Sin paz, no habrá progreso

México, 3 de enero (Crónica).- Según cifras de Milenio, en el lapso que lleva Peña Nieto como presidente no han bajado las cifras de decesos en relación con el pasado inmediato. En otras palabras, el  de seguridad y violencia será un tema que más allá de las nuevas estrategias para combatirlo (acompañadas, hay que reconocerlo, de un mejor soporte retórico) seguirá latente en lo  porque sigue presente en las mediciones que hacemos los gobernados y porque es uno de los principales problemas que se tienen que resolver sin dilación. Dicho también en términos retóricos, es EL problema nacional.

Cualquier crecimiento que se pretenda sostenido, más allá de las polémicas ideológicas que se dan en torno a las reformas emprendidas por Peña Nieto, incluidas las de materia de seguridad, tiene que contemplar un ataque frontal a la pujante economía emanada del crimen. No hacerlo, o peor aún, fingir hacerlo, condenará al presente gobierno al fracaso y difícilmente permitirá el despegue país. Hay por desgracia muchos sectores que le apuestan a ese fracaso y anticipan un combate de saliva con la ayuda de algunos medios. Se ve difícil por ahí.

Las palabras bonitas y las florituras de los secretarios en las entrevistas con los más arrastrados o agudos periodistas servirán de muy poco si el panorama no empieza a cambiar de fondo. Cualquier crecimiento económico, salvo el asociado parcial o totalmente a la industria de la violencia, requiere de un ambiente de paz. Muchos mexicanos se encuentran ya en esa sintonía y conservan una moderada esperanza de que se verán cambios reales. La economía de la paz, aunque parezca perogrullada, tiene que imponerse a la economía de la guerra. Son incompatibles. Es necesario, vital, recuperar la libertad de circulación en las, abolir de raíz el  de  de cualquier rincón del país y mantener una enérgica política con  Unidos contra el trasiego de armas. Debemos revisar nuestra política de  de drogas blandas porque después de El Bravo son muy laxos con el consumo, por ejemplo, de marihuana que en varios estados se consume y en otros se produce y se alienta como un próspero negocio. La ordeña de ductos y el secuestro son dos aspectos más de la “industria” del crimen que se tienen que abatir y a los que se les debe anteponer la tolerancia cero.

Para el sondeo aparecido ayer en las páginas electrónicas de este diario, había cuatro posibles respuestas a una pregunta muy simple: ¿Cuáles son los retos que consideras prioritarios para México? Cito las opciones en orden: 1) Salud, economía y seguridad; 2) Corrupción, educación y seguridad; 3) Alianza política, paz y salud; 4) Infraestructura, economía y paz. La mayoría de los votos se inclinó por la segunda opción. Es decir, existe una fundada percepción de que resolviendo los problemas de corrupción, educación y seguridad (este rubro de hecho se planteó en opción uno) el país podrá avanzar y resolver sus problemas económicos, de infraestructura y de salud.

Tampoco será posible, como se pretendió durante el sexenio pasado, establecer una especie de ley mordaza (o en estos tiempos priístas podríamos llamarlo acuerdo mordaza) porque sencillamente es imposible y sería contraproducente gracias a la información que surge de las redes sociales, alimentadas por muchísimos ciudadanos y de la información emanada de una gran cantidad de organismos ciudadanos luchando por la justicia, contra la violencia y por los derechos humanos.

Es cierto que apenas llevamos un mes del nuevo gobierno, pero en este año de transformaciones la paz (y no la pax, como se ha escrito con ironía cuando se habla de una paz pactada que además tampoco es posible ni viable, además de que nunca fue deseable) tiene que ser la prioridad de gobierno. Más allá de las reestructuraciones, para las que los priistas se pintan solos, y de la retórica, en las que son los amos del falsete, tiene que haber un compromiso funcional y acelerado por la paz para que el resto de la maquinaria vuelva a caminar. Yo deseo que así sea.

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LETRAS AL PIE

Pues resulta que Ebrard no sólo dejó inconcluso el tramo de su carreterita urbana en su entronque con Muyuguarda y la Autopista del Sol, sino que dejó amarrado otro negocito: la Autopista Urbana Oriente (AUO) que llegará hasta Zaragoza. Para Luis Rábago, nuevo secretario de Obras capitalino, “ya todo está firmado, es cuestión de una fianza y con eso se iniciará ese tramo.” ¿Así de plano? ¿Sin más? ¡Viva la transparencia!

David Gutiérrez Fuentes

Crónica

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