México, 23 de diciembre.- Hasta el pasado fin de semana Sinaloa sumó 104 asesinatos en lo que va del mes de diciembre. La intensidad de las pugnas criminales acelerada por el asesinato a media semana de un agente de inteligencia civil, y los ataques a centros de rehabilitación, el frustrado motín en el penal de Culiacán y los decomisos de fentanilo al sur y norte del estado, son el escenario de la llegada del general de brigada Oscar Rentería Schazarino como nuevo secretario de seguridad pública estatal. De su hoja de servicios destaca su experiencia en operaciones, que le ha traído reconocimientos en varias zonas del país.

En el otoño del 2019 la jefatura del Estado Mayor de la Defensa Nacional recibió la orden de realizar un plan de defensa para resguardar las instalaciones de Palacio Nacional, a donde se había mudado en julio de aquel año Andrés Manuel López Obrador siete meses después de haber asumido la presidencia de la República.
El propósito del plan era garantizar la seguridad del mandatario, su familia y del personal que entonces trabajaba en las instalaciones, mediante un esquema que permitiera disuadir y/o controlar concentraciones masivas, manifestaciones, disturbios que perturbaran el orden público y dañaran la infraestructura que representa al poder ejecutivo federal. El objetivo era establecer los lineamientos generales de actuación del personal militar que estuviera en funciones de seguridad en Palacio Nacional, y realizar la coordinación con otras corporaciones de seguridad pública para “contener, disuadir y controlar las confrontaciones masivas, manifestaciones y/o disturbios civiles a las inmediaciones” del inmueble. El documento clasificaba los distintos tipos de manifestaciones (previstas, imprevistas), y las distinguía de marchas, mítines, plantones en función de si eran concertadas, sorpresivas, radicales, mediáticas o espontáneas.
Desde el inicio del sexenio pasado la plancha del Zócalo de la Ciudad de México continuó siendo una zona de alta concentración y punto de reunión de manera continua de grupos y organizaciones sociales que expresaban su inconformidad o rechazo a través de todo tipo de protestas como medio para ejercer presiones a las autoridades donde siempre existió el riesgo que los ánimos se calentaran y las protestas devinieran en actos violentos y vandalismo. Dice el texto: “Por su significado histórico y político el Palacio Nacional es uno de los símbolos más importantes de nuestro país: siendo un aspecto prioritario garantizar la seguridad del presidente y del personal que labora en dicho recinto, considerándose que cualquier acto lesivo en contra del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, funcionarios o instalaciones del Palacio, ocasionaría repercusiones en el ámbito nacional e internacional, afectando negativamente la imagen de nuestro gobierno y del instituto armado”.
El plan sirvió durante todo el sexenio pasado para contener los cientos de manifestaciones que de diferente forma mostraron el rechazo a las políticas de López Obrador. Feministas, grupos anarquistas que acompañaron a familiares y simpatizantes del movimiento por la presentación de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, estuvieron entre los más beligerantes.
La hechura del plan recayó en aquel entonces en el general brigadier Oscar Rentería Schazarino, jefe de la sección tercera (operaciones) del Estado Mayor de la Defensa Nacional (EMDN), quien se ganó el reconocimiento de sus superiores por su capacidad y profesionalismo en la conceptualización de éste y otros proyectos que elaboró con su equipo.
Graduado como oficial de infantería en 1990 del Colegio Militar, donde ingresó en 1986, el general Rentería Schazarino tiene una hoja de servicios militares donde destaca su experiencia operativa (fue comandante del 67 de Infantería (San Quintín, Baja California) y de 82 de Infantería (Lázaro Cárdenas, Michoacán), con labores de estado mayor. Recibió reconocimientos de los comandantes de la 13 zona militar en Tepic, Nayarit y de la 43 zona en Apatzingán, Michoacán por su” destacado desempeño como subjefe de Estado Mayor”.
Cuando dejó la sección tercera del EMDN, recibió un reconocimiento por su labor en la organización y conducción del Plan DN-III-E implementado para combatir la contingencia sanitaria del Covid-19. Del edificio de Lomas de Sotelo en la capital del país se mudó a Tacubaya donde asumió el mando de la primera zona militar en la Ciudad de México, donde le tocó participar en labores de coordinación con la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum y con el titular de seguridad Omar García Harfuch. De la capital del país fue enviado como comandante de la 43 zona en Apatzingán, un lugar que ya conocía de años atrás y donde le tocó implementar las primeras acciones para contener la proliferación de artefactos explosivos improvisados en la zona de Tepalcatepec, Buenavista y la Huacana. Por sus “resultados satisfactorios en los operativos realizados para abatir la violencia” recibió un reconocimiento del comandante de la XII región militar, donde también se había desempeñado tiempo atrás como jefe regional de adiestramiento y director del Centro Regional de Adiestramiento. Pocos militares conocen a fondo la zona de la Tierra Caliente michoacana donde fue jefe del Centro de Coordinación de Operaciones «Nuevo Michoacán».
