México, 14 de enero (Reforma).- En las últimas dos décadas el Gobierno de México fue incapaz de reformar las instituciones del viejo régimen, dando paso a instituciones débiles e inoperantes al frente de retos complejos como el crimen organizado, indica un estudio del Migration Policy Institute y el Woodrow Wilson Center.
“Hay cosas que sí funcionan, hay cosas que no funcionan, y en ese sentido, no implica que haya un Estado colapsado, sino un Estado disfuncional que no atiende ciertas actividades que son primarias –o que ya no es exitoso en ellas– y el de la seguridad es uno fundamental”, señaló Luis Rubio, autor del documento “En la estacada entre el gobierno y el caos: la democracia no consolidada en México”.
El reporte, que se presentó esta semana en Washington, advierte que en los últimos 10 años, el crimen organizado ha tomado el control de actividades clave e incluso de industrias enteras; que los cárteles de la droga se han convertido en actores importantes en la sociedad y han transformado de manera violenta el panorama, y que la corrupción se ha generalizado.
Detalla que si bien la gobernanza y el Estado de derecho nunca fueron lo suficientemente fuertes en México, durante décadas el País encontró la manera de gobernarse y de manejar el conflicto, generando progreso económico y estabilidad social.
El gobierno autoritario, indica el documento —que duró desde la década de los 30 hasta inicios de los 90– facilitó resultados que no derivaron de la existencia de instituciones sólidas y representativas, sino del actuar unilateral y del uso de métodos institucionales inaceptables en una democracia funcional.
Según el reporte, el proceso de democratización del País debilitó la capacidad de actuar arbitrariamente, y en ese sentido, sugiere que la violencia y los males sociales de la actualidad son resultado de la ausencia de la autoridad.
“El problema no son las drogas o las organizaciones criminales, sino la debilidad de las instituciones que supuestamente deben prevenir y controlar la criminalidad”, advierte.
Indica que antes de que la delincuencia organizada cobrara relevancia en el País, el crimen tomó el control de ciertas industrias y jugó un rol determinante en el crecimiento de la clase media emergente, por ejemplo, con la venta de bienes robados o de contrabando provenientes de China o a través de la piratería.
“La clase media emergente vio la manera como consumía la clase media-alta, pero no tenía la capacidad económica para adquirir esos mismos bienes. Esta demanda fue satisfecha por el crimen organizado”, sostiene.
Al tiempo que cambiaban las rutas de la droga hacia EU y los cárteles mexicanos se posicionaban sobre los colombianos, el Gobierno mexicano fue tolerante a la informalidad y la corrupción, lo que ha creó una cultura de que era posible obtener cualquier cosa de manera ilegal o sin documentación, desde licencias de propiedad intelectual o cualquier regulación.
“La informalidad es una forma en la que la sociedad se adapta a un ambiente de gobierno débil”, señala.
El documento establece que se ha creado en México una nueva normalidad en la que la informalidad se ha convertido en un estilo de vida, donde las mafias cobran sus propios “impuestos”, y donde los conflictos y las disputas son resueltos a través de métodos informales, desplazando a las fuerzas del orden.
Con el paso del tiempo el espacio informal crece, en tanto que el gobierno, la policía y el Poder Judicial no tienen jurisdicción.
En este contexto, los ciudadanos se distancian de un mundo donde existen las reglas, abandonan la confianza en las instituciones del Estado que debieran protegerlos y se acercan a empresas de seguridad privada, construyen bardas más altas o buscan otros métodos de protección.
“Los mexicanos han tenido que adaptarse a lo que podría llamarse una nueva normalidad, que implica una economía informal creciente que emplea a un porcentaje importante de la población que ha recurrido a medios para autoprotegerse de la criminalidad; un endeble y pobre desempeño económico; un crecimiento de las mafias de seguridad”, señaló Rubio.

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