubaldo Ayala Tinoco, quien había sido invitado para sumarse al gabinete del mandatario electo como secretario de seguridad pública, diagnosticó que el problema clave del estado era que los principales funcionarios del gobierno estatal estaban coludidos o eran activos de suma importancia para el crimen organizado. Ayala, fallecido en febrero pasado por complicaciones de una cirugía y graduado como militar en activo como especialista en inteligencia por el Pentágono, fue claro en su análisis sobre las condiciones de Tamaulipas cuando apuntó que mientras el gobernador y sus principales colaboradores, como el secretario de gobierno y el procurador de justicia, tuvieran sospechas de estar coludidos con el poder corruptor de las mafias, su gobierno no sería tal, es decir, no tendría peso ni presencia.
Juan Veledíaz
@velediaz424
Estado Mayor

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