LA CAÍDA DE MÉRIDA
Nacido hace 58 años en Villahermosa, Tabasco, el general Rentería Schazarino fue nombrado el sábado 21 de diciembre secretario de seguridad pública de Sinaloa, en sustitución del general retirado Gerardo Mérida Sánchez, un militar que en los últimos meses se había convertido en un lastre, según analistas en varios medios de comunicación nacionales, debido a su “notoria ineptitud” y falta de información de inteligencia para contener la ola de violencia criminal que estalló el 9 de septiembre.
Dos hechos aceleraron la caída de Mérida Sánchez como secretario de seguridad pública, la primera fue la agresión el 6 de diciembre contra un convoy de la Policía Estatal Preventiva en las inmediaciones del aeropuerto internacional de Culiacán, donde un joven agente murió y cuatro más resultaron heridos. Detrás de este caso la prensa local publicó que se trataba de un mensaje contra uno de los comandantes de la corporación por presuntamente formar parte de la estructura de protección policial de una de las dos facciones criminales en pugna desde septiembre pasado. La exhibición del general Mérida al ignorar los señalamientos sobre las presuntas labores que involucraban a uno de los mandos policiales heridos, y la pérdida de vidas inocentes, generó desconcierto entre los mandos militares y la Guardia Nacional. El segundo ocurrió el pasado miércoles 18 con el asesinato de Halexy Guadalupe Velderrain Con, un agente de inteligencia civil de la secretaría de Seguridad y Protección ciudadana, abatido a tiros en la colonia Villas del Río, en la zona poniente de Culiacán, donde mantienen presencia células armadas de “los Chapitos”, a quienes de manera extraoficial las autoridades atribuyeron el ataque. En el hecho llamó la atención la ausencia de apoyo por parte de la estatal preventiva, corporación bajo el mando del general Mérida.
En las comparecencias matutinas diarias ante la prensa en Culiacán, varias ocasiones el general Mérida se quejó de que no le compartían información los funcionarios que llegaron a la capital sinaloense de la Ciudad de México encabezados por el secretario Omar García Harfuch.
Desde semanas antes Mérida, quien en su etapa de servicio llegó a dirigir la Escuela Militar de Inteligencia, fue exhibido como el funcionario peor informado del gabinete de seguridad. El 23 de noviembre se denunció la desaparición de una mujer de 19 años raptada por hombres armados cuando bajaba de un camión urbano al volver de su trabajo. El caso alertó a colectivos feministas y organizaciones de búsqueda de desaparecidos que hicieron la denuncia. Dos días después el general Mérida aseguró que la joven ya había sido liberada “sana y salva” y estaba con sus familiares. Horas después fue desmentido por estas organizaciones que pidieron se retractara y renunciara a su cargo ante la falsedad de sus declaraciones. El general se disculpó, a los pocos días la joven volvió con su familia. El martes 3 de diciembre declaró que el auto que explotó en la madrugada a las afueras de Culiacán, fue por la detonación del tanque de gasolina que pudo ser provocado por disparos de arma de fuego. Poco después el gobernador Rubén Rocha Moya lo desmintió. Dijo que se debió a un petardo con mecha operado por un dron. Ese mismo día el titular de seguridad federal Omar García Harfuch salió al paso de las versiones que atribuían la explosión a un coche bomba y señaló que se trató a un dron con explosivos. Las versiones encontradas abonaron a la desinformación, algo que ha sido un rasgo característico desde que comenzaron las hostilidades entre las dos facciones que hasta hace unos meses conformaban el llamado Cártel de Sinaloa.
Con este escenario de fondo el general Rentería Schazarino debutó el domingo 22 en la primera reunión del gabinete de seguridad federal que encabezó en Mazatlán la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. A su arribo a Sinaloa se encontró con su antiguo jefe el general de división Guillermo Briseño Lobera, quien fue subjefe operativo del Estado Mayor Conjunto de la Defensa Nacional cuando Rentería Schazarino estaba al frente de la sección tercera (operaciones).
El nuevo titular de seguridad estatal conoce bien cuáles son los principios básicos de las operaciones en terrenos donde proliferan grupos pequeños de civiles armados (Nuevo Laredo y Apatzingán son un ejemplo). Sabe cómo establecer una estrategia de protección ciudadana, de la que adolece Sinaloa, y cuya responsabilidad preventiva le toca a la corporación civil de la que se hizo cargo.
Juan Velediaz / @velediaz424 / EstadoMayor.mx