México, 10 de enero (Excélsior).- En noviembre de 2012, el último mes del gobierno de Felipe Calderón, hubo mil 224 ejecuciones relacionadas con el crimen organizado. El mes siguiente, el primero del gobierno de Enrique Peña, este número fue de mil 116, una caída marginal de 4.7 por ciento. Esto de acuerdo con los reportes de violencia relacionada con el crimen organizado de la Consultora Lantia, especializada en temas de seguridad. Lo preocupante es que la violencia se aceleró durante la segunda quincena de diciembre pasado. Mientras que en los primeros 15 días decembrinos hubo 492 ejecuciones, durante los segundos la cifra se incrementó a 674, un aumento de 37% entre las dos quincenas.
Estos números denotan, primero, que la violencia en México no cayó con el cambio de gobierno. Los asesinatos relacionados con el crimen organizado siguen en un nivel alto con una tendencia estable. Esta mala noticia era previsible: no se podía esperar una caída considerable de la violencia tan sólo porque cambió el gobierno federal. Como dicen todos los expertos en la materia, cuando ocurra, la baja en las ejecuciones será de manera gradual: tardará muchos meses si no es que años.
En cuanto al incremento entre la primera y la segunda quincena de diciembre, de acuerdo con un experto en materia de seguridad que consulté, esto podría deberse al “cierre del año” del crimen organizado. Recordemos que se trata de empresas que llevan sus cuentas y que, como todo negocio, hacen su cierre contable de fin de año para ver quién les debe dinero.
Pero, a diferencia de las empresas legítimas, los delincuentes acreedores no recurren a los tribunales para que les paguen los delincuentes deudores; simplemente los matan para enviar un mensaje a toda la clientela de que “el que no paga acaba tres metros bajo tierra”. Podría ser, en suma, un ajuste de cuentas en varios sentidos de la palabra. Aunque esta hipótesis no está comprobada empíricamente, suena razonable.
Sobre la distribución geográfica de la violencia, según los datos de Lantia, los seis estados con el mayor número de ejecutados en diciembre fueron Coahuila, Chihuahua, Sinaloa, Guerrero, Jalisco y Nuevo León. Las tres ciudades más violentas del país fueron Torreón, Acapulco y Monterrey. La situación es particularmente grave en la capital neoleonesa que pasó del sexto lugar en noviembre al tercer sitio, con un total de 46 ejecuciones. De acuerdo al reporte citado, esto se debe al conflicto que siguen protagonizando los cárteles de Sinaloa, del Golfo y de Los Zetas en esa ciudad.
Resulta interesante que, aunque la violencia continúa en el país, ha mejorado la percepción de la seguridad según el INEGI. Las cinco variables que componen el Índice de Percepción sobre la Seguridad Pública (IPSP) subieron en la medición de diciembre de 2012 respecto a noviembre del mismo año: la percepción de seguridad personal en la actualidad respecto a hace 12 meses; la esperada dentro de 12 meses respecto a la actual; la seguridad pública en el país hoy en día comparada con la que se tenía hace 12 meses; la que se tendrá dentro de 12 meses respecto a la situación actual; y el grado de confianza del entrevistado al caminar solo por el rumbo donde vive entre las cuatro y las siete de la tarde.
El IPSP, que agrega estas cinco variables, y que en abril de 2009 era 100, pasó de 105 en noviembre de 2012 a 109 un mes después. ¿A qué se debe esta mejoría en las percepciones? Sospecho que el nuevo gobierno le bajó el perfil al tema de la guerra contra el crimen organizado. Lo que en el sexenio pasado era una obsesión cotidiana del presidenteCalderón, ahora es un asunto del que se encarga un subsecretario en Gobernación y del que habla poco, y con mucha cautela, el presidentePeña.
Y como la prensa en nuestro país suele seguir la agenda presidencial, pues resulta que ha bajado la cobertura mediática de la violencia en México y quizá por eso la gente se siente un poco más segura.
Está bien que el gobierno le baje el perfil al tema de la violencia para posicionar otros asuntos que son relevantes para el país. Pero esto, como bien argumenta Jorge Castañeda, no quiere decir que los medios deban hacer lo mismo. La violencia continúa y es papel nuestro, de los medios, recordarle a los mexicanos que este es un problema que no se ha resuelto.
Leo Zuckermann

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