Desaparecieron las huellas digitales

México, 12 de octubre (La Razón).- La única manera de comprobar la identidad del cadáver que fue exhibido como Heriberto Lazcano es con las huellas digitales, y ésas no han sido enseñadas.

¿Dónde están las huellas digitales de Lazcano en vida y las del cadáver que depositaron en una funeraria de Sabinas?

En lo personal creo que sí lo mataron en esa refriega afuera de un campo de beisbol en el municipio de Progreso. Repito la palabra: creo, del verbo creer.

Pero a la opinión pública no se le pueden pedir actos de fe, sino hay que dar certezas.

En el boletín que emitió la Marina, confirma la identidad de Lazcano con base en fotos y en pruebas de las huellas dactilares en tres dedos de su mano. Ahí la prueba firme son los registros digitales, pero no aparecen.

Dieron a conocer fotografías del Lazca muerto, que pueden ser o no ser las del cadáver del jefe de Los Zetas. Hay trucos que pueden emplearse, o es una cuestión para el ojo de buen cubero.

Las huellas que dijeron tener, ¿dónde están? ¿También se las robaron?

Han difundido fotografías del Lazca en la boda de La Ardilla, que sólo demuestran que el jefe de Los Zetas fue a la boda de su compadre. No prueban absolutamente nada más.

¿Dónde quedaron las huellas digitales?

Dice la Marina que el cadáver del Lazca se lo entregaron a un Ministerio Público de Coahuila y que éste le hizo la prueba de las huellas digitales.

Las de tres dedos de una de sus manos son iguales a la registrada en una ficha del capo, señaló la información oficial. Muy bien: ¿dónde están esas huellas?

Hasta el momento no conocemos ésa, la única prueba de que el cadáver entregado a un MP de Sabinas corresponde a quien en vida se llamó Heriberto Lazcano Lazcano.

Hay dos posibilidades: no quieren enseñarlas por alguna razón desconocida, o nunca se tomaron esas huellas.

Lo que va quedando después de este episodio que podría ser el gran golpe del sexenio a las bandas criminales es que la lucha contra el crimen organizado se ha estado perdiendo por ineptitud.

No pueden custodiar un cadáver, porque se les escapa (se los roban, pues).

Ni a los muertos son capaces de retener, menos a los vivos.

Los presos se les salen de las cárceles por la puerta grande y en masa, como hemos visto en Durango, Zacatecas y Coahuila.

Y de los que están libres, mejor ni hablar: Tomás Yarrington, Julio César Godoy Toscano, el hermano del alcalde de Monterrey que vendía protección a los casinos, y un largo etcétera.

Dicen que tienen las huellas digitales de Lazcano muerto y de Lazcano vivo.

A ver enséñenlas y ahí estará la prueba. ¿Tampoco pueden?

Entre el gobierno federal y el de Coahuila, definitivamente, no pueden.

Pablo Hiriart

Opinión

La Razón

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