Notice: Trying to access array offset on value of type null in /home/estadoma/public_html/wp-content/themes/magazine-premium/template-parts/content.php on line 13
Notice: Trying to access array offset on value of type bool in /home/estadoma/public_html/wp-content/uploads/m9bca_cajaRedes_config/botonesHTML.txt on line 158
Notice: Trying to access array offset on value of type bool in /home/estadoma/public_html/wp-content/uploads/m9bca_cajaRedes_config/botonesHTML.txt on line 186
México, 4 de Noviembre (Excelsior).- Los últimos 30 días de un sexenio los imagino como subir igual número de escalones hasta la torre donde queda confinada la vida de un Presidente cuando deja el poder. Calderón ya comenzó el ascenso del tramo, desde donde podrá ver con perspectiva su legado, lo que sí y no hizo su gobierno, lo que quedará en el futuro. En su caso, sin embargo, los escalones se desmoronan tras su huella. Aún no se despide y la estrategia contra las drogas se resquebraja contra la realidad. ¿Erró el diagnóstico o simplemente fuimos parte de un engaño?
La guerra contra las drogas no es imputable sólo al gobierno, pues ningún contrapeso del poder presidencial realmente la cuestionó (legislativo y judicial), y poco los gobernadores. No obstante, la crisis de violencia es la señal distintiva del gobierno calderonista y recuperar la paz, el principal reto de la próxima administración.
Las premisas de la estrategia nacional de seguridad están cuestionadas por la realidad. La irrupción de “narco-empresarios” en la violencia y el crimen dibujan un problema distinto al que justificó la cruzada contra las drogas este sexenio. El comportamiento de las adicciones también contradice el supuesto principal de evitar el peligro de que los estupefacientes “lleguen a tus hijos”.
La acusación del ex presidente del PRI, Humberto Moreira, sobre la responsabilidad de “narcoempresarios” en el asesinato de su hijo, muestra que el crimen organizado es algo muy diferente a la lista de los “narcos más buscados” que difunde la propaganda oficial para poner rostro a la lucha contra el narcotráfico. El problema de las delgadas fronteras entre el delito y la legalidad, que desde un principio se sabía del mundo de la policía, tiene otra dimensión cuando se trata de los empresarios, sindicatos y el aparato productivo.
La tesis de que el Presidente lanzó esta cruzada para legitimar su poder frente al cuestionamiento de su triunfo en las urnas en 2006, que hace tiempo propusieron Jorge Castañeda y Rubén Aguilar, cobra cada vez más fuerza. En los días del “adiós” de Calderón se juntan dos evidencias que obligan a marcar un antes y un después en la estrategia con las drogas para el próximo gobierno.
1.- El caso Moreira.- El homicidio de José Eduardo Moreira podría ser como la prueba que en las novelas cambia el curso de las investigaciones y permite saber que la trama ha sido fabricada. La narrativa simple de una guerra contra una serie de líderes de cárteles fuera de la ley que trasladan la droga de Sudamérica a Estados Unidos, es cada vez más difícil de sostener. El crimen organizado es una cuestión mucho más compleja que la persecución de “malosos” que amenazan la paz y la tranquilidad de los “buenos” con el propósito de hacer dinero, y que en esa lucha se mataban entre ellos. La participación del “narco” en la industria minera y de extracción de carbón de Coahuila, como denuncia Moreira e investigan Gobernación y la Procuraduría de Coahuila, nos muestran lo entreverado de las fronteras entre la actividad productiva legal y el crimen; entre los “buenos” y los “malos”.
2.- Encuesta Nacional de Adicciones.- La última evaluación oficial sobre el comportamiento de las adiciones deja en claro que la más preocupante de todas es la que puede crear la violencia. Desde la primera década del siglo XXI, México nunca ha tenido un problema grave de adicciones y consumo de drogas ilícitas. Es cierto que el consumo se duplicó durante los dos gobiernos panistas, pero partió de un nivel marginal y siempre ha estado por debajo de la media internacional y, por supuesto, de países como Colombia o Brasil. La problemática no sólo no justificaba la guerra para abatir el consumo; tampoco ha tenido una incidencia en la disminución del crimen y violencia. Y es que es relativo que las adicciones estén íntimamente relacionadas con el problema de la violencia. Cuando en el país se contuvo el crecimiento de las adicciones en 2008, ocurrió la mayor espiral de homicidios de la historia moderna.
En América Latina son cada vez más las voces convencidas de que el enfoque punitivo y prohibicionista contra las drogas no ha funcionado. Guatemala, México y Colombia han criticado este enfoque en los foros internacionales, pero al menos en el caso mexicano, esta crítica no se ha reflejado en cambios a la estrategia. La lucha contra el narcotráfico no ha funcionado y por eso se deben discutir otras opciones, como sí ocurre en Estados Unidos. Ahí las drogas se abordan como tema de salud pública y varios estados incluso avanzan en la legalización de la mariguana.
José Buendía Hegewisch
Opinión
Excelsior
2 comments for “Calderón perdió la guerra”