Un narcisista pionero del narco

México, 10 de agosto (Reforma).- De Rafael Caro Quintero, Juan Pablo de Tavira, quien fue el primer director del penal de máxima seguridad del Altiplano, solía decir que era un narcisista de gran inteligencia.

“Su inteligencia es natural y sorprendente, está impregnado de un narcisismo tal que lo lleva a depilarse las cejas y a desacreditar las actividades culturales y educativas llamándolas ‘mariconerías'”, escribió en su libro “Por qué Almoloya”.

Ese narcisista, originario de La Noria, localidad del Municipio sinaloense de Badiraguato, donde nació el 3 de octubre de 1952, llegó a fundar junto con Miguel Ángel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca Carrillo, “Don Neto”, los otros dos grandes padrinos del narcotráfico, el llamado Cártel de Jalisco, el antecedente de lo que hoy en día es el Cártel de Sinaloa que encabeza Joaquín, El Chapo, Guzmán.

Caro Quintero fue detenido el 4 de abril de 1985, en Costa Rica, a donde había huido con Sara Cosío, hija del ex Gobernador de Jalisco, Guillermo Cosío Vidaurri, tras haber ordenado el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar, “Kiki Camarena”, y el piloto de éste, Alfredo Zavala Avelar, cometidos el 7 de febrero de ese mismo año.

De acuerdo con la acusación que se formuló contra el capo, el secuestro y homicidio de Camarena habría sido ordenado por Caro Quintero en represalia porque el agente estadounidense había puesto al descubierto el Rancho El Búfalo, que era un extensa zona de cultivo de mariguana ubicada en Chihuahua, en donde las autoridades aseguraron 6 mil toneladas de la hierba, la mayor incautación a nivel mundial hecha hasta ahora.

Sin embargo, también hubo informes policiales en el sentido de que la orden de matar a Camarena, quien fue torturado y castrado, fue porque a Caro Quintero le habían informado que habían visto al agente en un restaurante con Sara Cosío, quien en aquellos años era menor de edad.

El asesinato de Camarena ha sido uno de los episodios que más han tensado la relación diplomática entre México y Estados Unidos, pues tras la muerte del agente, la DEA desplegó una fuerza inusitada para dar con los culpables y en 1990 secuestró en Guadalajara al médico Humberto Álvarez Machain, a quien acusó de haber prolongado la vida de Camarena para extender su tortura.

Tras haber sido sometido a juicio, Álvarez Machain fue absuelto en 1992 de los cargos que se formularon en su contra y regresó a México.

Caro Quintero fue uno de los pioneros del tráfico de drogas a gran escala a Estados Unidos desde la segunda mitad de los años 70, cuando emigró a Guadalajara, tras la “Operación Cóndor” en Sinaloa, Durango y Chihuahua.

Llegó a amasar una fortuna considerable y los medios de aquella época le atribuyeron una declaración en la que supuestamente decía que si lo dejaban trabajar él pagaría la deuda del País.

En Guadalajara poseía diversas propiedades y empresas, y algo muy característico de él, era que le gustaba regalar automóviles Grand Marquis a políticos y comandantes que le ayudaban con sus negocios.

De Tavira conoció a Caro Quintero cuando el capo aún se encontraba en el reclusorio norte, a donde fue trasladado primero tras su detención, y donde lo encontró flanqueado por dos mujeres, portando su medallón de oro y otros artículos prohibidos, circunstancia que se la hizo saber.

Como el narcotraficante lo encaró, De Tavira pidió que los custodios le llevaran un perro de la raza Rottweiller, con el cual lo arrinconó y doblegó de momento su altanería.

“Está viviendo horas extras”, le dijo el sinaloense al final.

De Tavira, que después volvería a toparse con el capo en el penal del Altiplano, fue asesinado en noviembre del 2000. Caro Quintero abandonó ayer la prisión.

Deja su marca en Guadalajara

“El narcotráfico es un fenómeno constante”, advertía Enrique Álvarez del Castillo, entonces Gobernador de Jalisco. Eran los años 80.

Para entonces, el Estado comenzaba a enfrentarse a una nueva realidad: el Cártel de Medellín había vuelto a tomar a Guadalajara como trampolín en las rutas de distribución a EU, que, tiempo atrás, controlaba el Cártel de Jalisco.

Éste era otra versión del Cártel del Pacífico, otrora el más poderoso. Fundado por Miguel Ángel Félix Gallardo, el “dream team” del narco en México se consolidó con la participación de Ernesto “Don Neto” Fonseca, Rafael Caro Quintero y sus tíos Emilio y Juan José Quintero Payán, todos originarios de Sinaloa.

El publirrelacionista del grupo era un compadre de “Don Neto” y Caro Quintero: Juan José Esparragoza Moreno, “El Azul”, antaño comandante en Guadalajara de la Dirección Federal de Seguridad.

Jalisco era desde los años 70 el destino preferido para la migración de narcotraficantes. El Cártel de Jalisco —o Cártel de Guadalajara, o Asociación de Guadalajara, como también le han llamado— tenía su cuartel en el hotel “Las Américas”, que aún opera como tal, aunque con otro nombre, frente a Plaza del Sol.

Las historias que se tejían por la bonanza tapatía gracias al narcotráfico no tenían límites.

Luis Garfias, ex diputado priiista y General de División en retiro, recordó alguna vez las inversiones que hacían en hoteles y plazas comerciales para lavar dinero narcotraficantes como Caro Quintero, Héctor Luis “El Güero” Palma —detenido en 1995 en Jardines de la Patria— y Manuel Salcido “El Cochiloco” —acribillado en 1991 en Residencial Victoria—.

Y vaya que tenían visión. Desde los 80 fueron los primeros en invertir en algunas de las zonas de mayor plusvalía en la actualidad: “El Azul” al sur de la Ciudad, hacia Tlajomulco; Caro Quintero tenía un rancho en Tomatlán, y durante muchos años su inconclusa residencia en Acueducto —donde hoy está un exclusivo fraccionamiento— fue referencia obligada.

Sus familias han mantenido y diversificado los negocios a tal grado, que el Departamento de Tesoro de EU anunció el 12 de junio pasado sanciones por supuesto lavado de dinero a 18 individuos y 15 empresas vinculadas con ambos capos.

Pero más allá de todo esto, Caro Quintero marcó a la Ciudad con el escándalo internacional por el asesinato del agente de la DEA, Enrique “Kiki” Camarena, responsable de que en noviembre de 1984 se “descubriera” —es un decir, pues desde antes estaba custodiado por soldados— el Rancho El Búfalo en Chihuahua, donde se aseguraron 6 mil toneladas de mariguana.

Caro Quintero dedicó sus recursos en los siguientes dos meses a atrapar al culpable de su pérdida. Fue así como se fraguó la tortura y muerte de Camarena el 7 de febrero de 1985.

Washington presionó a México para hallar al culpable, al punto de que el tema ocupó un lugar en una conversación entre los Presidentes Ronald Reagan y Miguel de la Madrid.

Caro Quintero fue capturado el 4 de abril de 1985 en Costa Rica, a donde ingresó sin control migratorio el 17 de marzo del mismo año junto con la tapatía Sara Cosío, sobrina de quien después llegó a ser Gobernador, Guillermo Cosío.

La suma de penas que correspondería a Caro Quintero, por los diversos delitos que se le imputaron, habría llegado a 199 años de prisión. Sólo se le sentenció a 40, y hoy está fuera de la cárcel.

Ya lo decía Álvarez del Castillo antes de convertirse en Procurador General de la República: el narcotráfico es un fenómeno constante. Sí. Y sigue vivo.

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