La guerra en el gabinete

México, 21 de noviembre (La Razón).- El pleito entre la Procuraduría General de la República y la Secretaría de Seguridad Pública es tan viejo como los gobiernos panistas.

Cuando Vicente Fox asumió el poder, nombró titular de la nueva dependencia, la SSP, a Alejandro Gertz Manero, quien venía de colaborar con Cuauhtémoc Cárdenas en la Ciudad de México.

A Gertz Manero no le gustó lo que encontró en la Policía Federal y denunció a Genaro García Luna, uno de los principales colaboradores del primer comisionado Wilfrido Robledo.

Mientras se investigaba, García Luna fue nombrado titular de la Policía Judicial Federal, a la que convirtió en Agencia Federal de Investigación. Como era evidente, la colaboración entre la PF y la PGR se complicó bastante.

García Luna tuvo logros con la AFI, pero todos se vinieron abajo cuando él mismo la desmanteló para llevarse a los mejores elementos a la SSP, una vez que fue nombrado secretario por el presidente Felipe Calderón.

Eduardo Medina Mora, quien había sido director del CISEN y titular de Seguridad Pública al final del sexenio pasado, fue propuesto al Senado por el presidente Calderón, para encargarse de la PGR.

Medina Mora recomendó a García Luna para que llegara a la SSP, una vez que no prosperó la idea presidencial de colocar ahí a Jorge Tello Peón, y sospecho que nunca imaginó cómo se iba a complicar una relación que es vital para el funcionamiento de las instituciones.

Las diferencias entre el procurador y el secretario, más allá de rivalidades inherentes a su trabajo, pronto dieron cuenta que el problema era de diseño institucional y de visión para enfrentar a los criminales.

Imperó el énfasis en lo policial y de algún modo se dejó de avanzar en aspectos que tenían una importancia similar y en particular uno muy importante: el lavado de dinero.

Hasta hace unas semanas fue aprobada la ley de combate al lavado de activos, pero por sí misma no resolverá la dispersión de esfuerzos que hay en el tema y con capacidades bastante modestas, con excepción de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, que a decir algunos expertos funciona bastante bien.

Para Medina Mora siempre era más importante un modelo integral y que además atendiera a una de las fallas más importantes: la debilidad institucional en seguridad y justicia.

Una de las explicaciones sobre el fenómeno de crecimiento de la delincuencia, tiene que ver, justamente, con la falta de capacidad de la autoridad para hacer que se cumpla la ley.

Medina Mora tuvo que dejar la PGR, para convertirse en embajador de México en Gran Bretaña, luego de una continua disputa con García Luna.

Los siguientes procuradores, Arturo Chávez Chávez y Marisela Morales no corrieron con mejor suerte. La actual procuradora está enfrentando una ruda guerra mediática porque consignó a 14 elementos de la PF que dispararon contra dos agentes de la CIA y un capitán de la Marina en Tres Marías, Morelos.

Por eso es que urge un nuevo diseño institucional.

Julián Andrade

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