México, 29 de mayo.- Nos dijeron que ya no iba a volver a pasar. Por eso se fue Ángel Aguirre. Por eso el presidente Peña anunció medidas extraordinarias. Por eso todas las instituciones de seguridad del Estado se comprometieron, hicieron presencia. Por eso tantos discursos.
Y ahora tenemos una tragedia igual.
¿Cómo puede documentarse el secuestro, la desaparición, el asesinato de más de 100 jóvenes en los últimos meses y no haber ninguna respuesta oficial? Fue la crónica de una muerte anunciada que se repitió hasta el cansancio.
En Chilapa, otra vez en Guerrero, se dan cita todos los errores oficiales que devienen en muertes que nunca debieron ser.
Entender lo que pasa, además, está en “chino”. Porque la suma de absurdos no tiene límite.
Primero la existencia de “comisarios” que son una especie de “guardias rurales”, una “autoridad” que puede estar armada y hace las veces de “policía” sin supervisión alguna del Gobierno.
O sea, la autoridad independiente. Que, obvio, está al servicio del mejor patrón.
Se trata de seudopolicías que, como sucedió en Iguala con los municipales, son los responsables de secuestrar y/o entregar a la población a sus verdugos.
Dichos “comisarios” tienen derecho de picaporte con el gobernador Rogelio Ortega que, casualmente, se ha convertido en su mayor defensor. Estas “autoridades” llegaron a Chilapa a secuestrar al menos a 16 jóvenes entre el 9 y el 14 de mayo pasados, iban acompañados de “civiles” presuntamente del grupo rival “Los Ardillos”.
Los “comisarios” los guiaron calle por calle “levantando” a jóvenes. Lo que hicieron con total impunidad, mientras el gobernador se sentaba a “negociar” con ellos su salida de la población, y el presidente municipal, después de pedir ayuda, abandonaba su oficina.
Dice el gobernador que estos “comisarios” estaban ahí hartos de que un grupo llamado “Los Rojos”, supuestamente, “los secuestrara” y buscaban a su líder, Zenén Nava Sánchez pero en su lugar “levantaron” al menos a 16 jóvenes.
¿Parece conocido el escenario y los protagonistas?
Ante esto, una irrupción de gente armada secuestrando a lugareños, el gobernador pactó con ellos la “destitución” del jefe de la Policía municipal tal como pedían…
Los familiares de los “desaparecidos” hicieron las denuncias oficiales y primero, no entiendo por qué, llegó el comisionado de la Policía Federal, Enrique Galindo y luego la PGR que, a la fecha tiene 11 líneas de investigación. Por su parte el procurador de justicia del Estado de Jalisco, Miguel Ángel Godínez, aseveró que los jóvenes “reclamados” por sus familias están retenidos y no desaparecidos y que los comisarios que encabezaron a los civiles armados deben responder por ellos.
Para intentar entender este desastre, autoridades locales llamados “comisarios” que son ilegales aunque consentidos por el Gobierno, secuestraron, junto a un grupo criminal que iba armado, a 16 jóvenes en un “operativo” que duró 4 días sin que la autoridad estatal y/o federal hiciera algo.
No puede haber mayor omisión.
En las investigaciones posteriores a estos hechos se encontraron, a 20 minutos de Chilapa, tres cuerpos encobijados, desmembrados y desollados… ninguno de ellos corresponde a los 16 desaparecidos que fueron denunciados. Son otras víctimas de la misma impunidad. Un número en la estadística de violencia que también incluye al candidato priísta a la presidencia municipal.
Por cierto, para agregar información al tema, en esa zona se cultiva amapola.
Chilapa es un municipio de 112 mil habitantes, con una tasa de homicidio superior a cualquiera: 54 por cada 100 mil, lo que la convierte en una de las 20 ciudades más peligrosas del mundo.
Lo que asombra es que el secuestro de los jóvenes sucedió después del asesinato del candidato priísta. Y, obvio, después de los hechos de Iguala. O sea, lo que debemos documentar es la nula capacidad de respuesta del Gobierno. La inmensa ausencia, omisión imperdonable, de la autoridad estatal y federal en Chilapa.
¿De quién es responsabilidad la muerte de tantos, el secuestro, la violencia, la impunidad en Chilapa? Porque tiene que haber responsables o estamos caminando hacía el suicidio como sociedad.
Isabel Arvide
@isabelarvide
Estado Mayor

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