Policías comunitarias o el arte de legalizar lo anticonstitucional

México, 26 de febrero.- Una de las obligaciones del gobierno, en sus tres niveles -local, estatal y federal-, es garantizar la seguridad de la población. Tal es la importancia de este rubro para el sano desenvolvimiento de la vida nacional, que cualquier tipo de fallo puede generar la desconfianza por parte de la sociedad hacia sus gobernantes, muchas veces imposible de soslayar.

México, desde el combate frontal por parte del gobierno federal al crimen organizado, vive una situación similar a la descrita con anterioridad. La falta de claridad en la estrategia dispuesta por el gobierno para diezmar a las grandes organizaciones criminales, la corrupción al interior de las corporaciones policiacas y la falta aparente de resultados a corto plazo, ha generado en los habitantes la percepción de que existe un “vacío” en el entramado institucional encargado de garantizar seguridad y que la inseguridad se ha convertido en un ente incontrolable.

Ante ello, varios sectores de la sociedad -sobre todo en el estado de Guerrero- se han organizado en lo que hoy popularmente se conocen como “Policías Comunitarias”, con el fin de proteger a sus poblados del paso del crimen organizado ante la incompetencia de las autoridades para ello.

Más allá del pensamiento romántico de la sociedad organizándose para hacerle frente a los perturbadores del orden, bien valdría tener un pensamiento pragmático de lo establecido en las leyes mexicanas de que nadie puede hacerse justicia bajo su propia mano…y ante las evidencias y el dictamen legal, estas dichosas policías comunitarias son, precisamente aquello que intentan combatir: criminales.

Si consideramos lo anterior junto a las declaraciones hechas por personajes como el gobernador del estado de Guerrero, Ángel Aguirre, quien ha solapado a estas organizaciones e inclusive las ha llamado como un “modelo a seguir en la nueva estrategia de seguridad”, así como la incapacidad de las autoridades federales para disolverlos, podemos concluir que el gobierno está promoviendo combatir a la delincuencia con delincuentes.

Por otro lado, debemos ser plenamente conscientes de que la seguridad pública no es un juego y para llevar a cabo tareas de esta índole se requiere una preparación especializada y en muchos casos años de entrenamiento, lo cual ninguno de estos grupos tiene…¿qué capacidad de reacción pueden tener las policías comunitarias en comparación a los grupos de élite de las fuerzas armadas para responder ante un ataque por parte de un capo?, ¿cuál es la capacidad de defensa de uno de estos grupos sin entrenar ante organizaciones criminales con toda la capacitación para matar sin miramientos?…ciertamente muy poca o nula.

Para muestra un botón, desde el surgimiento de estos grupos de defensa civil no se ha registrado una sola detención de algún criminal importante y las detenciones hechas son por delitos menores o la “transgresión” de los límites de las comunidades por parte de extraños, inclusive en fechas recientes uno de estos grupos mató a un presunto criminal, sin que las autoridades realizaran detenciones y/o las pesquisas correspondientes para aclarar el suceso. Otro ejemplo se dio hace unas cuantas semanas cuando “envalentonados” por el surgimiento de las policías comunitarias, integrantes del Frente Francisco Villa decidieron ponerle un alto a la incursión de La Familia Michoacana en la demarcación…el resultado: varios de los dirigentes del Frente fueron “levantados” por el cártel…esa es su capacidad de respuesta ante la criminalidad.

Si bien nos encontramos en el inicio del problema, lo realmente preocupante es el futuro: ¿qué pasará cuando las policías comunitarias ya no sean necesarias?, ¿dejarán las armas sin protestar?, ¿realmente su labor es meramente altruista o hay un interés político de trasfondo?, ¿qué ocurrirá cuándo su idea de justicia no coincida con la justicia de las autoridades legalmente constituidas?.

Las dudas son muchas y las respuestas pocas y no es de sorprenderse, el mundo de la ilegalidad siempre se mueve en terrenos muy nebulosos y es de señalarse el comportamiento dicotómico de nuestros gobernantes, quienes por un lado le piden al vecino del norte un mayor control en la venta de armas de fuego y por el otro le permite a sus propios gobernados alzarse en armas con plena impunidad…parafraseando a un reconocido pintor: México es uno de los lugares más surrealistas del mundo.

Angel Silva Juárez

Estado Mayor

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